Bitcoin llega a la segunda mitad de diciembre con un pulso más frágil de lo que muchos esperaban tras el rally del cuarto trimestre. En la práctica, el mercado sigue digiriendo la caída desde el máximo de octubre. El debate ya no es si habrá volatilidad, sino cuánto durará el tramo de “enfriamiento” antes del siguiente impulso. Esa pausa suele reordenar narrativas.

Una de las claves está en el flujo institucional: cuando los ETF dominan el ritmo, el mercado se vuelve más sensible a semanas con entradas o salidas netas. Ese vaivén no solo mueve a $BTC; también cambia el apetito por riesgo en altcoins, porque el capital minorista suele “rotar” hacia historias más agresivas cuando siente que el piso del mercado se estabiliza. 

En ese entorno, las memecoins reaparecen como termómetro de liquidez y confianza. Una encuesta de Kraken citada por CoinDesk muestra que el 85% de los inversores cripto de EE.UU. afirma haber invertido en memecoins, y un 42% cree que estas podrían superar a otras criptomonedas próximamente. Se trata de una señal de que, incluso con riesgos evidentes, la demanda por “narrativas simples” no desaparece.

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El problema es que, cuando el ciclo se pone exigente, la comunidad deja de premiar solo el chiste y empieza a exigir mecánicas: utilidad, incentivos y una experiencia clara. Ahí es donde entra en juego la nueva criptomoneda Pepenode, que para muchos podría convertirse en la próxima Pepe y en una altcoin a tener muy en cuenta a corto-medio plazo. Se trata de una propuesta que intenta convertir la especulación típica del género en un bucle de participación con minería virtual, sin hardware ni costes eléctricos, y con recompensas pensadas para enganchar desde el inicio.

Por qué las memecoins están mutando hacia modelos “con mecánicas”

La carrera por la atención en las memecoins se ha endurecido: no basta con viralidad si la liquidez se vuelve selectiva. El mercado tiende a castigar proyectos sin retención de usuarios, y cada rebote se financia con capital que pide resultados visibles: volumen, actividad y un relato que se sostenga más de una semana. 

Por eso han ganado peso formatos que “gamifican” el comportamiento del usuario: misiones, niveles, recompensas y sistemas de puntos que imitan juegos, pero liquidan en tokens. Frente a memes clásicos como $PEPE o propuestas más experimentales en Solana, la nueva ola busca algo intermedio. Se trata de cultura de Internet con un motor de participación que reduzca la dependencia de listados y campañas.

En ese abanico, Pepenode aparece como una opción que intenta resolver un punto concreto: hacer que la “minería” sea accesible para cualquiera, sin barreras técnicas. La apuesta no es competir con la seguridad de Bitcoin. Busca capturar tiempo de usuario y convertirlo en una dinámica de recompensas.

PEPENODE y la apuesta por minería virtual sin hardware

La idea central de Pepenode es directa: “minar para ganar” como capa de juego, no como infraestructura física. En vez de exigir equipos, ruido, calor y mantenimiento, plantea un Virtual Mining System. Ahí se pueden comprar nodos virtuales, mejorarlos por niveles y reclamar recompensas según la configuración y antigüedad de cada uno dentro del sistema.
Eso ataca tres fricciones típicas de los modelos de minería tradicionales: son aburridos para el usuario promedio, suelen ofrecer incentivos débiles al principio y requieren complejidad técnica más hardware. Aquí, la propuesta es que la experiencia sea tipo tablero: gestión, mejoras y progresión. También se plantea la activación de jugabilidad posterior al TGE para sostener el interés más allá del lanzamiento.

En la parte comercial, el proyecto ya está usando la narrativa de “adopción temprana” para reforzar el esquema de nodos por niveles. Según se puede ver en su web oficial, la criptomoneda ha recaudado ya más de 2,3 millones de dólares, y ha entrado en su etapa final, ya que su fase de preventa terminará en las próximas semanas para proceder con su lanzamiento posteriormente. Sin duda, esta alta recaudación en preventa es una señal de tracción inicial en un mercado donde el capital se ha vuelto más exigente con lo que financia. 

Y, aunque el seguimiento de ballenas no garantiza resultados, sí ayuda a medir la intención especulativa. Según datos de rastreo, ha habido 2 compras relevantes por un total de 215.000 dólares, siendo la mayor transacción fue de 51.000 dólares, lo que sugiere un interés puntual de carteras de mayor tamaño en esta fase temprana de preventa.

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