Carlos Arenas, analista de fondos de Ei, destaca que si bien los datos de inflación en Europa parecen más controlados que en EE. UU., el BCE podría verse presionado a reducir los tipos de interés por razones distintas a las que el mercado anticipa.
Una de las principales preocupaciones que arguye es el impacto de una posible bajada de tipos por parte de la Reserva Federal. Si la Fed reduce sus tipos una o dos veces este año, el euro podría apreciarse aún más frente al dólar. En un contexto donde economías clave de la eurozona, como Alemania y Francia, ya enfrentan estancamiento e inestabilidad, una apreciación del euro podría mermar aún más las exportaciones, ralentizando el crecimiento económico. Este escenario subraya la delicada balanza entre la estabilidad de precios y el fomento del crecimiento económico.
Otro factor crucial es el creciente coste de financiación para los estados. La deuda soberana, tanto a 10 como a 30 años, está experimentando un aumento significativo. Aunque el BCE cuenta con el Instrumento de Protección de la Transmisión (TPI) desde julio de 2022 para asegurar una transmisión uniforme de la política monetaria a todos los estados miembros, su efectividad podría ser limitada, especialmente al comprar deuda de países como Alemania y Francia. En este sentido, una bajada de tipos por parte del BCE aliviaría la carga financiera de la emisión de deuda pública en estas potencias europeas.
El mercado ya ha descontado en gran medida las bajadas de tipos en EE. UU. y una posible reducción en diciembre por parte del BCE, aunque esta última con menor certeza. Por lo tanto, no se espera un repunte bursátil significativo. Sin embargo, existe el riesgo de que el mensaje detrás de estas bajadas de tipos sea interpretado como una señal de peligro de recesión o un enfriamiento económico más acelerado de lo previsto por los bancos centrales. Si la justificación de la bajada de tipos se basa en datos económicos desfavorables o en la necesidad de evitar una recesión, los mercados bursátiles podrían experimentar caídas en lugar de rebotes.
En cuanto a la renta fija, las medidas de los bancos centrales impactarán principalmente los plazos medios y largos, que son más sensibles a los tipos de interés, a juicio de Carlos Arenas. Aunque una reducción de tipos suele generar mayores rentabilidades en la renta fija, el control del BCE y la Fed se limita al corto plazo. Si la macroeconomía empeora, como se observa en Francia y Alemania con el aumento de los costes de financiación, los recortes de tipos del BCE podrían tener un efecto limitado en el largo plazo, donde las rentabilidades podrían seguir aumentando, provocando caídas en los activos de renta fija a medio y largo plazo. Para protegerse, se recomienda invertir en plazos más cortos, donde las bajadas de tipos podrían ser beneficiosas.
Además indica, que la bajada de tipos de la Reserva Federal ya está descontada. No obstante, si la Fed realizara otra bajada en diciembre o una reducción más pronunciada, la depreciación del dólar frente al euro sería aún mayor. Un euro más fuerte dificultaría las exportaciones de la Unión Europea, a pesar de que gran parte de sus exportaciones son de alto valor añadido, lo que mitiga el impacto de una apreciación significativa de la divisa. Aunque no se hacen pronósticos de divisas, Carlos Arenas sugiere la posibilidad de que el par euro-dólar alcance niveles de 1,18 o incluso 1,20, lo que implicaría una depreciación aún mayor del dólar frente al euro.
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