Concretamente, el alto rendimiento como categoría de activos beneficia a las carteras en tiempos de subidas de los tipos de interés debido a su baja correlación con la renta fija tradicional y gracias a que ofrecen un rendimiento similar al de la renta variable, con una volatilidad menor y rentabilidades totales positivas.

La correlación a largo plazo de los bonos de alto rendimiento con la deuda pública a 5 y 10 años ha sido negativa mientras que, por el contrario, la correlación con la renta variable es positiva. La similitud de la evolución de la renta variable y los activos de alto rendimiento pone en valor la ventaja de la diversificación que supone asignar activos a la categoría de alto rendimiento en el marco de una asignación estratégica.

De esta manera, a medio y largo plazo, los activos de alto rendimiento se comportan de manera similar a la renta variable con la ventaja de tener prácticamente la mitad de volatilidad. Por esta razón, los inversores pueden salir beneficiados de mantener posiciones en alto rendimiento, ya sea como complemento, o como alternativa a la renta variable. Esto es cierto incluso en el más desfavorable de los supuestos, el impago, ya que los activos de alto rendimiento cuentan con una mayor prelación que la renta variable en la estructura de capital.

Ante esta afirmación, la cuestión que cabe plantear es ¿cómo se comportan los activos de alto rendimiento en épocas de subidas de tipos de interés? Si suponemos un aumento de 50 puntos básicos en las rentabilidades y que no se produzca un estrechamiento de los diferenciales, el mercado de alto rendimiento registraría una oleada de ventas, aproximadamente por la mitad de su duración, es decir, un 2%. Sin embargo, los datos históricos muestran que, desde 1999, hemos sido testigos de 17 periodos de subidas de los tipos de interés de al menos 50 pb, y en 15 de ellos se estrecharon los diferenciales de los bonos de alto rendimiento.

El motivo de que así sea es que una oleada de ventas de bonos suele asociarse con un periodo expansivo de la economía que, a su vez, mejora los indicadores fundamentales de crédito. Por otro lado, también es importante destacar que los cupones de los bonos de alto rendimiento ofrecen un colchón adicional de rentabilidad.

En definitiva, a lo largo de los años se ha demostrado que los activos de alto rendimiento ofrecen resultados favorables en entornos de subida de tipos.  Este año hemos podido constatarlo en el mercado estadounidense de alto rendimiento, que ha obtenido una rentabilidad del 2,5% a pesar de las múltiples subidas de tipos llevadas a cabo por la FED. Si a esto le añadimos las características positivas del sector como las bajas tasas de impago en términos históricos, unos ratios de apalancamiento en descenso, la cobertura frente a intereses elevados y la emisión baja, resulta sencillo llegar a la conclusión de que los activos de alto rendimiento pueden seguir siendo una positiva fuente de generación de rentabilidad y contribuir a la diversificación de la cartera.