En enero de este año el EUR/USD iniciaba su andadura rozando las 1,13 unidades con buen tono para la moneda única y mejores perspectivas, que se concretaban en sus máximos anuales, el 10 de febrero de este año, en las 1,1496 unidades. La recuperación se iba consolidando, pero llegó la guerra de Rusia contra Ucrania y lo cambió todo.

El tensionamiento del mercado de materias primas con el petróleo al frente y la crisis energética mundial se apoderaba poco a poco del mercado, con un dólar cada vez más fuerte en un efecto combinado con las subidas de tipos agresivas de la Reserva Federal de Estados Unidos. El resultado conocido por todos, esa caída en verano, en julio en concreto a mínimos de los últimos 20 años para el dólar, mientras se acercaba, con niveles de 1,2 dólares a la paridad, mientras el dólar se dejaba querer por la Fed.

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Con esos niveles de diciembre de 2002, el euro se veía agotado, con Jerome Powell más decidido a subir tipos en vertical frente a Christine Lagarde. De ahí, que en verano se perdiera esa paridad que reflejaba la debilidad del euro en el forex con mayor claridad. Los expertos apostaban porque ese nivel se mantendría, tras marcar los 0,9538 dólares como mínimos del ejercicio.

Por debajo de la paridad, era la nueva referencia, pero llegó el BCE con una inflación desatada por encima del 10% y las subidas de tipos en la eurozona junto con la mayor apreciación del petróleo, que no olvidemos cotiza en dólares, le llevó al euro a retomar la senda por encima de la unidad frente al billete verde en el mes de noviembre, en un resurgir que se mantiene hasta ahora. La agresividad de las subidas de tipos, algo ya más mermada pero sostenida, iguala a ambas divisas en sus niveles actuales.

Así, en su gráfica de cotización, vemos que el euro apenas se mueve en la semana, con ganancias del 0,36%, mientras que, en el último mes, recupera un 3,2%. El trimestre, afianza ese rebote que se consolida por encima del doble dígito, hasta el 11%, aunque, en lo que va de año las caídas se mantienen en el 6,3% para la moneda única europea frente al dólar.

Y ¿qué pasará en 2023? Las previsiones son variadas dependiendo de a quién se pregunte. Por ejemplo, desde Danske Bank no confían en que la paridad se mantenga en el próximo ejercicio, mientras mantienen su opinión bajista en la relación entre el euro y el dólar. En concreto, elevan su pronóstico a 6-12 meses vista, pero lo colocan en las 0,98 unidades, frente a la banda del 0,93.0,95 anterior. Las razones por las que cambiarían de opinión pasan por un giro en la crisis mundial de energía, que variaría sustancialmente la recesión esperada en la eurozona, con un euro que se movería al alza. También mirando a China porque consideran que una apertura del país podría provocar mayores exportaciones lo que beneficiaría a la moneda única.

Desde Renta4, sin embargo, son notablemente optimistas en la recuperación del euro. Con un escenario base en el que, eso sí, el dólar mantendría a corto plazo su fortaleza, pero a medio, contempla niveles de entre 1-1,10 con gradual apreciación del euro, cuando empiece a revertir la actual política monetaria de la Fed, mejore la macro en Europa y baje la aversión al riesgo de forma contundente.

Para Bankinter, en sus previsiones de 2023, el dólar perderá impulso por varias razones, como el menor apetito inversor sobre el billete verde como activo refugio, con moderación de la subida de tipos en EEUU, la relajación China ante el Covid 0, mientras no se materializa el peor escenario de la crisis energética en Europa.

El escenario de Bankinter en el próximo ejercicio para el EURUSD apunta a un nivel de entre las 1,02 y las 1,12 unidades, mientras que, a más largo plazo, en 2024, la horquilla de la relación entre euro y dólar que prevé se situará entre las 1,05 y las 1,15 unidades.

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