2025 se acerca a su final con una sensación de equilibrio extraño: el mundo económico navega entre tensiones geopolíticas, guerras comerciales y dudas monetarias y, aun así, las bolsas internacionales han encontrado la manera de crecer casi a contracorriente. Estados Unidos, Europa y buena parte de Asia han vivido un ejercicio sorprendente, como si la economía hubiera aprendido a convivir con el ruido y convertirlo en rutina.
En ese panorama sobresale, entre otros, el S&P 500, que suma un 17% en el año. Pero lo más llamativo es lo que esconde bajo la superficie: un puñado de compañías ha protagonizado un rally meteórico. En concreto, diez valores del S&P 500 han duplicado su precio en 2025, y cuatro incluso han triplicado su cotización: Western Digital, Robinhood, Seagate Technology y Micron Technology. Detrás de ellos se percibe una narrativa de innovación, expectativas y un contexto que ha premiado el riesgo más que el refugio. Sin embargo, la gran pregunta es si todo esto puede sostenerse a medio plazo. Y ahí aparecen dos nombres del S&P 500 que pueden seguir al alza en 2026: Robinhood y Newmont. La plataforma de inversión, protagonista visible del auge retail, encara el nuevo año con recomendación mayoritaria de compra y un potencial alcista del 11,5%. Newmont, la minera de oro que ha brillado en un año récord para el metal, acumula un 153% de subida y podría avanzar un 14,4% adicional durante el próximo ejercicio.
Pero este entusiasmo choca de frente con un debate que empieza a dividir al mercado global: ¿hay o no hay burbuja en la inteligencia artificial? Todo lo relacionado con la IA sostiene buena parte del crecimiento del S&P 500; si la rueda se detiene, la fiesta bursátil también podría hacerlo. Tres años después del boom de OpenAI, la fascinación absoluta ha dejado paso al escepticismo. El castigo reciente a valores como Nvidia u Oracle ha sembrado dudas, y muchos gestores reconocen que entramos en la fase decisiva. Quienes descartan una burbuja sostienen que estamos ante la primera etapa de adopción real, pero nadie ignora el interrogante clave: ¿pagará el mercado lo que cuesta desarrollar esta tecnología?
A esta incertidumbre se suma otra señal inquietante: la concentración extrema del mercado estadounidense. EBN Banco advierte que las valoraciones se han disparado más rápido que los beneficios, los dividendos o las ventas, y que el índice S&P 500 depende ya en más de un 31% de solo siete compañías. En la última década el S&P ha subido un 248%, mucho más que sus fundamentos, y esa brecha invita a mirar atrás con moderación.
La comparación surge inevitable cuando Cisco vuelve a marcar máximos históricos 25 años después de la burbuja puntocom. Su recorrido recuerda al fenómeno actual de Nvidia: una empresa extraordinaria sosteniendo una revolución tecnológica imprescindible. Entonces, Cisco era el corazón de Internet; hoy, Nvidia es el motor de la inteligencia artificial. Pero el paralelismo contiene una advertencia silenciosa: la excelencia empresarial no inmuniza contra el exceso de expectativas. Nvidia cuenta con márgenes superiores y un ecosistema de software robusto, y aun así el riesgo permanece, porque un precio demasiado alto puede convertir un éxito real en una inversión que pase factura. El mercado siempre exige distinguir entre la fortaleza del negocio y la fortaleza de la acción.
Y si la tensión tecnológica domina la escena estadounidense, en España lo hace la bancaria. Tras un 2025 extraordinario, el Ibex 35 encara 2026 desde una cima que hace un año parecía utópica, con subidas del 46% que han llevado al índice por encima de los 17.000 puntos. Pero lo que viene ya no será verticalidad, sino madurez. Los analistas coinciden: el próximo será un año de crecimiento moderado, un ejercicio para consolidar beneficios y ajustar expectativas. La banca, protagonista absoluta del rally español, cederá algo de terreno en favor de sectores defensivos como utilities, energía verde y construcción, mientras que gigantes como Inditex aspiran a recuperar brillo bursátil. La economía española sigue creciendo por encima de la eurozona, lo que da margen para mantener el tono; pero el mercado entra en una fase de mayor sensibilidad, donde cada movimiento contará.
En ese contexto, el análisis fundamental del Ibex 35 dibuja un escenario sólido pero exigente: el cierre del año deja 29 valores del índice en positivo, con 5 que han logrado duplicar su cotización y 13 que superan el 50% de revalorización gracias al músculo de la banca, al tirón de aseguradoras y al avance de sectores energéticos e industriales. De los 35 componentes del índice, 25 registran ganancias de doble dígito, un reflejo de que el impulso no ha sido casual, sino fruto de beneficios resistentes, márgenes recuperados y una macroeconomía española que ha sorprendido incluso a los más cautos. Aun así, seis compañías del Ibex cierran en rojo, recordando que no hay rally que dure sin pausas: Cellnex y Puig encabezan los descensos, mientras Telefónica, REE, Rovi y Amadeus retroceden con caídas contenidas.
En este ecosistema, emerge con fuerza la figura de BBVA, que atraviesa uno de los capítulos más sólidos de su historia reciente. Con un ROTE cercano al 20%, un crecimiento del crédito superior al del sector y un plan de distribución de capital que ronda los 36.000 millones de euros hasta 2029, el banco proyecta estabilidad y ambición. Su apuesta por la digitalización y la IA lo sitúa como referente europeo, demostrando que la banca también puede reinventarse sin perder identidad.
Y mientras España consolida su músculo financiero, el continente se prepara para una posible sacudida industrial: las telecomunicaciones europeas podrían vivir entre 2026 y 2027 una ola de fusiones históricas, según JPMorgan. Francia, Alemania, Italia y España serían los escenarios principales, y Telefónica aparece como actor clave en al menos dos de esos movimientos. La entidad insiste en que el modelo actual, con cuatro operadores por mercado, es insostenible: demasiada competencia, precios bajos y márgenes debilitados exigen concentración. Para Telefónica, la ecuación es clara: reforzar su posición, ganar escala y recuperar valor en mercado, con potencial para superar los 4 euros por acción.
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