La reciente caída en las acciones de Tesla, motivada por un enfrentamiento entre dos grandes figuras con fuerte peso mediático —Elon Musk y Donald Trump—, tuvo un impacto inmediato en los índices estadounidenses como el S&P 500 y el Nasdaq, que cerraron en negativo. Este episodio refleja el clima de incertidumbre que sigue marcando los mercados. Pero, más allá de estos roces puntuales, la atención de los inversores se centra en el panorama arancelario global. La administración Trump mantiene frentes abiertos con China, Japón, India y la Unión Europea, con el 9 de julio como fecha límite para posibles acuerdos. Hasta el momento, la reacción de los mercados ha sido contenida, con avances muy moderados.

A nivel regional, la renta variable de Europa parece ofrecer más argumentos positivos que la de EE.UU. de cara a la segunda mitad del año: tipos de interés a la baja, políticas fiscales expansivas —especialmente en Alemania— y valoraciones bursátiles más atractivas. En contraste, las bolsas americanas presentan niveles de valoración exigentes, tipos aún elevados y el riesgo persistente de una desaceleración económica.

El inicio de junio ha sido moderado en cuanto a movimientos bursátiles. Los inversores adoptan una postura cautelosa, manteniendo posiciones defensivas en sectores como defensa y financiero, que explican el buen comportamiento del DAX y del EuroStoxx en lo que va de año. A medida que se acerca el verano, crece la recomendación de cubrir parte de las carteras ante la persistente incertidumbre global.

Y en este sentido, en un contexto de mercado sin una dirección definida ni señales claras en los ciclos económicos, la recomendación es mantener una estrategia prudente y equilibrada. Sectores defensivos vuelven a ganar protagonismo, con especial foco en compañías con alta rentabilidad por dividendo.

Entre las opciones preferidas destacan las eléctricas, por su estabilidad y distribución constante de beneficios; el sector inmobiliario, que actúa como proxy de tipos de interés y también ofrece un atractivo dividendo; y los valores ligados al consumo no cíclico, que tienden a comportarse mejor en entornos de mayor volatilidad. Este tipo de activos contribuye a reducir riesgos en las carteras y a preservar valor en escenarios de incertidumbre prolongada.