¿Cómo describiría el impacto de la inteligencia artificial en la actualidad?

La inteligencia artificial tiene un impacto medible, actual y, sobre todo, de largo plazo. Si pensamos en 2030, el crecimiento del PIB estará influenciado en más de un 14% por la inteligencia artificial. Sin embargo, si hablamos del presente, en 2025 hay 9,7 millones de personas empleadas en torno a la inteligencia artificial, según los datos aplicados a nuestra compañía. Es un motor de transformación.

Consideramos que la IA debe ser responsable, de acuerdo con la normativa europea. Estamos comprometidos en facilitar a las empresas la adopción de esa normativa y, al mismo tiempo, transformamos nuestra propia organización: automatizamos tareas y procesos, lo que cambia nuestra forma de trabajar y la de la sociedad en general.

Además, la inteligencia artificial debe ser sostenible. Hoy en día, el desarrollo y mantenimiento de estos modelos de IA consume muchos recursos naturales, y debemos pensar en una IA del futuro que sea sostenible, tanto por sí misma como por los negocios que genere, con impactos positivos y duraderos.

¿Qué oportunidades consideran más relevantes en la adopción de la IA a escala global?

La inteligencia artificial impacta directamente en la competitividad: en ser más eficientes, más productivos, en definir nuevos negocios y nuevas formas de hacer las cosas, así como en la transformación de las compañías. Es decir, del mismo modo que en su momento pasamos de tener imágenes en papel a imágenes digitales, la inteligencia artificial redefine los negocios y genera nuevas oportunidades.

Ahora bien, hoy en día la tecnología de inteligencia artificial existe, está disponible y lista para utilizarse, pero en muchos casos se aplica en usos que aún no han alcanzado una escala suficiente. Uno de los grandes retos, por tanto, es escalar globalmente todos esos casos de uso.

Debemos, además, pensar en una IA responsable. Por ejemplo, hay jóvenes en Estados Unidos que utilizan herramientas de inteligencia artificial como asistentes y reciben malas respuestas, lo que puede tener efectos negativos.

Por eso, tenemos que aspirar a una IA que ejerza una influencia positiva tanto en la sociedad como en los negocios, y eso requiere cuidado y atención. Detrás de todo esto debe haber talento, y no solo en quienes desarrollan los modelos, sino también en consultores capaces de explicar la IA, psicólogos que contribuyan a hacerla más social y humana, y profesionales funcionales que ayuden a que toda la sociedad la comprenda.

Por último, como mencioné antes, también debemos pensar en una inteligencia artificial sostenible, que genere impactos positivos en los negocios y que, al mismo tiempo, contribuya a que las empresas sean cada vez menos agresivas con el medio ambiente y con nuestro planeta.

En un entorno en el que la regulación empieza a tomar forma, ¿cómo puede equilibrarse la innovación con la seguridad y la ética en el uso de la inteligencia artificial?

Diría que, en primer lugar, estamos viviendo un cambio en el entorno geopolítico. Nos hemos dado cuenta de que las amenazas ya no son solo físicas: ha surgido el ciberespacio, y este puede ser atacado. Los datos pueden ser robados y, a partir de ellos, generar impactos graves, incluso desastres que afecten a nuestras infraestructuras, a la sanidad y a muchos otros ámbitos.

Por tanto, lo primero que debemos hacer es protegernos. El dato tiene que ser un dato protegido. Cuando el dato está protegido, la inteligencia artificial —por mucho que avancemos— no deja de ser un complemento, un amplificador o un acelerador de las capacidades humanas. Su funcionamiento depende de cómo la eduquemos y de los valores con los que la dotemos.

Debemos garantizar nuestra autonomía y soberanía en el desarrollo de la inteligencia artificial, asegurando que funcione conforme a nuestros principios y objetivos. Existen riesgos, como intereses externos, ataques de hackers o usos malintencionados que podrían generar una IA nociva. Por eso, estamos en una etapa en la que lo más importante es proteger los datos y mantener esa soberanía digital.

Además, debemos educar y guiar el uso de la IA según lo que, como países y como sociedad, queremos que sea. Para ello, resulta esencial desarrollar capacidades digitales en Europa y promover que empresas como Indra actúen como tractoras en ese desarrollo, impulsando una IA al servicio del bien común, del progreso económico y de la evolución futura. En definitiva, hoy más que nunca, el dato debe estar protegido.

Desde una perspectiva geoestratégica, ¿Qué posición debería ocupar Europa y España en esa carrera tecnológica?

En línea con lo mencionado anteriormente, diría que actualmente tenemos la oportunidad de ser líderes en autonomía y soberanía tecnológica, tanto en España como en Europa. Contamos con un enorme talento digital, universidades de primer nivel, programas de formación y personas con una gran capacidad de aprendizaje.

Por ello, considero que empresas como la nuestra deben capitalizar todas esas capacidades y convertirse en motores de la autonomía y la soberanía tecnológica europea.

Para sectores como defensa, seguridad, infraestructuras o transporte: ¿qué particularidades y exigencias presenta la adopción de IA en esos ámbitos?

La inteligencia artificial en estos sectores exige, de manera general, el desarrollo de soluciones especializadas ad hoc, diseñadas para cada ámbito, que sean robustas, seguras y explicables.

En el caso de la defensa, el principal reto es lograr una visión única del entorno global, apoyada en la automatización y el gobierno del dato, que permita integrar información desde el entorno físico hasta los cuadros de mando para una toma de decisiones verdaderamente inteligente. Esto se aplica también a las operaciones logísticas y a múltiples escenarios, donde lo primero y más importante es unificar la información, estructurarla correctamente, conocer su origen y utilizarla de forma eficaz para la toma de decisiones. Ahora bien, esa inteligencia debe ser educada conforme a nuestros valores y objetivos, porque la IA no debe sustituir nunca al ser humano.

En el ámbito de la seguridad ciudadana, por ejemplo, contamos con infraestructuras críticas que deben ser especialmente seguras. Nos enfrentamos a amenazas como las emergencias climáticas o los ataques cibernéticos, que pueden afectar directamente al ciudadano. Por eso, es esencial anticiparse a esas amenazas mediante sensores, recopilación e ingesta de datos, y, como antes, estructurarlos y organizarlos adecuadamente para predecir y reaccionar con rapidez ante posibles incidentes. La gestión de las infraestructuras críticas, como el agua o la prevención de incendios, es clave para la seguridad de la población.

En cuanto al sector del transporte, tecnologías como los gemelos digitales, la automatización de tareas y la inteligencia artificial generativa adquieren un papel cada vez más relevante. Estas herramientas permiten avanzar hacia una gestión del transporte más inteligente, eficiente y digitalizada.

¿Hasta qué punto la IA puede mejorar la toma de decisiones en escenarios complejos sin perder el control humano?

Diría que la inteligencia artificial actúa como un acelerador, un scale up. Utilizada por una persona sin criterio o sin conciencia, puede tener efectos negativos; pero, en manos de alguien que sabe emplearla correctamente, su impacto puede ser doblemente positivo. En cualquier caso, las decisiones seguirán siendo humanas.

Hoy en día nos enfrentamos a una enorme cantidad de datos, y el papel de la inteligencia artificial debe ser ayudarnos a identificar dónde poner el foco, sobre qué aspectos debemos decidir, y permitir que ella se encargue de procesar el resto.

Podríamos compararlo con la evolución de los coches. Antes, un vehículo mostraba solo unos pocos indicadores como la temperatura del agua, la del aceite o las revoluciones, y con eso bastaba. Hoy, un coche incorpora una gran cantidad de sensores: mide el estado de las ruedas, la temperatura exterior, anticipa posibles riesgos. Es imposible que un ser humano gestione toda esa información por sí solo, pero si la IA la automatiza, la sintetiza y nos señala dónde debemos prestar atención, entonces podemos tomar decisiones más rápidas y acertadas.

Otro ejemplo claro está en el ámbito de la medicina. Pensemos en la labor de los radiólogos: disponer de un sistema de inteligencia artificial que analice una imagen y sugiera “observa esto” resulta muy valioso, porque ayuda a enfocar el diagnóstico y evita que pasen desapercibidos ciertos detalles que, por cansancio u otros motivos podrían ignorarse. ¿Sustituirá la IA al radiólogo? No, en absoluto. Lo potenciará.

¿Qué papel pueden desempeñar empresas como Indra en la creación de una “soberanía tecnológica europea” que garantice la independencia en materia de defensa y seguridad?

Creo que Indra Group tiene la misión y la responsabilidad de ser líder y tractor en la construcción de esa soberanía tecnológica, primero a nivel nacional y, posteriormente, europeo. Debemos liderar el desarrollo de capacidades críticas y digitales, incorporarlas internamente y aprovechar el conocimiento que ya tenemos para impulsarlas.

Además, es fundamental movilizar todo el ecosistema de socios y empresas colaboradoras, de manera que se sumen a la construcción de una soberanía tecnológica y autónoma europea, especialmente en ámbitos tan estratégicos como la defensa y la seguridad, donde hoy más que nunca necesitamos garantizar nuestra protección e independencia tecnológica.

Indra ha situado la inteligencia artificial como una de las grandes palancas de su plan estratégico. ¿Cuáles son hoy sus líneas prioritarias de desarrollo en este ámbito?

Nosotros, en Indra Group, llevamos trabajando en inteligencia artificial desde hace muchos años. Lo que ha cambiado recientemente es el papel de la inteligencia artificial generativa, que ha actuado como un acelerador y un nuevo motor de transformación.

Antes de esta revolución, ya desarrollábamos proyectos en robótica, automatización de procesos como la gestión de facturas en empresas, así como en sistemas de previsión o forecasting. Por ejemplo, ayudamos a compañías del sector retail a determinar en qué lineales deben colocar sus productos para aumentar las ventas. Todo esto forma parte de modelos de inteligencia artificial enfocados en predicción, análisis y visión, y seguimos trabajando activamente en machine learning y robótica, ámbitos en los que tenemos una amplia experiencia.

Con la llegada de la inteligencia artificial generativa, hemos incorporado una nueva dimensión. Esta tecnología nos permite aplicarla tanto internamente como en el negocio de nuestros clientes. Un buen ejemplo se da en el sector público, donde estamos desarrollando proyectos de atención ciudadana impulsados por IA generativa: asistentes virtuales que interactúan con el ciudadano.

En definitiva, la inteligencia artificial ha sido siempre una base estratégica para Indra Group como compañía digital. Hoy, con las nuevas capacidades de la IA generativa, la estamos potenciando aún más, conscientes de la enorme oportunidad que representa para el presente y el futuro.

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¿Qué impacto interno ha tenido la adopción de IA en Indra?

Diría que el impacto ha sido mayúsculo. Desde el primer minuto, y de la mano de nuestros partners, nos involucramos al 100% en aspectos clave como la mejora del trabajo, la productividad y la automatización de tareas.

En el ámbito del desarrollo de software, donde contamos con más de 20.000 profesionales, hemos incorporado herramientas de inteligencia artificial que nos ayudan a desarrollar de forma más eficiente y automática, a revisar y homogeneizar el código, y a estandarizar procesos entre proyectos y clientes. Además, utilizamos sistemas de estimación automatizada, que complementan la valoración humana y permiten planificar de manera más uniforme. En definitiva, la IA nos ha permitido acelerar el desarrollo y mejorar la calidad.

Por otro lado, hemos transformado nuestros servicios. En áreas como la externalización de procesos o el seguimiento de infraestructuras, hemos incorporado soluciones de IA que asisten en tareas humanas, optimizando tiempos y resultados. No sustituimos a las personas, sino que las liberamos de tareas repetitivas para que puedan dedicarse a funciones con mayor valor añadido.

También hemos avanzado en la productividad interna. Por ejemplo, en los procesos de selección, usamos herramientas de IA que nos ayudan a identificar los mejores candidatos, ampliando el rango de búsqueda más allá de los criterios tradicionales.

En el ámbito contractual, trabajamos con miles de contratos y utilizamos IA para revisar cláusulas, asegurar la estandarización y detectar posibles inconsistencias. Asimismo, en el proceso de licitaciones y ofertas, la IA nos ayuda a analizar pliegos, desglosar requisitos y estimar costes, optimizando el trabajo.

Además, en la gestión diaria utilizamos transcriptores automáticos que resumen reuniones, generan actas, traducen contenidos a otros idiomas y proponen próximas acciones. Incluso en el manejo del correo electrónico o la planificación de agendas, la IA nos asiste organizando la información y resumiendo mensajes.

En definitiva, el impacto de la inteligencia artificial es infinito. Más allá de la tecnología en sí, se trata de seguir modernizándonos cada día, fomentando la concienciación interna y una transformación continua. Estamos muy avanzados, pero vamos a seguir apostando al 300% por esta transformación interna junto a la IA.

¿En qué medida la adopción de IA está ya reflejada en los negocios de Minsait y cómo influye en la propuesta de valor al cliente? 

Diría que la inteligencia artificial, en el caso de nuestros clientes, actúa como un caballo de Troya. Lo es en el sentido de que, aunque no siempre se presenta en forma de grandes proyectos de entrada, su impacto final es enorme.

Nuestro primer paso con un cliente suele ser ayudarle a definir cómo puede impactar la IA en su negocio, porque aplicar inteligencia artificial “porque sí” no tiene sentido. Una vez que comprendemos juntos la visión y el potencial impacto, trabajamos en cómo desplegarla, siempre de manera responsable y segura.

En ese ámbito de responsabilidad, contamos con una metodología propia y una propuesta denominada AI Action, que nos permite desplegar soluciones de IA responsables y alineadas con la normativa europea.

Cuando ya tenemos claro el propósito y la estrategia, aplicamos la inteligencia artificial. Hoy en día utilizamos diferentes tipos de inteligencia artificial: desde modelos de previsión y automatización de procesos, hasta soluciones basadas en IA generativa, como asistentes virtuales y avatares inteligentes, que se están extendiendo rápidamente en todos los sectores.

Por ejemplo, en el sector asegurador, aplicamos visión artificial para que, a partir de unas fotos de un vehículo siniestrado, el sistema pueda compararlas con otras y estimar automáticamente el daño, el coste y la reparación necesaria. Es una forma de digitalizar y acelerar el peritaje. Este mismo enfoque puede adaptarse a múltiples sectores y casos de uso: es el mismo principio, adaptado a distintas necesidades, lo que permite escalar rápidamente las soluciones y generar un impacto real y medible.

Además, la razón por la que hablo de un “caballo de Troya” es porque detrás de cada proyecto de IA hay mucho más: debe existir ciberseguridad y una gestión rigurosa del dato. Garantizar que los datos sean seguros implica ayudar a nuestros clientes, especialmente a sus equipos de ciberseguridad (CISOs), a proteger esa información crítica.

Y, por supuesto, sin datos bien estructurados no hay inteligencia artificial. Es esencial disponer de plataformas de automatización y gestión de datos que los organicen y den soporte a los modelos. De hecho, detrás de esos proyectos de IA suelen surgir grandes iniciativas de gestión del dato, que a su vez abren nuevas oportunidades de negocio dentro del ámbito tecnológico de Minsait.

La cifra de inversión anunciada en IndraMind (200 millones de euros) pone de manifiesto el compromiso con la IA. ¿Cuál es el horizonte temporal esperado? 

Efectivamente, hemos anunciado una inversión de 200 millones de euros en IndraMind, que debe entenderse como la plataforma soberana nacional y europea en el ámbito de la automatización del dato seguro y la toma de decisiones con inteligencia artificial.

Se trata de una hoja de ruta a largo plazo, ya que la ambición del proyecto es enorme, pero estamos dando los pasos desde el principio, con una planificación sólida y realista.

Sin ir más lejos, la semana pasada realizamos el lanzamiento oficial de la unidad de negocio, en el que presentamos las acciones que íbamos a tomar, los próximos hitos y los primeros contratos ya en marcha.

La ambición de IndraMind está a la altura del reto que afrontamos en Europa, y diría que es realmente grande. Estamos poniendo todo nuestro empeño, nuestros recursos y el talento digital de la compañía para hacer que este proyecto avance con éxito.

Para los inversores extranjeros o institucionales, ¿qué mensaje le gustaría destacar de Indra respecto a la IA y su papel como actor de tecnología?

El mensaje, creo, está claro y en línea con todo lo que hemos comentado: Indra Group aspira a ser un actor principal, si no el mayor, dentro del ámbito tecnológico europeo, liderando en materia de inteligencia artificial soberana y segura.

Para conseguirlo, contamos con una hoja de ruta clara, ambiciosa y bien definida, y con una determinación firme. Como compañía, hemos anunciado que invertiremos 3.000 millones de euros en I+D+i de aquí a 2030, focalizando nuestros esfuerzos en defensa, espacio y tecnologías digitales avanzadas.

Por tanto, el mensaje que queremos trasladar a los inversores es claro, coherente y perseverante: sabemos hacia dónde vamos y estamos plenamente comprometidos en hacerlo realidad.

Finalmente, si tuvieran que resumir en una frase la ambición de Indra en este nuevo ciclo tecnológico, ¿cuál sería?

Aspiramos a liderar la transformación digital y la soberanía tecnológica europea, impulsando una inteligencia artificial segura, ética y avanzada, capaz de generar un impacto real en la sociedad, la economía y la defensa.