Según The Financial Times, se trata del segundo ajuste a la baja en apenas dos meses, tras la rebaja de junio que lo llevó del 21% al 20%.

Esta política se produce en un contexto en el que la inflación ha comenzado a moderarse, permitiendo a la entidad adoptar medidas más flexibles.

Con una economía que deja atrás el sobrecalentamiento de 2023 y 2024, se abre espacio para reducir las tasas sin poner en riesgo la estabilidad de precios.

El impacto del gasto militar y las exportaciones

El crecimiento económico de Rusia durante los dos últimos años estuvo respaldado por un gasto militar sin precedentes y por el mantenimiento de las exportaciones de crudo, que permitieron sortear las sanciones occidentales. Sin embargo, los analistas señalan que ese impulso ya muestra signos de agotamiento.

Con la economía regresando a una senda más equilibrada, el banco considera que mantener tasas elevadas carece de justificación. De hecho, el enfriamiento de la demanda interna ha sido más rápido de lo previsto, lo que refuerza la decisión de seguir con las reducciones de tasas.

Perspectivas para la inflación y el crédito

Aunque la inflación ha bajado —con un índice anual en el 9,4% en junio—, el Banco Central de Rusia no abandonará una postura prudente. Su objetivo sigue siendo regresar al 4% en 2026, y para ello mantendrá una política monetaria estricta durante el tiempo necesario.

En paralelo, se han encendido las alertas en el sistema financiero. Algunas entidades bancarias rusas han comenzado a mostrar un aumento en los préstamos impagados, lo que plantea dudas sobre la estabilidad general. El ritmo de las reducciones de tasas podría ser clave para evitar que la situación se deteriore.

Las presiones internas para reducir las tasas

Durante meses, empresas y organismos públicos han instado al banco a aliviar la política monetaria, argumentando que las condiciones actuales dificultan el acceso al crédito. A pesar de estas presiones, la institución dirigida por Elvira Nabiullina había señalado que la normalización sería lenta y gradual a lo largo de 2025.

El mercado observa ahora con atención los próximos pasos del banco. Instituciones como el Carnegie Russia Eurasia Center estiman que podrían producirse hasta dos recortes adicionales en otoño, siempre que la inflación se mantenga controlada.

No obstante, algunos expertos advierten que aún es pronto para dar por terminada la batalla contra la inflación. Un aumento del gasto público —impulsado por la voluntad política de sostener el esfuerzo bélico— podría revertir los avances logrados en los últimos meses.

El gobierno aún tiene capacidad de endeudamiento interno, lo que facilitaría una expansión fiscal. Sin embargo, esto podría alimentar de nuevo las tensiones inflacionarias. En ese caso, el Banco Central de Rusia tendría que optar por una estrategia más conservadora para evitar desequilibrios.

Un equilibrio delicado en la política monetaria

La situación actual exige un equilibrio cuidadoso entre mantener condiciones financieras estables y no frenar en exceso el crecimiento. El Banco Central de Rusia parece decidido a actuar con cautela, adaptando su estrategia según evolucione el entorno económico.

Aunque los datos actuales sugieren una mejora en los indicadores de precios, el panorama sigue siendo incierto. Las decisiones sobre los próximos movimientos en las tasas de interés dependerán en buena medida del comportamiento del gasto público y de la capacidad del país para mantener un crecimiento estable sin recurrir a medidas inflacionarias