La renta variable europea vuelve a tomar protagonismo en un momento en el que los mercados, tanto en el Viejo Continente como en Wall Street, avanzan con cautela después de varios meses de subidas. La volatilidad reciente tiene dos explicaciones claras: por un lado, las bolsas han revalorizado ya alrededor de un 3% y cualquier decepción en resultados se castiga con dureza; por otro, la distancia entre valoraciones estadounidenses y europeas nunca había sido tan evidente. Mientras el PER estimado del mercado norteamericano supera las 22 veces, muy por encima de su media histórica, el europeo ronda las 14, un nivel más razonable y en línea con sus promedios de largo plazo. A este abaratamiento relativo se suma un giro al alza en las revisiones de beneficios en Europa y un exceso de pesimismo que podría comenzar a revertirse conforme se concreten los efectos de los estímulos en Alemania y la esperada bajada de tipos. Este cóctel ha devuelto atractivo a un mercado europeo que durante años ha vivido a la sombra de Wall Street.
En este contexto, vuelve a surgir la eterna cuestión estacional: ¿habrá rally de Navidad? La historia bursátil alimenta la esperanza. Desde que Yale Hirsch identificó el fenómeno en 1972, el mercado estadounidense ha tendido a repuntar entre el 26 de diciembre y el 2 de enero, con ascensos medios del 1,3% y un 79% de sesiones positivas en ese periodo. Aunque no es una ley matemática, sí es un patrón psicológico y operativo que suele reforzarse con el reequilibrio de carteras, la menor actividad por las fiestas, las entradas puntuales de liquidez y la predisposición natural del inversor a cerrar el año con buen tono. Tras las correcciones recientes, muchos expertos interpretan el movimiento como una simple toma de beneficios antes del último empujón del ejercicio y anticipan un cierre positivo tanto para el conjunto de bolsas globales como para el propio IBEX 35, cuya historia de diciembre es más irregular pero que este año llega reforzado por avances de doble dígito desde enero.
El buen comportamiento del Ibex 35 es resultado, en parte, de unos fundamentales más sólidos de lo previsto. La liquidez, además, continúa abundante y las valoraciones se han defendido con sorprendente firmeza. Esto ha permitido que 30 valores del IBEX 35 registren subidas en el año y que 29 de ellos lo hagan a doble dígito, con casos extraordinarios como Indra, Unicaja, Santander o Solaria, que superan el 100% de revalorización. Con un 2026 que ya asoma en el retrovisor, los analistas coinciden en que ha llegado el momento de revisar carteras, explorar rotaciones sectoriales y ajustar diversificación de cara al nuevo ciclo.
Solaria se ha convertido, precisamente, en uno de los símbolos del vigor bursátil del mercado español. Impulsada por su Capital Markets Day, la compañía ha presentado un plan inversor de 2.500 millones para el periodo 2026–2028 con el que aspira a duplicar su Ebitda, triplicar su capacidad operativa y consolidarse como un actor clave en la infraestructura energética del continente. Su apuesta por los centros de datos sostenibles —con 3,4 GW asegurados y suelo en desarrollo— ha sido recibida con entusiasmo por los inversores, y Barclays ha elevado su precio objetivo a 23,5 euros, lo que otorga al valor un potencial superior al 30%. Con un beneficio neto que crece un 148% en el año y un Ebitda que ya casi alcanza su objetivo anual, la compañía se posiciona como uno de los grandes protagonistas del sector renovable europeo.
En paralelo, Telefónica vive semanas decisivas tras presentar su nuevo plan estratégico “Transform & Grow”. La reducción del dividendo a partir de 2026 y un ambicioso programa de recorte de costes desencadenaron un brusco ajuste en su cotización, que pasó de 4,29 euros a tocar los 3,59. Simultáneamente, la compañía ha iniciado conversaciones con los principales sindicatos para avanzar en su reorganización interna, que incluirá expedientes de regulación de empleo en varias filiales del grupo. El mercado se pregunta ahora si Telefónica seguirá el patrón de otras grandes europeas que fueron duramente castigadas tras un proceso de reestructuración, solo para resurgir con fuerza meses después. Su recuperación dependerá del cumplimiento del plan, de la evolución del sector y del retorno de la confianza inversora en un contexto marcado por fuertes ajustes estratégicos en la industria de las telecomunicaciones.
Más allá de Europa, el sector tecnológico estadounidense continúa escribiendo su propia narrativa. Nvidia ha impulsado al conjunto de los semiconductores tras presentar unos resultados que vuelven a superar expectativas y que han reactivado el interés por el ETF VanEck Semiconductor y sus principales posiciones. El análisis técnico apunta a un sector que podría extender su impulso apoyado en la demanda global de inteligencia artificial y en la expectativa de un ciclo de inversión prolongado en capacidad y diseño de chips.
El universo cripto, por su parte, ha vivido días de tensión tras cinco sesiones consecutivas de fuertes salidas en los ETF de Bitcoin al contado, que restaron al mercado unos 2.300 millones de dólares. Sin embargo, la entrada neta de 75 millones registrada el 19 de noviembre ha sido interpretada como una primera señal de estabilización en un activo que lucha por recuperar los 100.000 dólares y cuyo comportamiento sigue muy condicionado por el apetito institucional.
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