El cierre de 2025 deja a los mercados en una situación inédita de fortaleza, con “las bolsas en máximos o muy cerca de ellos, mucho optimismo ya incorporado” y el IBEX firmando “un año completamente de récord”. Sin embargo, este escenario de euforia convive con riesgos que pueden poner a prueba la solidez de los valores que hoy sostienen la confianza inversora. El principal es el crecimiento global: los organismos internacionales anticipan que en 2026 el PIB mundial se modere hasta el 2,9%, un avance “sí, pero muy justito”, que puede tornarse incómodo si Estados Unidos o China tropiezan o si se recrudecen los problemas en el comercio internacional.

A esta fragilidad se suma una inflación que se resiste a desaparecer. El mercado descuenta bajadas de tipos que aún no están aseguradas, porque “si la inflación de servicios o salarios se resiste a volver claramente al 2%, las bajadas de tipos podrían retrasarse o ser más suaves”, algo que dañaría a unas bolsas que cotizan “como si la parte dura del ajuste monetario ya fuese historia”. También los beneficios empresariales están bajo vigilancia, tras años de márgenes elevados y con “costes laborales todavía al alza”: después de subidas de doble dígito, “el mercado va a tolerar mal cualquier sorpresa negativa”.

El componente ético y de responsabilidad también aparece en el análisis geopolítico: los conflictos abiertos y las tensiones comerciales configuran un mundo con “una globalización más fragmentada, cadenas de suministro más vulnerables”, donde cualquier escalada puede disparar costes y volatilidad. Y todo ello se combina con lo que el experto denomina una “burbuja parcial” en tecnología e inteligencia artificial: valoraciones “muy exigentes” que, sin necesidad de un pinchazo, podrían derivar en “correcciones del 15 o del 20%” que arrastrarían a los índices.

En España, el año ha sido histórico, con Inditex, Santander, Iberdrola y BBVA liderando un mercado cada vez más dependiente de banca, utilities y consumo de calidad. Pero esa fortaleza tiene contrapartidas: unos tipos más bajos presionarían los márgenes financieros, los impuestos extraordinarios a banca y energéticas “no es posible que el mercado no los reciba negativamente” y el entorno político “muy fragmentado”, con presupuestos prorrogados y dudas fiscales, puede reactivar la prima de riesgo. Aun así, la economía española crecerá por encima de la media europea, apoyada en turismo y consumo, siempre que no se enfríe el mercado laboral ni se agote el ahorro embalsado.

La banca europea llega a 2026 como “estrella absoluta del año”, con ROE cercano al 10% y fuerte retorno al accionista vía dividendos y recompras, aunque ya cotiza a múltiplos exigentes: BBVA ronda “1,9 veces valor en libros” y Banco Santander  entre “1,3 y 1,5”. El diagnóstico es claro: “el aire ya es más fino”, la fase de subida fácil ha pasado y ahora la clave será la selección, priorizando entidades con mejor mix geográfico, eficiencia y política de capital creíble.

En este entorno de equilibrio delicado, la recomendación para la bolsa española pasa por priorizar valores con modelo de negocio sólido, diversificación y capacidad de generar caja incluso en escenarios adversos. En banca, conviene ser selectivos y favorecer entidades con mejor gestión y mix geográfico, como Santander o Bankinter , capaces de sostener dividendos y recompras sin tensionar capital. En utilities, Iberdrola destaca por su diversificación internacional y su apuesta por redes y transición energética, alineada con criterios de sostenibilidad a largo plazo. En infraestructuras, compañías como Ferrovial o Sacyr ofrecen exposición a proyectos maduros y de crecimiento, especialmente atractivos si los tipos se estabilizan o bajan. Y en consumo de calidad, Inditex sigue siendo el referente por su fortaleza de marca y disciplina financiera. En conjunto, más que buscar subidas rápidas, 2026 exige una estrategia basada en calidad, resiliencia y retorno recurrente al accionista.

En este contexto, los bancos centrales siguen siendo la brújula moral y financiera del mercado, pero con matices. Las actas de la Reserva Federal muestran un comité “muy dividido”, con un mercado “más optimista que la propia Reserva Federal”, lo que convierte cada dato de inflación o empleo en un test de credibilidad. Además, existe el riesgo de que el nuevo liderazgo de la Fed erosione su independencia política, algo que “puede restarle credibilidad y puede ser malo”.

El balance final no es catastrofista, pero sí exige valores como prudencia, coherencia y sostenibilidad: “2026 no parte con un escenario catastrofista ni mucho menos, pero sí con un equilibrio delicado”. Si el aterrizaje suave se mantiene, el IBEX puede seguir apoyándose en crecimiento y dividendos; si no, una mezcla de desaceleración, bancos centrales menos amigables, tropiezos en beneficios y riesgo político puede truncar una racha histórica que hoy se sostiene, sobre todo, en la confianza.