El anuncio, realizado por el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, al canal estatal M1, marca un paso importante en la diversificación del suministro energético.

Budapest pretende asegurar combustible adicional para satisfacer una creciente demanda de electricidad, aunque ha confirmado que continuará manteniendo relaciones con sus proveedores tradicionales de Moscú.

Un sistema nuclear dominado por tecnología rusa

Actualmente, la planta nuclear de Paks es la principal fuente de energía atómica de Hungría. Este complejo cuenta con cuatro reactores VVER-440 de origen ruso que generan aproximadamente 2.000 megavatios, lo que equivale a cerca del 50 % de la electricidad consumida en el país.

El gobierno húngaro tiene planes ambiciosos de expansión. La empresa estatal rusa Rosatom construye en la actualidad dos nuevos reactores de 1,2 gigavatios cada uno, con los que Hungría pretende duplicar su capacidad nuclear total. Sin embargo, la dependencia tecnológica y de combustible de Rusia sigue siendo un punto sensible para la política energética de la Unión Europea, especialmente tras el inicio de la guerra en Ucrania.

Szijjarto ha señalado que, junto con los acuerdos ya existentes con Rosatom, su gobierno está iniciando consultas con Estados Unidos para la adquisición de combustible nuclear alternativo, con el fin de garantizar el funcionamiento seguro de los futuros reactores y aumentar la autonomía energética del país.

Desafíos logísticos para el suministro estadounidense

Pese al interés mutuo, la posible colaboración entre Washington y Budapest presenta obstáculos técnicos y de mercado. Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), el sector nuclear norteamericano depende casi por completo del uranio extranjero: el 99 % del uranio consumido en un año típico es importado, mientras que la producción nacional apenas alcanza las 0,05 millones de libras anuales.

En 2023, Canadá, Australia y Rusia fueron los principales exportadores de uranio hacia Estados Unidos, seguidos por Kazajistán y Uzbekistán. Este dato plantea dudas sobre la capacidad de Washington para convertirse en un proveedor estable para terceros países como Hungría, al menos a corto plazo.

Aun así, el gobierno federal está dando pasos para reforzar su cadena de suministro nuclear interna. En 2024, el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE) recibió 2.700 millones de dólares en fondos públicos destinados a reducir la dependencia del uranio ruso y reactivar la producción nacional. Este plan incluye incentivos para ampliar la capacidad de enriquecimiento de uranio y fomentar el desarrollo de uranio de alto ensayo y bajo enriquecimiento (HALEU), esencial para los reactores de nueva generación.

El papel de la industria estadounidense

Una de las compañías clave en este esfuerzo es Centrus Energy Corp., con sede en Maryland, la única empresa estadounidense con licencia para producir uranio HALEU. Su papel es crucial en la reactivación de las capacidades nacionales de enriquecimiento y en el abastecimiento futuro de los reactores avanzados que Estados Unidos planea exportar.

Si Hungría logra establecer acuerdos con productores estadounidenses, podría beneficiarse de un suministro más diversificado y alineado con las políticas de seguridad energética de la Unión Europea, que desde 2022 busca reducir la dependencia de los combustibles rusos. La cooperación también reforzaría los lazos entre Budapest y Washington en un ámbito estratégico y sensible, como es el de la energía nuclear.

Europa y la búsqueda de autonomía energética

La decisión húngara se enmarca en un contexto continental en el que varios países de la UE buscan alternativas a los suministros rusos. Tras las sanciones impuestas a Moscú, el bloque ha impulsado proyectos de diversificación energética, desde gas natural licuado estadounidense hasta nuevas interconexiones eléctricas entre países miembros.

Hungría, sin embargo, ha mantenido una posición más pragmática que política, al seguir cooperando con Rusia en materia nuclear mientras explora opciones occidentales. Su gobierno considera que la seguridad energética debe primar sobre las tensiones diplomáticas, un enfoque que genera debate dentro de la Unión Europea pero que responde a las necesidades inmediatas del país.

La energía nuclear sigue siendo el pilar fundamental del sistema eléctrico húngaro, y su papel crecerá a medida que los nuevos reactores entren en operación. En ese contexto, asegurar un suministro estable y diversificado de combustible se vuelve esencial para garantizar el funcionamiento continuo y seguro de las plantas.

Una estrategia de equilibrio entre Este y Oeste

El movimiento de Budapest ilustra una estrategia de equilibrio geopolítico: mantener la cooperación con Rusia mientras abre las puertas a la colaboración con Estados Unidos y otros socios occidentales. Esta táctica le permite conservar autonomía y flexibilidad en un momento en que la energía se ha convertido en un instrumento de influencia global.

A medio plazo, la diversificación de fuentes de uranio y de tecnología nuclear podría situar a Hungría en una posición más sólida frente a futuras crisis de suministro.