Daniel Essindi nació en Barcelona, de origen cubano-alemán. Se crió entre España y Alemania, y ha vivido y trabajado en Europa, Estados Unidos y Asia. Cursó un MBA en la escuela de negocios Kellogg, en EEUU, donde entrenan “para la excelencia”. Además, tiene buen recuerdo de sus compañeros: “Todo el mundo estaba al mismo nivel y te das cuenta que incluso dentro de un ambiente de excelencia hay gente que es más excelente que otras”.
Su trayectoria combina el emprendimiento y la alta dirección en grandes compañías, tanto del sector tecnológico-informativo como del automovilístico. Sobre las diferencias entre crear una empresa propia y hacerlo dentro de una gran organización, afirma: “La experiencia de crear en tecnología, ya estés dentro de una gran empresa o fuera, desde cero es la misma. Lo que cambia son el equipo y los recursos que tienes alrededor”.
Essindi remarca cómo la escala y la mentalidad empresarial difieren en las corporaciones: “Te hemos contratado porque sabemos que tú sabes hacer esto, no te vamos a decir lo que tienes que hacer, eres tú el que nos lo tiene que decir”. Sin embargo, admite que emprender desde dentro no siempre es fácil: “Cuanto más te alejas del nivel ejecutivo, más tienes que explicar lo que haces”.
Actualmente, ofrece consultoría estratégica a grandes empresas con base en su amplia experiencia en Silicon Valley. Se especializa en “cómo se gestiona la innovación y cómo se crean nuevos modelos de negocio basados en la tecnología”. Essindi identifica la singularidad de Silicon Valley en la retroalimentación entre emprendedores, servicios y capital: “Eso crea un efecto compuesto que es muy difícil de replicar”. Además, señala que la ambición y escala son cualidades clave: “Desde Silicon Valley, el mercado es un mercado global y se mide en miles de millones”.
Al hablar de Sam Altman, lo califica como “una referencia total”, y subraya que OpenAI trabajó durante años antes de lanzar ChatGPT, lo que demuestra la ventaja competitiva de una visión de largo plazo. También destaca la aceleración de los ciclos tecnológicos: “La era del PC tardó 20 años; la del smartphone, 10; la de la inteligencia artificial, 3”.
En cuanto al papel de Europa frente a China y EEUU, afirma que “Europa aún tiene un papel a jugar”. Apunta que iniciativas como Mistral en Francia son ejemplo de cómo Europa puede destacar: “La inteligencia artificial creada en Europa como Mistral es muy importante”. Sobre Alemania, considera que está haciendo “un bypass” para ponerse al día en digitalización, pero asegura que el problema europeo es estructural más que de talento.
De cara al futuro, quiere contribuir a canalizar la inteligencia artificial en España y Europa. “Esta es la primera vez que estoy viviendo una revolución tecnológica que está cambiando todas nuestras vidas”.