Este debate ha ganado intensidad en el contexto de la campaña política británica, en la que algunas fuerzas emergentes, como Reform UK, lo señalan como una de las causas del elevado coste para las finanzas públicas.

Bailey ha respondido directamente a estas acusaciones en una carta pública dirigida a Richard Tice, vicepresidente del partido Reform UK, grupo que ha ganado visibilidad y apoyo en las encuestas, con un discurso centrado en una fiscalidad más austera y menos intervencionismo estatal. 

Las ventajas de actuar antes que otros bancos centrales

En su misiva, Bailey ha afirmado que el enfoque del Banco de Inglaterra no puede entenderse sin considerar el contexto particular en el que se implementó. A diferencia de otros bancos centrales, el gobierno británico emitió una proporción significativa de deuda a largo plazo durante el periodo de tipos de interés bajos, lo que, en palabras del gobernador, permitió al país beneficiarse de una financiación más sostenible en el tiempo.

Frente a las acusaciones de que el programa fue más caro que los realizados por otros países, Bailey recordó que el coste no puede analizarse simplemente desde la óptica del flujo de caja. "En pocas palabras, el costo del flujo de caja del QE/QT no es, por lo tanto, lo que parece, y el resultado en estos términos será mejor", apuntó, subrayando que se debe tener en cuenta la duración de los beneficios derivados de haber asegurado financiación barata en un momento oportuno.

Un colchón ante los grandes choques económicos

Desde 2009, cuando comenzó la flexibilización cuantitativa en Reino Unido, el Banco de Inglaterra adquirió activos que llegaron a sumar casi 900.000 millones de libras en su punto más alto en 2021. Esta estrategia, adoptada en respuesta a la crisis financiera global y reforzada durante la pandemia, fue clave para reducir el impacto de esos eventos en el crecimiento y el empleo.

Bailey ha recordado que “es fácil olvidar los graves problemas que enfrentamos con estos choques”, y recalcó que, si bien no se puede calcular con exactitud qué habría ocurrido sin el programa, existe consenso entre los analistas en que las compras de bonos ayudaron a proteger el tejido económico del país. Según su argumento, el programa no solo amortiguó la pérdida de empleos, sino que también estabilizó los ingresos fiscales durante años críticos.

La crítica de Reform UK y la respuesta del banco central

El partido Reform UK sostiene que el gobierno podría ahorrar hasta 40.000 millones de libras anuales si dejara de abonar intereses a los bancos por las reservas que estos mantienen en el Banco de Inglaterra. Para Bailey, esta propuesta es engañosa, ya que las reservas no son activos inactivos que se acumulan sin coste, sino que tienen una función clave en el sistema financiero y en la transmisión de la política monetaria.

Además, el gobernador ha rechazado la idea de que estos intereses sean una ganancia injustificada para las entidades bancarias. En su carta, expone que "los intereses pagados sobre las reservas no son dinero gratis para los bancos, sobre todo porque la mayor parte se paga a los clientes en forma de intereses sobre sus depósitos". Añadió que, si se adoptara la propuesta de Reform UK, los efectos indirectos podrían traducirse en mayores tasas para los préstamos o menores beneficios para los ahorradores.

El endurecimiento cuantitativo y las pérdidas previstas

Desde que comenzó el proceso de reversión de la política de compra de bonos —conocido como endurecimiento cuantitativo—, el Banco de Inglaterra ha vendido una parte considerable de su cartera de deuda. Este giro, necesario en un contexto de subidas de tipos de interés, ha tenido un impacto negativo en el valor de mercado de los activos, lo que genera previsiones de pérdidas para las arcas públicas.

No obstante, Bailey ha insistido en que estas pérdidas no deben analizarse de forma aislada, sino como parte del balance global de beneficios y costes derivados de haber estabilizado la economía en periodos de gran volatilidad. Desde su punto de vista, los efectos positivos de haber contenido la inflación y mantenido la confianza en los mercados durante más de una década compensan con creces el resultado contable que ahora aparece en los informes.