La mayúsculo descalabro del precio del crudo trae tras de sí un compendio de preguntas en muchos casos sin respuesta y que tienen que ver en su mayoría con los consumidores finales, los usuarios. Bien importa el precio del petróleo en los mercados internacionales, pero al ciudadano de a pie le interesa tener una visión de esa caída a la hora de llenar el depósito de su vehículo particular. Esto es, a través de productos derivados como pueden ser la gasolina o el diésel.

Haciendo un balance de lo que se ha visto principalmente en los últimos dos años. Hemos asistido a un descenso parangón del precio del petróleo de más del 69,7%, que lo ha llevado a cotizar en niveles de mínimos del 2003. El exceso desmesurado de oferta, el no recorte de producción por parte de la OPEP, unida a la especulación puramente financiera en los mercados, ha llevado a que la caída haya seguido prolongándose.


Caída del precio del barril de crudo Brent en el último año. Fuente: Bloomberg


Además, la reciente entrada en el escenario internacional de Irán provocará efectos colaterales, como el mayor aumento de la oferta mundial de petróleo y, por ende, un mayor abaratamiento de los precios del crudo, puesto que el país de Oriente Medio posee  la cuarta reserva más grande del mundo


Por tanto, el petróleo en principio podría seguir su senda a la baja pero… ¿Cuál es la visión que hay en España para los productos derivados de esta materia prima tan codiciada? Tanto la gasolina como el diésel han sufrido un importante descenso en el mercado. En concreto, ha cedido un 40,7% desde sus niveles máximos. Algo que hace que se encuentre en niveles de mínimos del año 2010. La gasolina sin plomo de 95 octanos se encuentra en el 1,10 euros por litro de media en el territorio español, mientras que el gasóleo está a 0,93 euros por litro.
 
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Precios de los combustibles y del barril de la OPEP en los últimos años. Fuente: Datos macro


Esto lo que demuestra es que entre la cotización del Brent –barril de referencia para mercados europeos– y los precios de los derivados del crudo hay hasta siete años de descorrelación. Un hueco que se ha ido agrandando, principalmente, a partir de que el crudo quebrase a la baja la barrera de los 80 dólares.

Ha llovido desde entonces y viendo la correlación entre todas las variables los consumidores en muchas ocasiones no pueden entender por qué. Sobre todo cuando están acostumbrados a recibir aumentos inmediatos cuando el precio del oro negro repunta. Es el efecto que muchos economistas tildan de “cohete-pluma”. Esto es, como los precios antes de impuestos reaccionan como un cohete al alza cuando suben, pero descienden lentamente ante las reducciones.

Por el contrario, hay varios factores que influyen en este desfase, según apuntan los analistas. El primero de todos son los impuestos, los cuales en muchos casos son fijos. Por eso, no se ven afectados, principalmente, debido a que el precio del petróleo de origen haya sufrido una importante reducción.

De igual manera ocurre con el coste del refino al igual que la distribución. Prácticamente la mitad de lo que cuestan los derivados corresponden al crudo y a los impuestos que proporcionalmente se derivan de él. Sin ir más lejos, por la gasolina de 95 octanos el 48,89% son impuestos fijos, mientras que para el gasóleo A son del 45,09%. De esta manera, las gasolineras no habrían reflejado gran parte de los recortes generados en el origen.

Entre estos costes fijos que provoca que los derivados no desciendan tan fuertemente como sí lo hace el oro negro está el coste de logística, comercialización y de incorporación de biocarburantes; impuestos especiales estatales, impuestos especiales autonómicos; y por último el IVA con el tipo máximo.

Así, por estos puntos vemos como el desplome de la gasolina no se traslada tan fuertemente en el precio de los carburantes. A medida que vaya pasando el tiempo y se vayan produciendo más ajustes podremos verlo bajar más. Aunque mucho más paulatinamente de lo que lo hace el crudo.

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