La incertidumbre sigue siendo plena más allá de la pandemia. Ahora con los efectos devastadores y añadidos de la guerra, con la inflación muy elevada y su reflejo en las subidas de tipos de la eurozona. Las grandes firmas como Goldman Sachs y Morgan Stanley, descuentan ya que se produzca crecimiento negativo en la eurozona durante el próximo año. Especialmente con Alemania al frente, donde se cuenta claramente la recesión.

Lo ha reconocido su ministro de economía Robert Habeck por el efecto de la guerra y se espera, de forma oficial una contracción del 0,4% para todo 2023. Sin embargo, lo cierto es que ya se esperan cifras negativas en el tercer trimestre y su avance ha sido de tres décimas.

El caso alemán es un mal augurio porque, buena parte de nuestro comercio se establece con Europa. De hecho, en el acumulado del ejercicio, el 73,2% de nuestras ventas al exterior se dirigen al Viejo Continente. De ellas, un 62% a la Unión Europea y el 54,4% a la zona euro, con Francia, Alemania, Portugal e Italia, por este orden como principales socios comerciales. También en el caso de las compras, con el 53% que se dirige a Europa el 44% a la UE y a la eurozona el 37,1% de las importaciones.

Y todo ello con niveles de inflación desatados, de máximos históricos, que, a pesar de las subidas de tipos en la eurozona hasta el 2% dejan en octubre la inflación en un récord del 10,7%.

Ese es nuestro entorno, pero lo cierto es que, mientras el Banco de España esperaba equilibrio sin crecimiento en este tercer trimestre, a la postre, el aumento de nuestro PIB ha sido nimio, pero de dos décimas. Aun así, desde la AIReF, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal se espera la entrada en recesión tras el primer trimestre de 2023, porque descuenta la caída del PIB en España en el cuarto y en los tres primeros meses de 2023. Es lo que se considera recesión técnica, dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo.

Todo ello aderezado con niveles de inflación, que en el caso de España ahora mismo bien es cierto que se alejan de la cota de la eurozona. Se mantiene, en el flash de octubre en un menor, pero más que elevado 7,3% frente al 10,7% de media en la zona euro. Sin crecimiento y con esos niveles de inflación, la capacidad adquisitiva merma de forma considerable. Y también repercutirá, de mantener esos niveles, en nuevas subidas de tipos de BCE y posiblemente, igual de abruptas que hasta ahora, con lo que el impacto contra el crecimiento puede ser de mayor cuantía, con todo lo que conlleva: menor inversión, consumo que se desacelera y efecto en el mercado laboral.

Mucho se está hablando también de la recesión técnica, que es recesión como tal, al fin y al cabo. Pero se refiere, en especial, a la profundidad de esa falta de crecimiento, o con décimas negativas en la economía. En ese punto y, en este momento, se descuenta, por ejemplo, desde BBVA Research y su economista jefe Jorge Sicilia “el periodo de estancamiento será corto y la recuperación se reactivará en los primeros meses de 2023”, con lo que se conoce hasta ahora.

También piensan así desde CaixaBank y su responsable de Planificación Estratégica y Estudios, Eric Fernandez quien destaca que “en un contexto tan incierto como el actual cabe esperar una desaceleración sin necesariamente caer en una recesión”.

Desde Funcas no descartan la recesión técnica, aunque evidencian que “el colchón de sobreahorro que se generó durante la pandemia ya se ha consumido. El principal factor del menor dinamismo de la economía es la pérdida de poder adquisitivo de los hogares, como consecuencia de la inflación”.

De momento nos quedamos con lo mejor, ya que la vicepresidenta económica Nadia Calviño, en declaraciones ayer mismo en el Congreso en la sesión de control al Gobierno, indicaba que las previsiones de crecimiento para todo 2022 del 4,4% podrían quedarse cortas, lo que indicaría implícitamente, un mejor desempeño en el último trimestre del ejercicio.

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