Tras unas espectaculares revalorizaciones en los últimos dos años, que han llevado por ejemplo a NVIDIA a ser la empresa más valiosa del mercado, últimamente están surgiendo temores de que el mercado bursátil se encuentre atrapado en una burbuja de Inteligencia artificial (IA) que trae recuerdos de finales de la década de 1990, cuando el frenesí de las primeras empresas de internet finalmente condujo al estallido de la burbuja puntocom.

El estratega de Goldman Sachs Peter Oppenheimer intenta dar respuesta a estos temores en un informe titulado ‘Por qué no estamos en una burbuja... todavía’.

“El mercado alcista de la renta variable y el continuo ascenso de las empresas tecnológicas líderes han llevado a muchos a preocuparse por la posibilidad de que estemos en una burbuja”, escribe Oppenheimer. “La historia sugiere que las burbujas suelen estar impulsadas por la exuberancia que se genera en torno a una tecnología transformadora, atrayendo inversores, capital y nuevos participantes. Normalmente, las burbujas presentan un rápido aumento de los precios de los activos, valoraciones extremas y riesgos sistémicos significativos impulsados por un mayor apalancamiento”.

El experto reconoce que existen elementos en la situación actual que coinciden con burbujas anteriores, entre los que cita “el aumento de las valoraciones absolutas, la alta concentración del mercado, la mayor intensidad de capital de las empresas líderes y la aparición de la financiación de proveedores”.

Sin embargo, “observamos diferencias clave”, explica el experto de Goldman Sachs. En primer lugar, “la apreciación del sector tecnológico se ha visto impulsada, hasta ahora, por el crecimiento fundamental, en lugar de por la especulación irracional sobre el crecimiento futuro”. Asimismo, “las empresas líderes que han obtenido los mayores rendimientos tienen balances generales inusualmente sólidos”. 

En tercer lugar, “el sector de la IA ha estado, hasta ahora, dominado por unas pocas empresas consolidadas”, cuando la mayoría de las burbujas se forman “en un período de gran competencia, a medida que tanto los inversores como los nuevos participantes acuden en masa al nuevo mercado”.

Por otro lado, el analista de Goldman Sachs recuerda que las burbujas tienden a desarrollarse cuando “se produce un aumento combinado de los precios de las acciones y las valoraciones hasta tal punto que el valor agregado de las empresas asociadas con la innovación supera los flujos de caja potenciales futuros que probablemente genere”. “Las valoraciones del sector tecnológico se están estirando, pero aún no alcanzan niveles consistentes con burbujas históricas”, apunta sobre la situación actual.

“Si bien parece que aún no estamos en una burbuja, los altos niveles de concentración del mercado y el aumento de la competencia en el sector de la IA sugieren que los inversores deberían seguir centrándose en la diversificación”, concluye Oppenheimer.