Ese día, la compañía cerró con un desplome de sus títulos cercanos al 20% tras anunciar que las pobres ventas de su teléfono Z10 les obligaba a despedir a 4.500 personas, el 40% de la plantilla. Además, a realizar provisiones por valor de 960 millones de dólares.
La empresa, que ya había anunciado su disposición a cambiar de propietarios, podría caer en manos de sus principales propietarios. La operación, no obstante, sigue pendiente de un due dilligence y no está cerrada.