Cerramos septiembre con nota sobresaliente. Históricamente es el peor mes para los mercados, sobre todo en Estados Unidos, y sin embargo el S&P 500 avanzó un 3,5% en septiembre, más de un 7% en el trimestre, encadenando siete de los últimos ocho en positivo. Son cifras espectaculares. Ahora arrancamos octubre, que también tiene su peculiaridad: es el mes más volátil del año, un 33% más que la media del resto.
El gran tema encima de la mesa es el cierre de gobierno en EEUU. La historia demuestra que no suele generar demasiada volatilidad. Algunos cierres han durado más, otros menos; el más largo fue con Trump, 35 días. Esta vez podría prolongarse, y sus consecuencias son evidentes: menor producción, empleados públicos sin sueldo, parques y museos cerrados, aprobaciones de medicamentos paralizadas, salidas a bolsa bloqueadas y, lo más relevante, la publicación de datos macroeconómicos detenida. Eso afecta directamente a la Reserva Federal, que tendría menos referencias para decidir sobre tipos. Si los datos de empleo se retrasan, incluso esos 800.000 trabajadores parados temporalmente podrían engrosar la tasa de desempleo hasta el 4,8%. Eso, sumado a la necesidad de refinanciar 11 billones de deuda en los próximos dos años, empujará a la Fed a bajar tipos. Por eso creo que el mercado mira menos al ruido político y más a lo fundamental: resultados empresariales, expectativas en las grandes tecnológicas, la inversión en inteligencia artificial y el gasto de capital.
La economía estadounidense, además, se acelera: PIB creciendo cerca del 4%, ventas minoristas y de viviendas al alza, PMIs en 55, confianza del consumidor fuerte, menos quiebras. Todo ello apunta a un dinamismo que, sin embargo, también trae riesgos inflacionistas. Con aranceles en el 18%, un dólar débil y políticas migratorias expansivas, tenemos todos los ingredientes para que la inflación siga presionando y ponga a la Fed en una situación complicada.
En Europa, uno de los sectores a vigilar es el farmacéutico. El acuerdo del gobierno de Trump con Pfizer para rebajar precios disparó a las farmacéuticas europeas, porque abre la puerta a futuros pactos que alivien la presión regulatoria. Es un sector defensivo, muy castigado este año, y que ahora puede recuperar. A esto se suman la defensa, impulsada por la ciberseguridad y los drones, y las utilities o tecnológicas europeas, que cotizan con descuento frente a las americanas. Son sectores con recorrido, aunque sigo sobreponderando Estados Unidos y China frente a Europa.
En España estamos viendo una mejora clara de las calificaciones crediticias, gracias a un PIB que crece más que la media europea. Gran parte se explica por la inmigración y el turismo, aunque el PIB per cápita no sube al mismo ritmo. Eso genera tensiones en vivienda y pensiones, pero también atrae inversión extranjera. Los fondos europeos Next Generation, el tirón del turismo y las renovables, y el dinamismo del sector servicios han hecho que el IBEX 35 avance casi un 35% en el año, camino de los 16.000 puntos. A niveles de valores y sectores españoles, la banca podría haber tocado techo, aunque sigue fuerte. Pero creo que sectores como turismo, utilities o consumo discrecional —con Inditex a la cabeza— ofrecen alternativas interesantes. Además, la deuda española resulta más atractiva que la francesa: menos deuda sobre PIB, crecimiento superior y superávit más consistente.
No podemos olvidar dos activos clave: el Oro y el Bitcoin. En estos momentos todos los activos financieros suben —bolsas, renta fija, materias primas, cripto— y la tesis sigue siendo la misma: la devaluación de las monedas fiduciarias continuará, y hay que protegerse. Siempre digo que el mejor día para invertir fue ayer, y el segundo mejor es hoy. Aunque parezca tarde, el potencial tanto en oro como Bitcoin sigue intacto.
En el caso de Bitcoin, octubre es su mes más alcista históricamente: sube en el 82% de las ocasiones, con rentabilidades medias superiores al 20%. Llega más rezagado que el oro y la plata, pero los estímulos acabarán reflejándose también ahí. Por eso creo que es momento de incorporarlo a las carteras, junto con los metales preciosos.