Telefónica está trabajando en un nuevo plan estratégico que el presidente Marc Murtra presentará al mercado en esta segunda mitad del año. El mercado bulle de rumores a la espera de esta cita, pero entre todos ellos destaca especialmente uno con muchas papeletas para cumplirse: una ampliación de capital.

La ampliación de capital es una opción potencial que ha ido apareciendo en la prensa en los últimos meses, y todo parece indicar que la cantidad a recaudar se situaría entre 3.000 y 4.000 millones de euros, cifras que implicarían aproximadamente un 15% de la actual capitalización bursátil de la teleco. Los principales accionistas, entre ellos el propio Estado pero también CaixaBank o la saudí STC, ya habrían dado su visto bueno a la venta de acciones.

Pero la verdadera clave es para qué se realiza la ampliación de capital si finalmente se lleva a cabo. “Si esta ampliación se realiza para invertir en proyectos que puedan generar crecimiento para Telefónica, sería muy interesante acudir. Ahora bien, si el objetivo es reducir el apalancamiento pero se pretende seguir con el reparto de dividendos no tiene demasiado sentido”, explica el analista de mercados Javier Cabrera.

En un reciente informe, UBS calculaba que una ampliación equivalente al 10% del capital de Telefónica permitiría a la empresa reducir alrededor de un 10% su ratio de endeudamiento. “Si bien es difícil de predecir, estimamos que, al precio actual de la acción, por cada 10% de acciones emitidas por encima del total actual, se podría generar un equivalente a 0,1 x DN/EBITDAaL [Deuda Neta sobre EBITDA] en efectivo”, señalaba la firma suiza.

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Sin embargo, avisaba de que “aumentar el capital con el único propósito de desapalancarse sería dilutivo sobre una base de FCF [Flujo de Caja Libre]/acción”. En ese sentido, “las posibles fusiones y adquisiciones siguen siendo un factor clave, con Alemania, España y Reino Unido ofreciendo distintos grados de sinergia y complejidad”. 

“Telefónica llevaba meses afinando balance y reduciendo deuda. Por eso, una ampliación de capital parecería ir a contrapié… salvo que el objetivo no sea tapar agujeros, sino acelerar crecimiento”, abunda Javier Molina, analista senior de mercados para eToro. A su juicio, “el mercado interpreta que el movimiento buscaría dotarse de munición para una posible compra de Vodafone”.

El experto de eToro explica que “la lógica industrial pasa por ganar sinergias operativas y tecnológicas, lograr menos duplicidades de red y distribución, y generar una base de clientes mayor que mejora el poder de negociación”. “Si se ejecuta bien, es un uso de fondos que elevaría la escala y podría crear valor a medio plazo”, añade Molina. “Así las cosas, parece que no es una marcha atrás en la tesis de desapalancamiento; sino una apuesta ofensiva para reforzar el negocio, si las piezas encajan”.

La operación “tiene sentido económico para la estrategia que parece que quiere llevar a cabo en los próximos años de adquisiciones en mercados clave y nuevas inversiones en infraestructura”, destaca Cabrera. El analista no piensa que la posible dilución de las acciones sea un factor diferencial. “Aunque la ampliación pueda tener cierto efecto dilutivo, el valor de una compañía se fundamenta en su capacidad para generar flujos de caja y esto en principio no se verá demasiado alterado en el corto plazo”, señala “Pensamos que su valor dependerá del destino de los fondos de esa ampliación de capital”.

Sí puede haber más obstáculos “del lado de escrutinio regulatorio y de competencia más duro, tiempos de aprobación y riesgo de integración”, cree Molina, que apunta que las claves a vigilar, si se confirma la operación, pasan por “el precio final, el plan de sinergias, la disciplina financiera y el tratamiento del dividendo”. 

¿Qué pasará con el dividendo?

Telefónica es bien conocida por ser una de las compañías más generosas a la hora de repartir dividendos, por lo que la ampliación de capital también genera la duda de qué pasará con esta remuneración a los accionistas. Cabrera reflexiona que “mantener el dividendo y ampliar capital quizás no sea la operación que más valor genere para el accionista”. “Aunque sea algo que no esté muy bien visto, pensamos que si una compañía tiene necesidades de liquidez es mejor que reduzca o pause el reparto de dividendos y se enfoque en la generación de valor a largo plazo”. 

En el primer semestre del año, Telefónica generó un flujo de caja después de inversiones de unos 733 millones de euros, mientras que repartió 931 millones de euros en dividendos. Para pagar estos dividendos la compañía tuvo que incrementar su endeudamiento y aunque la rentabilidad por dividendo supera el coste medio de la deuda, “creemos que dado el nivel de apalancamiento de la compañía debería ser algo más conservadora en su política de remuneración”, apunta Cabrera.

En este caso en concreto, “si Telefónica piensa en acometer importantes inversiones y su flujo de caja libre no da para seguir incrementando el dividendo, nos encontramos con que Telefónica es esclava de la remuneración al accionista”. “Ya hemos visto otras compañías españolas que acometían continuas ampliaciones de capital pero seguían pagando dividendo, por lo que esta práctica de pagarle al accionista con su propio dinero nos parece muy negativa y expulsa a inversores más serios”, piensa el analista de mercados.

Así va Telefónica en Bolsa

Las acciones de Telefónica acumulan una subida del 15% en lo que va de año hasta situarse en un nivel de 4,53 euros que le da un valor en Bolsa de unos 25.700 millones de euros. La teleco baja un 7,48% tras tocar máximos anuales el pasado 20 de agosto en 4,893 euros, al tiempo que sube un 20,5% desde los mínimos de las últimas 52 semanas en 3,757 euros, que se remontan al 24 de enero de este año.

Los analistas no piensan que en el medio plazo pueda alcanzar las cifras de hace 18 años. De media, las casas de análisis que cubren a Telefónica sitúan el precio objetivo de sus acciones en 4,38 euros, una valoración que implica un potencial negativo del -3,3% respecto a la cotización actual, de acuerdo con los datos recopilados por Reuters. La recomendación media es de ‘mantener’.

No obstante, en los últimos días ha recibido votos de confianza de casas de análisis como las de Barclays y UBS. Ambas firmas elevan el precio objetivo hasta los 4,80 euros por acción, con un potencial alcista del 9,6%.