Tanto es así que, según nuestras estimaciones, a finales de 2016, en proporción a la economía europea, representará un paquete más grande que el de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra. Al igual que con los programas de inyección de liquidez lanzados en EEUU y Reino Unido, tras la decisión del BCE los mercados de renta variable
y de deuda europeos subieron y el euro se depreció.

El debate sobre el impacto económico del QE en Europa está todavía muy abierto ya que es difícil de cuantificar. Aun así, sus efectos deberían verse en:

- Menores rendimientos de la deuda soberana y corporativa, lo que está llevando a los bancos a seguir reduciendo los tipos a los que conceden préstamos aunque el impacto será más lento que en Estados Unidos ya que Europa es menos dependiente de los mercados en términos de financiación. Las empresas estadounidenses son mucho más dependientes de los mercados para financiarse y, por tanto, se benefician más rápidamente de los menores rendimientos.

- Un efecto riqueza en los principales mercados de renta variable, lo que marginalmente podría favorecer el consumo e incluso la inversión.

- La esperada caída del euro: dado que el sector industrial es particularmente sensible a la divisa, hay riesgo de que un euro a la baja pueda tener un menor impacto en la actividad debido a la desindustrialización de Europa en los últimos años. Sin embargo, debemos recordar que las empresas europeas también se han expandido internacionalmente y que, por tanto, se beneficiarán de la depreciación del euro cuando repatríen los beneficios. Y este impulso a los beneficios de las empresas europeas resulta fundamental si la inversión está preparada para ponerse en marcha de nuevo.

Por tanto, el impacto de esta política sobre la economía será limitado a corto plazo. Llevará tiempo filtrar los efectos, pero al final deberían ser importantes.

El timing del QE probablemente ha sido muy bueno: después de la fuerte desaceleración del año pasado, la economía europea parece estar estabilizándose e incluso recuperándose a juzgar por la última encuesta del BCE sobre los bancos. La encuesta apunta a una recuperación en la demanda de préstamos por parte de empresas que buscan invertir y también por parte de hogares dispuestos a gastar.

Benjamin Melman, director de asignación de activos y de deuda soberana en Edmond de Rothschild AM (France)