La magnitud de la cifra exigida y la ausencia de garantías de estabilidad generan un escenario que preocupa a analistas y a la propia administración de Seúl.
Las conversaciones comerciales se han estancado desde que ambos gobiernos alcanzaran un acuerdo verbal el pasado mes de julio. El plan contempla que Corea del Sur aporte 350.000 millones de dólares en inversiones a cambio de una reducción de aranceles, pero las condiciones impuestas por Estados Unidos han encendido las alarmas en la península asiática.
Riesgos de una crisis financiera
Durante una entrevista, Lee subrayó que retirar una cantidad tan elevada del mercado interno sin un mecanismo de intercambio de divisas podría provocar una fuerte presión sobre el won. La retirada masiva de capital, explicó, replicaría los desequilibrios que llevaron a la nación a solicitar un rescate al FMI hace más de dos décadas.
El presidente señaló que la diferencia respecto a Japón, que recientemente firmó un pacto similar con Estados Unidos, radica en la fortaleza de sus reservas internacionales y la existencia de un swap de divisas ya acordado. Corea del Sur cuenta con la mitad de esas reservas y carece de instrumentos equivalentes para mitigar el impacto.
Tensiones en la relación bilateral
El aviso de Lee llega en un momento en que las relaciones entre ambos países se ven afectadas también por otros episodios. La redada de inmigración en Georgia, que terminó con la detención de cientos de trabajadores surcoreanos en una planta de Hyundai y LG Energy Solution, generó un fuerte malestar en la opinión pública de Seúl. Aunque Lee evitó culpar directamente a Donald Trump, calificó el trato como demasiado duro y advirtió que sucesos de este tipo pueden desincentivar futuras inversiones.
Pese a la tensión, el presidente aseguró que el vínculo estratégico con Washington no se verá quebrado y destacó la disposición de ambas partes a encontrar salidas razonables. Sin embargo, dejó claro que la confianza empresarial se ve comprometida cuando no existen garantías mínimas de viabilidad comercial.
Obstáculos en las negociaciones
Uno de los puntos más delicados en las conversaciones es la falta de consenso sobre cómo se gestionarán las inversiones. Estados Unidos mantiene la idea de controlar directamente dónde se aplicarán los fondos, algo que preocupa a Seúl, que teme un uso poco favorable para su economía.
El secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, ha defendido públicamente que Corea del Sur debe seguir el ejemplo japonés y aceptar las condiciones pactadas por Tokio. Sin embargo, desde la presidencia surcoreana se insiste en que los proyectos financiados deben ser comercialmente viables y no simples transferencias de capital.
La oficina de Lee insiste en que los detalles técnicos siguen siendo el mayor obstáculo para cerrar el acuerdo. Mientras Washington presiona para que se acelere la firma, Seúl busca introducir cláusulas que aseguren un equilibrio entre inversión y retorno, evitando así un impacto desproporcionado en su economía.
Repercusiones geopolíticas
El debate económico se enmarca en un contexto geopolítico cada vez más tenso. Corea del Sur se encuentra atrapada entre la presión de sus aliados tradicionales y la creciente cercanía entre Corea del Norte, China y Rusia. Para Lee, esta dinámica convierte a su país en un punto crítico de cualquier posible conflicto entre bloques, lo que refuerza la necesidad de estabilidad financiera.
El mandatario reiteró que la prioridad debe ser garantizar la seguridad económica del país mientras se mantienen los compromisos internacionales. Para ello, considera imprescindible reforzar los mecanismos de protección frente a posibles crisis financieras derivadas de exigencias externas.
Un equilibrio difícil de alcanzar
La advertencia de Lee Jae Myung no es solo un mensaje interno. Es también una llamada a Estados Unidos para reconocer que los acuerdos deben basarse en un principio de racionalidad compartida entre aliados.
Según el presidente, una cooperación desequilibrada podría desatar consecuencias indeseadas que terminarían debilitando la relación bilateral y afectando a la confianza mutua.
En este sentido, subrayó que la colaboración en defensa y seguridad no debería mezclarse con la presión económica. Aunque Washington mantiene 28.500 soldados desplegados en la península, Seúl reclama separar esas conversaciones de las exigencias comerciales.
El futuro de las negociaciones permanece incierto, y todo apunta a que las discusiones se prolongarán durante los próximos meses.