Desafío demográfico y presión sobre el sistema
La longevidad avanza con fuerza en España, generando un volumen creciente de personas que ya cobran o están próximas a cobrar una pensión durante dos décadas de media. Mercedes Ayuso, Directora del Máster en Dirección de Entidades Aseguradoras y Financieras y catedrática de Universidad de Barcelona señala que la combinación entre una población cada vez más longeva y una base laboral en retroceso es el núcleo del problema. Aunque es un logro social, la presión sobre un sistema de reparto es inevitable. La inmigración puede aliviar temporalmente la base de cotizantes, pero su impacto es incierto: depende del ciclo económico y, a largo plazo, también genera derecho a pensión.
Gasto creciente, déficit estructural y presión macroeconómica
Informes de FEDEA y AIReF anticipan que el gasto en pensiones podría crecer del 13% actual del PIB a más de 18% en 2050. Carlos Arenas, director de fondos de Estrategias de Inversión destaca que el déficit anual ronda los 70.000 millones de euros. Mantener la revalorización con el IPC obliga a restringir el gasto en otras áreas del Estado. En un contexto inflacionario, el sistema se tensiona aún más.
Reformas recientes: avances insuficientes
Los últimos ajustes (mayor edad legal, Mecanismo de Equidad Intergeneracional y nuevas aportaciones) representan un progreso, pero no resuelven la sostenibilidad a largo plazo. Carlos González, Director de Relación con Inversores, Marketing y Comunicación en Cobas Asset Management subraya que los incentivos a los planes de empleo siguen siendo débiles y la educación financiera de trabajadores y empresas continúa siendo insuficiente. Además, la tasa de sustitución futura podría caer del 80% actual hacia niveles del 50%, lo que exigiría a los trabajadores ahorrar entre el 25% y el 30% de sus ingresos.
Hacia un modelo mixto: capitalización, cuentas personales y referentes europeos
Entre las alternativas viables destaca la transición a un sistema mixto donde el reparto conviva con cuentas individuales. Mercedes Ayuso propone cuentas nocionales que vinculan cotización y pensión sin perder la solidaridad. Carlos González plantea que los fondos recaudados por el MEI se inviertan a través de un fondo público, siguiendo ejemplos como Suecia o Noruega. Los países nórdicos y el autoenrollment británico muestran que la capitalización puede integrarse en un sistema público sin poner en riesgo las pensiones mínimas ni la cobertura universal.
Productividad, digitalización y un optimismo moderado
Pese al diagnóstico complejo, existe cierto optimismo. La digitalización facilita el acceso al ahorro, automatiza decisiones y simplifica trámites. La robotización podría elevar la productividad y compensar la menor población activa; incluso se apunta, en tono anecdótico, que “los robots podrían acabar pagando las pensiones del futuro”.
Los expertos coinciden: el sistema actual no es sostenible en su forma presente. Pero también señalan que el país cuenta con herramientas y experiencias internacionales capaces de guiar una transición ordenada.
La clave estará en combinar voluntad política, educación financiera y una visión de largo plazo que permita equilibrar reparto, capitalización y productividad.