La semana ha estado marcada por los niveles de máximos históricos vividos por algunos indicadores europeos. Es el caso del Dax alemán, que ha alcanzado, por encima de los 24.82 puntos, los mejores niveles de toda su historia.
Esto se une con los máximos de 17,5 años, desde enero de 2008 que ha marcado en los últimos días el IBEX 35, con niveles de cierre de los 14.348 puntos, La bolsa griega también se posicionaba con máximos no vistos desde 2010 en el Athex y, el índice bancario del Euro Stoxx 600 también registraba sus máximos desde finales de 2008. Todo ello mientras el ETF iShares MSCI United Kingdom marcaba su máximo nivel en una década.
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Y todo ello tiene un porqué más allá del acuerdo económico histórico, el primero posBrexit tras 2020 entre la Unión Europea y el Reino Unido.
Una situación en la que los expertos del mercado, a pesar de que ya se ha visualizado cierto cansancio tras las fuertes subidas y además continuadas en los indicadores del Viejo Continente, siguen apostando por Europa, incluso cuando el impacto en EE.UU. de la retirada de la máxima solvencia de Moody's, la famosa triple A para la última agencia de rating que lo mantenía, se vio matizado por los indicadores de Wall Street.
Pero la latencia del problema de la deuda soberana americana se irradia en los mercados. Una mirada con doble imagen: por un lado prefieren Europa, pero por el otro, ese cambio de sesgo latente casi desde principios de año, a pesar de que las expectativas iniciales no apuntaban a ello, viene propiciado por las distintas visiones de los activos americanos.
Pero vayamos por parte. Hay quien, directamente, considera que es momento de reasignación global hacia las acciones europeas. Su nombre es HSBC. Desde la firma señalan que podríamos estar ante el comienzo de un cambio estructural en los flujos de acciones globales.
Para el estratega de la entidad hongkonesa británica, Alastair Pinder, “en muchos sentidos, el actual escenario de salida del paso, marcado por aranceles vacilantes y señales políticas cambiantes, podría ser el entorno con más probabilidades de desencadenar una rotación en la renta variable global”
Y añade que “si las condiciones hubieran sido tan graves como temían los mercados tras el ‘Día de la Liberación’, el daño habría afectado a los activos de riesgo en general. En cambio, lo que observamos es un contexto más matizado: EE. UU. ya no luce tan excepcional, mientras que otras economías del mundo están intensificando sus estímulos”.
Señala que, según sus datos, hasta el 9 de mayo pasado, los inversores extranjeros retiraron aproximadamente 30.000 millones de dólares de la renta variable estadounidense. Destaca que además "hay indicios de que la renta variable europea se está beneficiando, con entradas sustanciales de 35 000 millones de dólares en lo que va de año, especialmente en Alemania".
Desde Citi señalan que en las últimas ocho semanas han visto las entradas más elevadas de capital en los fondos europeos desde principios de 2008. Y no es habitual, porque desde la firma señalan que los fondos americanos suelen ser compradores marginales en Europa, pero "importantes indicadores de sentimiento".
En JPMorgan afirman que "creemos que la renta variable europea representa una oportunidad que merece atención. Nuestra previsión para mediados de 2026 de 5.400-6.000 € para el EURO STOXX 50, un índice de empresas líderes de la eurozona, sugiere una posible apreciación de dos dígitos".
Y afirman que "el Euro Stoxx 50 cotiza a 15 veces, según las estimaciones de beneficios a 12 meses. Esto es poco exigente en comparación con el S&P 500, que cotiza a más de 20 veces los beneficios a futuro".
Para Barclays, las dos caras del mercado americano se evidencian de tal modo que esa lucha entre la tensión fiscal y la recuperación de la inversión se mantiene, mientras afirman que los rendimientos en EE.UU. no se han movido lo suficiente a nivel local como para que sean relevantes para la renta variable a corto plazo. Y, sobre todo, porque los inversores no terminan de asumir riesgos.
La deuda es una de las grandes culpables, a decir de Capital Economics. Su responsable para Asia Pacífico, Thomas Mathews, destaca que tras la rebaja de la calificación crediticia americana "el sentimiento hacia el estatus de refugio seguro de los bonos del Tesoro se ha deteriorado" y se produce además, a su juicio, "en un momento más delicado para el mercado que cuando la implementó Standard & Poor's en 2011".
Aunque no todos los expertos son de la misma opinión. Desde Morgan Stanley indican que sólo una gran excepción confirma su apetito por los activos emitidos en dólares: se trata del billete verde, del propio dólar.
Consideran desde la forma estadounidense que se decantan claramente por sobreponderar tanto acciones como bonos soberanos de EE.UU.
Y las razones que argumentan son tres: la menor incertidumbre arancelaria, la ausencia de probabilidad de recesión en este concreto momento de mercado y el margen que presenta ahora el mercado para que la Fed vuelva a la senda de nuevos recortes de tipos de interés en Estados Unidos.
La nota de color es el dólar, que recorta un 8% en el año colocando su índice por debajo del nivel de 100, mientras espera un mayor debilitamiento, con una caída añadida del 9% para el billete verde a 12 meses vista.
Todo lo contrario para el S&P 500 del que espera una progresión hasta los 6.500 puntos a finales del segundo trimestre de 2026, pero amplia el plazo para ese recorrido, desde sus niveles anteriores previstos para finales de este año.