Con los 20 años de experiencia en el sector financiero que tienes, ¿qué es lo que más está cambiando en la industria, tanto en la distribución de fondos como, en general, en los mercados financieros?
Hay varios factores que están impulsando cambios profundos. Primero, la demografía, que está modificando el comportamiento del consumidor. Segundo, la tecnología, especialmente la irrupción de la IA, que supone una auténtica revolución. Y tercero, las nuevas dinámicas de distribución de producto. Los productos se están adaptando y eso provoca mayor concentración y necesidad de escala en el sector.
La industria se está polarizando: por un lado, grandes jugadores con una gama completa, marcas fuertes y presencia global; por otro, firmas pequeñas, muy especializadas, que destacan en uno o dos ámbitos. Los que están en posiciones intermedias tendrán que adaptarse y elegir hacia dónde moverse: o ganar escala o especializarse.
Tras trabajar muchos años en Fidelity, una gran gestora de fondos, y ahora estar en una gestora mucho más pequeña y con un rol distinto, ¿qué diferencias ves? ¿Qué estás observando en tu trabajo del día a día?
Son realidades muy distintas. En línea con lo que comentábamos antes, Fidelity es una marca global muy consolidada. El gran reto de las firmas de ese tamaño es cómo mantener su identidad internacional sin perder la percepción de cercanía en cada mercado local.
En cambio, donde estoy ahora es una entidad más pequeña y local. Yo asesoro un fondo de Andbank y eso te da mucha agilidad y una relación muy próxima con el cliente final. Permite que el inversor sepa exactamente dónde está invirtiendo y conozca al gestor. Me reúno personalmente con los clientes y les explico el modelo. Esa cercanía y capacidad de respuesta es muy importante.
Hay otra diferencia muy importante. Nosotros utilizamos la IA de forma activa para filtrar 60.000 valores a nivel mundial. Operaciones y gestiones que antes requerían mucho tiempo y presupuesto ahora se pueden hacer con menores costes.
¿Qué consejo le darías a un alumno que quiere hacer un posgrado ahora? ¿Y qué echaste de menos en su momento en esos cursos de posgrado que hiciste?
Soy un firme creyente en la formación y también en la formación continua, porque cada vez más vamos a tener que reinventar nuestras carreras. Todo avanza muy deprisa y hay que adaptarse. El consejo número uno, que no es nuevo pero sigue siendo esencial, es que persigas tu pasión: trabaja en algo que te guste, porque vas a dedicarle muchas horas. Ese sería el primer punto.
El segundo es que la formación debe hacerse en instituciones de calidad. Un mal máster, aunque sea más barato, a la larga resulta mucho más caro que uno bueno, porque siempre vas a encontrar vías de financiación. Lo importante es cursar un programa que realmente merezca la pena y que justifique ese diferencial.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiera trabajar en marketing dentro del sector financiero?
Lo primero es entender muy bien la función. Antes de entrar por primera vez en un puesto, es fundamental hablar con personas que estén trabajando o hayan trabajado recientemente en ese ámbito para conocer exactamente qué abarca. Lo segundo es buscar empresas que destaquen en marketing dentro del sector financiero.
Si quieres dedicarte al área de marketing, es importante estar en una compañía que vaya un paso por delante. Yo tuve la suerte de trabajar en Fidelity, una referencia en marketing, y me rodeé de equipos y compañeros de un nivel fantástico. Eso te estimula, te ayuda a adquirir conocimiento y a participar en proyectos que están en la vanguardia. Sobre todo si eres joven, es esencial entrar en un lugar donde puedas aprender.
Y para terminar, ¿podrías compartir un caso de éxito especialmente significativo en tu trayectoria?
Un proyecto que me pareció especialmente interesante fue la venta de la gestora cuando estaba en Citibank. El banco vendió la gestora al Santander y yo negocié con las gestoras de terceros, es decir, con todas las gestoras internacionales. En ese momento era algo innovador; fuimos los primeros en hacerlo en el mercado. Yo tenía 27 años y fue un reto importante porque teníamos la tecnología en la India, el equipo local en Madrid, las negociaciones con las gestoras y todo el marco legal y regulatorio. Al ser un proyecto pionero, había muchas dudas, lo que añadía una responsabilidad considerable.
Fue un proyecto muy valioso, porque además de ser innovador, aprendí muchísimo. Y, curiosamente, me permitió conocer a las gestoras internacionales. Después di un paso en mi carrera y entré en Fidelity. Los caminos no se conocen de antemano, pero si te involucras en algo que te gusta y trabajas en un entorno puntero, acabas construyendo una red que te genera oportunidades profesionales muy interesantes.
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