De cara al futuro, le asignan un 35% de probabilidad a una recuperación en forma de V. En este escenario, el crecimiento chino se verá gravemente afectado durante los dos primeros trimestres y la producción caerá al menos un 10% en la primera mitad del año. Sin embargo, el país experimentará una fuerte recuperación en el segundo semestre, a medida que se repongan los inventarios y se reanuden la producción y el consumo de servicios.

 

No obstante, si los esfuerzos de contención en China resultan ineficaces y el virus se propaga dentro y fuera del país asiático, posiblemente en una «segunda oleada», la actividad económica podría sufrir una fuerte caída en las regiones afectadas. Este tipo de impacto en la oferta y la demanda provocaría un drástico retroceso del PIB chino a largo plazo.

 

Con respecto a las perspectivas económicas, Lale Akoner, estratega de mercado en BNY Mellon IM, comenta:

 

"Tanto las autoridades monetarias como fiscales intentarán hacer «lo que sea necesario» para impedir que la economía caiga en recesión a largo plazo. Sin embargo, los mercados están descontando que la recesión durará más de uno o dos trimestres. Además de la preocupación que suscita el que la pandemia acabe provocando una recesión prolongada, estamos viendo indicios de falta de liquidez y otras disfuncionalidades en el mercado que alimentan el temor de los inversores"

 

La conclusión de BNY Mellon en términos de inversión, basada en las expectativas de rentabilidad y riesgo, es que puede resultar aconsejable mantener una postura más conservadora hasta que se tenga más claro en qué momento las políticas fiscales y monetarias expansivas darán lugar a una recuperación sostenida del mercado.

 

Cabe la posibilidad de que se produzca un fuerte rebote y habrá grandes oportunidades de compra, aunque es imposible saber cuándo empezarán a recuperarse los mercados. En China, parece que el mercado de renta variable marcó su nivel más bajo una semana y media después de iniciar el confinamiento.

 

Parece que el COVID-19 es más infeccioso que el SARS (síndrome respiratorio agudo grave) o el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio), por lo que es probable que las principales repercusiones económicas estén ligadas a las medidas adoptadas para contenerlo, como restricciones de viaje, reducción de la jornada laboral y, en casos extremos, confinamiento.

 

En una situación de pandemia como la que se está viviendo, al contagio del virus se le suma la propagación de una narrativa basada en el miedo que también se ha hecho viral y que resulta perjudicial para los mercados y las economías.