Lo que antes estaba dominado por grandes empresas estatales dedicadas principalmente a infraestructuras, energía y materias primas, ha evolucionado hacia una presencia mucho más orientada al consumidor final.

El crecimiento del mercado africano, junto con su progresiva urbanización, está impulsando una nueva ola de exportaciones desde el gigante asiático, centradas en productos de uso cotidiano y tecnologías accesibles.

Este fenómeno se desarrolla en un contexto en el que las economías africanas siguen mostrando dinamismo. Países como Uganda, Kenia o Zambia crecen por encima de la media continental, situando su expansión anual entre el 4,8% y el 6,4%. Mientras tanto, el conjunto de África mantiene un crecimiento estimado del 4,1%, según el FMI. 

Todo ello convierte al continente en un destino atractivo para empresas que buscan diversificación y ampliación de mercados.

Una transformación en la estrategia comercial china

Durante años, la inversión china en África se centró en proyectos extractivos y de infraestructuras. Sin embargo, esta orientación ha perdido relevancia en la última década. 

La inversión en sectores intensivos en recursos se ha reducido cerca de un 40% desde 2015 debido a menores rendimientos y la caída de ingresos asociados a la construcción tradicional. 

La reducción del atractivo de las materias primas ha llevado a las compañías chinas a replantear su estrategia y dirigir su atención hacia el consumo africano.

Paralelamente, las exportaciones chinas hacia África han registrado un crecimiento significativo. En los tres primeros trimestres de 2025 se produjo un aumento del 28% interanual, tras un incremento acumulado del 57% entre 2020 y 2024. 

Este nuevo patrón comercial está basado en bienes con mayor valor añadido, como dispositivos electrónicos, plásticos y productos textiles, sectores donde China mantiene una fortaleza industrial consolidada. 

Según distintos analistas, esta tendencia refleja un giro hacia una relación más diversificada, menos centrada en infraestructuras y más orientada al mercado de masas.

El impulso político y diplomático refuerza la relación

El cambio comercial coincide con acontecimientos diplomáticos de alto nivel. La primera cumbre del G20 celebrada en África ha reforzado la visibilidad del continente como espacio estratégico. 

La representación china estuvo encabezada por el primer ministro Li Qiang, lo que contrasta con la presencia reducida de otros países participantes. Este posicionamiento ofrece una oportunidad clara para afianzar relaciones económicas y promover acuerdos bilaterales en un momento de creciente competencia global.

Junto a la diplomacia, las empresas chinas perciben mayor familiaridad con el contexto africano. Las visitas de delegaciones y el envío de personal técnico para explorar oportunidades han aumentado, reflejando una aproximación más directa y profesional al mercado. 

Esta mayor implicación también se extiende a sectores del día a día, como la energía, donde los paneles solares procedentes de China han proliferado debido a la escasez eléctrica en zonas de África Occidental, formando parte de una respuesta práctica y asequible para millones de hogares.

El atractivo del consumo africano y el papel de las redes sociales

Uno de los elementos más llamativos de esta tendencia es su presencia en plataformas digitales chinas. En redes como Bilibili o Xiaohongshu se multiplican las historias de emprendedores que se trasladan a países africanos y documentan sus experiencias comerciales. 

Las narrativas incluyen tiendas de electrónica, negocios de bubble tea, pequeños electrodomésticos o venta minorista de calzado, actividades que antes eran poco visibles pero que ahora captan un interés creciente.

Estos emprendedores relatan casos de éxito que, según testimonios puntuales, han alcanzado ingresos de hasta seis cifras en dólares en un primer año. Aunque algunos expertos matizan que estas cifras pueden estar infladas, coinciden en que la visibilidad digital está incrementando la percepción de oportunidad. 

Los datos de Euromonitor confirman este fenómeno, indicando que el consumo africano superará los dos billones de dólares en 2030, impulsado por una población joven, urbanizada y conectada. 

En ese entorno, marcas asiáticas y chinas están llegando al consumidor africano a través de plataformas de comercio electrónico, ampliando su alcance más allá de los canales tradicionales.

La expansión industrial china en suelo africano

El auge de exportaciones convive con un movimiento creciente hacia la producción local. Empresas como Midea o Transsion han ampliado su presencia mediante fábricas en Egipto y otros países, mientras que firmas comerciales como Sunda International han desarrollado más de veinte centros de producción en distintos puntos del continente durante la última década. 

Esta estrategia permite reducir riesgos logísticos, ajustar precios y adaptarse mejor a mercados fragmentados donde el transporte interno puede ser un desafío.

La participación china también está vinculada a proyectos de infraestructura estratégica. Recientemente, el primer ministro Li visitó Zambia para supervisar la modernización del corredor ferroviario que conecta el país con el océano Índico. 

Esta mejora repercutirá directamente en el transporte de mercancías, facilitando aún más la llegada de productos manufacturados desde Asia o fabricados ya en suelo africano.

Las sombras de un crecimiento acelerado

No obstante, la expansión comercial también presenta desafíos. La entrada masiva de artículos de bajo coste puede afectar negativamente a la industria local, dificultando el desarrollo de capacidades productivas propias. 

Algunos analistas sostienen que África debe aspirar no solo a ser un mercado de consumo, sino también un espacio donde se generen bienes destinados a sus propios habitantes.