No me refiero a la Inteligencia Artificial, sino a la súper estructura política. En España, en Europa, y en el casi todo el mundo. Se han hecho con las riendas de nuestras vidas, toman las decisiones por nosotros, nos manipulan la conciencia y actúan sólo en su beneficio. Evidentemente, lo hacen en nombre del bien común, es decir, por nosotros. Esa es la primera regla del tirano que quiere esclavizarnos, pero no puede aniquilarnos porque nos necesita

Enseguida saldrá quien diga que esta opinión no tiene sentido en un medio como este, de inversiones, pero lo tiene, absolutamente: la crisis de deuda, los tipos excesivamente bajos o negativos, la deflación salarial, la inflación; las bolsas, el oro y el Bitcoin en máximos, el ataque al capital, la renta per cápita por los suelos… todo lo ha generado el Skynet político. El que genera liquidez, liquidez y más liquidez, fabricando dinero que tapa agujeros y nos inyecta pobreza en vena. 

También habrá quien argumente que el coste económico de lo político no es tanto, a pesar de tener récord de ministerios, 17 autonomías con sus parlamentos, las Diputaciones (esas que siempre se dice que se van a quitar), el Senado… El monto total puede ascender a 3.000, 4.000 o 5.000 millones de euros en total, apenas un 0,3% del PIB

Pero son los responsables de decisiones que impactan de facto en mucho más del 50% del PIB, como demuestra el gasto público por encima del 40% y la recaudación en máximos, lo cual lleva a déficits estructurales grandes (superiores a los declarados, no les quepa duda) y a deudas públicas claramente por encima del 100%. Eso ocurre en Francia, AlemaniaEspaña, por supuestísimo. 

Ese 0,3% tiene una capacidad totalitaria, que es la que, por ejemplo, penaliza a una renta de 60.000 euros al año al 45%. Confiscación pura. Son los culpables del modelo de deflación salarial, empleo precario que muta en público como única solución y dependencia social casi agónica de lo estatal. Porque el control político, que a finales del pasado mostraba pendiente decreciente, se expande como una mancha de aceite. Lo quiere todo. Es Skynet, o Galactus*: fagocitadores de vida. 

La estructura política ha tomado conciencia de sí misma, se retroalimenta y gestiona para ella. Elimina cualquier tipo de cuestionamiento, generando redes clientelares que nos vende como derechos (llegamos aquí a cuestiones como la sanidad o, sobre todo, las pensiones) y nos retira la capacidad de librarnos de ella. 

La partitocracia hace tiempo que sabe cómo perdurar: se nutre de jóvenes cachorros que ingresan en la cantera de las nuevas generaciones, se convierten poco a poco en auténticos comisarios políticos, sin sustrato ideológico ni bagaje intelectual y, a cambio, están dispuestos a lo que sea por el partido. 

Es esta misma organización quien les dota de un título académico, ya sea falso, engrasado a través de contactos o ya, directamente, con instituciones creadas ad hoc por ellos, para repartir diplomas a los afines. 

Por supuesto, lo que salen son, más que vividores de la política, auténticos sicarios del poder, inútiles para la vida civil carentes de escrúpulos, que están al frente de las instituciones y sienten que les pertenecen. Operan siempre bajo su propia agenda. Reparten derechos como dádivas generosas, porque tienen claro que la colectivización es la clave de su supervivencia. Están aquí para redistribuir.

Esta misma semana, Madrid amanecía colapsada por los preparativos del desfile de las Fuerzas Armadas. La ciudad, ya asfixiada por obras en todos sus accesos, quedó paralizada durante días para escenificar un acto de poder. Nada se modificó: la agenda política prevaleció sobre la del ciudadano, convertido en espectador indefenso. La vida cotidiana se detiene para que la representación siga su curso.

Es sólo un ejemplo, que refleja que el individuo que acudía a su trabajo, el que iba a la compra, a sus clases; la pareja que iba a ver un piso para alquilar, los amigos que habían quedado para tomar algo o el que tenía cita en el médico, todos esos, ignorados (y colapsados) por completo. La agenda política siempre manda sobre el día a día de la gente.

Como cuando ves un Ford Mondeo camuflado, con la sirena, abriéndose paso entre el tráfico. ¿Es para un acto de vital importancia para nuestras vidas, o un subdirector que llega tarde al restaurante? El argumento es que todo es por nuestro bien, que conocen ellos mejor que nadie. Los derechos y las agendas las deciden ellos y lo cobran todo por adelantado, con la cantinela posterior de que es gratis. Lo que das, vuelve, dicen.  

La gente no solo lo acepta, sino que lo aplaude, engañada ante la idea de un estado protector y generoso. Ha olvidado que los políticos son la representación de la voluntad popular, unos administradores. No están para regir nuestros destinos, pero es lo que hacen y lo que les dejamos hacer. Un ejemplo clarísimo es la revalorización automática de las pensiones, aprobada por un Ejecutivo que sabe que el colectivo jubilado excede de los 10 millones y que hay que tenerlo contento, aunque sea en detrimento de la clase trabajadora, que esa protesta poco y se moviliza menos porque tiene que… trabajar. Los jubilados ponen y quitan gobiernos, hay que tenerlos dopados, con rentas más altas que los propios empleados activos. 

Esa revalorización automática es un auténtico agujero en el sistema, que pasó totalmente inadvertida y fue aceptada incluso con poco entusiasmo desde casi todas partes. Ahora, algunos políticos dicen a las claras que es impagable... y son cesados de inmediato. Pero el problema de las pensiones es uno de los grandes contenciosos detonados por Skynet. 

Hay un dicho que reza que el gran éxito del diablo es hacer creer a la gente que no existe. En este caso, el triunfo de nuestros políticos es convencer a todos que nos esquilman por nuestro bien y que, si no fuera así, penaríamos por los siglos de los siglos. 

Evidentemente, la incapacidad y desconocimiento de esta súper casta es palpable y sólo pueden sobrevivir huyendo hacia adelante. Los problemas de pensiones y en general del enorme peso de lo público en Francia sólo van a intentar resolverlos con más de lo mismo: impuestos, más impresión de dinero y deuda pública. Quizás anuncien alguna reforma cara a la galería, pero la gran reforma real es desenchufar a Skynet: devolver el peso del estado al 20% (por ejemplo) y dejar que el ciudadano pague unos impuestos razonables, pero como mínimo un 50% inferiores. 

Sorprendentemente, nadie quiere ser responsable. No se quiere ir al médico, porque puede recetarte cosas como la dieta (control del gasto) o el deporte (medidas pro market e incentivos al crecimiento). Es más cómodo tomar cerveza y comer pizza precocinada, pero todos sabemos qué pasa en el medio plazo con eso.  

¿Qué ocurriría si se le aplicara a la sociedad dieta y deporte? Volvería el crecimiento, el empleo, la competitividad, y el ciudadano podría preocuparse de gestionar su patrimonio: sus ahorros (esos en los que el estado ha puesto su mirada), su cartera de valores, sus fondos, su renta inmobiliaria o sus activos alternativos. Pero eso pasaría por reducir el ámbito de decisión política. Y el deseo de imponernos un euro digital con el que rastrear nuestra renta nos deja claro muy dispuestos no están a eso. 

La Inteligencia Artificial no viene a matarnos ni a exterminarnos, como ya se ha dicho. Es un asistente virtual que puede mejorar nuestra productividad y a la que aun le falta mucho por avanzar, porque sigue sufriendo de ‘alucinaciones’, es decir, información totalmente falsa que nos coloca como verídica, ya que está programada para darnos una solución siempre y si no la tiene… se la inventa (dicho groseramente, pero es así). 

También Internet iba a ser el fin del mundo y la gente se resistió. Recuerdo (con algo de desprecio intelectual, lo reconozco) cuando, a finales de los 90, la red comenzaba a introducirse de manera inexorable y muchos profesionales se negaban a aceptarla. De mi sector, periodistas, informáticos, maquetadores, diseñadores… se resistían a cualquier labor que tuviera algo que ver mínimamente con el mundo on line: “yo no hago eso, eso es de internet”. Es evidente que quien adoptó esa postura, se encontró en problemas.  

También asustó mucho la imprenta, la industria de vapor, el automóvil o el avión. Se decía que era casi una blasfemia que el hombre intentara volar y que era imposible. Apenas 100 años después, los aeropuertos son los lugares más transitados del mundo. El medio de transporte del pueblo. El problema no es la IA. Es otro. 


* Skynet es una enorme red informática que cobra conciencia de sí misma, y aparece en la saga de películas Terminator. En un momento dado, decide aniquilar a la raza humana. Galactus es una figura del universo Marvel que encarna la idea del devorador de mundos, una fuerza cósmica que consume todo para perpetuarse.