Si la idea es la de jubilarnos con una muy buena renta adicional a nuestra jubilación, con estos 490.000 euros podríamos disfrutar de 30.000 euros al año durante esos veinte años, lo que nos daría una muy buena calidad de vida desde los 67 hasta los 87 años.
La parte realista y más complicada de la ecuación sería que para obtener ese capital cuando cumpla los 67 años tendría que haber sido capaz de ahorrar unos 8.100 euros anuales durante 40 años, suponiendo también que usted fuera capaz de superar a la inflación en dos puntos porcentuales. Claro que todo esto habría de ser revisado anualmente para adaptar las inversiones a la situación personal y al entorno económico.
Ahora bien, dicen los expertos de asesora.com que para poder conseguir ese capital con el que vivir a través de las rentas generadas, será necesario adquirir la habilidad de ahorrar lo más pronto posible, para a la vez aprovecharse del tiempo, a través de la reinversión de los beneficios generados y tratando de evitar “poner todos los huevos en la misma cesta”.
Para ello es importante, tomar conciencia de que usted, a menos que pretenda enriquecerse a través del azar (muy complicado y difícilmente sostenible), tendrá que ser capaz de gastar menos de lo que ingresa, para con esa parte que ahorra poder constituir un capital a futuro, que le permita dejar su empleo habitual o jubilarse con una gran hucha.
En primer lugar, tendría que tratar de ahorrar tanto como sea posible a largo plazo (sería recomendable la inversión en productos con mayor presencia de renta variable), para cada año evaluar el grado de cumplimiento de objetivos, y ajustar el plan, tanto por cambios producidos en su situación personal como por posibles cambios producidos en el entorno.
La mejor manera de llegar a generar riqueza, sería mediante la planificación financiera, pero eso sí a través del ahorro, el tiempo. Ya que no existen fórmulas mágicas para hacerse rico, salvo a golpes de fortuna, la gente corriente se verá obligada a recurrir al esfuerzo y al sacrificio.
Por tanto vuelvo a recordar: La realidad, lejos de la ficción nos ha dejado un principio básico, “No existe el producto perfecto”, lo más importante a la hora de elegir es tener claro cuál es nuestro perfil de riesgo. De manera que si queremos aspirar a obtener una rentabilidad mayor mediante un producto financiero, también tendremos que tolerar una menor seguridad o un mayor riesgo. De otra manera: Nadie regala duros a cuatro pesetas.