Lo que comenzó como un término utilizado por el banco estadounidense Goldman Sachs en 2001, pasó a convertirse en una asociación real en 2009, de la cual ya forman parte once países. A los cuatro estados originales, Brasil, Rusia, India y China, se les unió Sudáfrica en 2010 y recientemente ha habido seis nuevas incorporaciones: Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. 

Los BRICS se juntaron bajo la convicción de que las instituciones internacionales estaban dominadas por los países occidentales actuando para servir a sus propios intereses. Así, los países en desarrollo se alinearon para crear un contrapeso a Occidente, defender sus perspectivas y ocupar espacios en las tomas de decisiones internacionales. Sin embargo, para muchos de estos miembros no se trata de elegir entre dos bandos, sino de aumentar sus opciones en un mundo cada vez más dinámico.

A pesar de ser una asociación informal, pues carece de un documento constitutivo o un secretariado, eso no les impide marcar una serie de objetivos comunes. Entre ellos, aumentar su participación en las organizaciones internacionales, coordinar una política económica común, reducir su dependencia del dólar o crear su propio sistema financiero. 

A pesar de no verse un cambio drástico en las dinámicas, los BRICS sí han logrado algunos avances en sus propósitos. Ya han creado su propio sistema de pagos transfronterizos, el CIPS, como alternativa al SWIFT y han reducido sus transacciones en dólares. Además, han creado instituciones propias como el Nuevo Banco de Desarrollo o marcos comunes como el Acuerdo de Reservas de Contingencias.

Por otra parte, con las recientes incorporaciones, el grupo se ha convertido en un importante actor energético, pues controla alrededor del 40% de la producción global de petróleo. Esto se debe, principalmente, a las contribuciones de Rusia y Arabia Saudí. A pesar de que el mundo se dirige hacia el abandono gradual de los combustibles fósiles, esto no se traduce en una pérdida total del poder energético del grupo. 

Sus miembros cuentan con grandes reservas de recursos estratégicos como el níquel en Rusia o la producción de tierras raras en China, esenciales para la transición energética. Además, el gigante asiático lidera mercados claves de la transición como el de baterías, coches eléctricos o placas solares. Así, con los recursos naturales de los países y el liderazgo de la industria china, los BRICS pueden conservar una posición clave en el mercado energético post-combustibles fósiles.

Además, los BRICS representan el 36% del PIB global y el 45% de la población mundial lo que les permite demandar un papel más protagonista en las instituciones y en las decisiones internacionales. Egipto, por ejemplo, ha sido la sede de la firma de la primera fase del alto al fuego en Gaza este mes de octubre. Por su parte, China, gana peso como mediador internacional en conflictos como la guerra de Yemen y Rusia aumenta su influencia en los países africanos.

De esta forma, los países del grupo están logrando un mayor protagonismo en el orden internacional. Sin embargo, hay otros aspectos clave en los cuales los BRICS todavía se encuentran muy por detrás de los países occidentales. Es el caso del comercio internacional, donde el 47% de las importaciones y exportaciones globales están representados por los miembros del G7, en comparación con el 22% de los BRICS. Esto se debe a que el crecimiento económico de los mercados emergentes ha sido impulsado principalmente por el aumento de las demandas internas. Por lo que, para poder aumentar su presencia en las transacciones internacionales, los estados miembros de los BRICS deberán aumentar su integración en las cadenas de valor globales.

A pesar de los avances y de las alianzas creadas, existen tensiones y conflictos de intereses dentro del grupo. China e India mantienen su rivalidad histórica por aumentar su influencia en el continente, Egipto y Etiopía por el control de la presa del río Nilo y las disputas regionales entre Irán y Arabia Saudí no han desaparecido. Además, no todos los países comparten la misma visión.

Rusia, China e Irán defienden la naturaleza del grupo como contrapeso directo a Occidente. Sin embargo, otros países miembros ven a la coalición como una plataforma que les permite ganar un mayor peso en los foros internacionales, aumentar su integración económica y crear un orden internacional más igualitario, a la vez que mantienen la cooperación con las economías occidentales. Este es el caso de  Emiratos Árabes Unidos, Egipto o India, que forman parte de esta asociación pero que también tienen importantes acuerdos bilaterales con Estados Unidos en materia de defensa y seguridad.

Con todo, los BRICS no presentan una amenaza para Occidente. Al menos no aún. Estos países están ganando peso a nivel global pero tendrán que resolver sus tensiones internas y encontrar un enfoque común antes de intentar desbancar a Estados Unidos de su liderazgo. A pesar de ello, es muy probable que en los próximos años estos países continúen aumentando su influencia en el orden internacional, liderados principalmente por el poder económico ejercido por China.