Las finanzas abiertas constituyen una evolución del concepto de “open banking” o banca abierta. En su concepción tradicional, el open banking permitía que los clientes bancarios compartieran con terceros sus datos financieros para nuevos servicios (por ejemplo, agregadores de cuentas o pago directo desde la cuenta).
Ahora, las finanzas abiertas amplían este ámbito: incluyen seguros, inversión, pagos, crédito, servicios financieros embebidos, y se orientan a una mayor interoperabilidad entre distintas industrias. En el estudio se destaca que los principales elementos que impulsan este modelo son la apertura de la competencia, la omnicanalidad (acceso desde múltiples dispositivos) y la ubicuidad del servicio.
En España, por ejemplo, el informe apunta que más del 54% de los usuarios serían más proclives a compartir sus datos si a cambio obtienen reducciones o eliminación de comisiones. Esto refleja cómo el consumidor está cada vez más abierto a vincular sus datos financieros con servicios digitales, siempre que exista un beneficio tangible.
Un entorno de oportunidad: criptoactivos y finanzas abiertas
Este escenario de cambio también abre una puerta relevante para el mundo de los activos digitales. En un contexto en el que las finanzas abiertas permiten conectar plataformas de pagos, entidades de crédito, firmas de inversión y nuevos jugadores fintech, surge un espacio para que los criptoactivos jueguen un papel complementario. Así, la integración de cartera, custodia y servicios financieros basados en blockchain puede beneficiarse del impulso de este nuevo modelo. Incluso podemos hablar de algunas criptomonedas con mayor potencial de crecimiento que podrían verse favorecidas por la mayor interoperabilidad y adopción de servicios financieros digitales.
Por ejemplo, plataformas que permiten integrar la custodia de criptomonedas, su uso como colateral o la conversión de criptoactivos en servicios de pago o ahorro, pueden ganar tracción gracias a la normalización de las finanzas abiertas. De esta forma, los usuarios podrían beneficiarse de una infraestructura en la que, sin vender sus criptoactivos, acceden a servicios de valor añadido (préstamos, pagos, inversión) integrados.
Beneficios para el usuario y retos para el sector
Para el usuario español medio, la adopción de finanzas abiertas significa mayor flexibilidad, mejor acceso a productos financieros personalizados y posiblemente menores costes. Los datos del informe de Minsait muestran que la banca tradicional sigue siendo la entidad en la que los usuarios más confían para compartir sus datos, lo cual sugiere que la transformación no va a reemplazar al sistema actual, sino que lo complementará.
Entre las ventajas destacan:
- Mejores ofertas personalizadas gracias al análisis de datos compartidos de forma agregada.
- Un ecosistema digital más interconectado que permite servicios cruzados (por ejemplo, pagos, ahorro, inversión en un solo dashboard).
- Posibilidad de que usuarios que antes no tenían acceso a ciertos servicios financieros (por ejemplo, inversión, colateral digital) puedan hacerlo gracias a la menor fricción digital.
Sin embargo, los expertos también señalan desafíos importantes. Uno de los más relevantes es la protección de datos y su privacidad: un 26% de los expertos señala que la falta de apetito del mercado para compartir datos es un freno. Además, el 25% identifica la protección y privacidad de los datos como el principal desafío regulatorio.
Otro aspecto clave es la regulación: aunque el modelo aún no está completamente desplegado en todos los países, la normativa europea como PSD3 (la tercera directiva de servicios de pago) se perfila como una herramienta que estandarizará los derechos de los consumidores y obligará a una mayor transparencia en el intercambio de datos.
Implicaciones para España
En el contexto español, adoptar el modelo de finanzas abiertas antes del 2030 presenta una ventaja competitiva para el país. Con una población cada vez más digitalizada, una banca histórica con infraestructuras sólidas y un ecosistema fintech emergente, España podría posicionarse como un hub de servicios financieros innovadores. El hecho de que la mayoría de los usuarios sea receptiva a compartir datos sí se les compensa con mejores condiciones (como se mostró en el informe) aporta un factor favorable.
Para las entidades financieras españolas, el reto es doble: adaptar la infraestructura tecnológica para asegurar el intercambio seguro de datos y, al mismo tiempo, desarrollar productos de valor que aprovechen la nueva apertura. También implica una transformación cultural: brindar transparencia, explicar a los usuarios qué datos se comparten y cómo se benefician, para generar confianza.
¿Cómo puede evolucionar el ecosistema?
Mirando hacia el futuro, varios escenarios resultan plausibles:
- Integración de servicios de inversión, banca y pagos en plataformas unificadas, donde el usuario gestiona todos sus instrumentos financieros desde un mismo entorno digital.
- Inclusión de criptoactivos en dichos entornos integrados: custodia regulada, conversión entre fiat y cripto, utilización de criptoactivos en productos de financiación o incluso como garantía.
- Más opciones de crédito o financiación digital donde la identidad, los datos de comportamiento financiero y otros activos (digitales y físicos) se usan para otorgar servicios personalizados.
- Colaboración entre bancos tradicionales, fintech y plataformas basadas en blockchain, de modo que la innovación se impulse y propague de forma más rápida.
El estudio de Minsait señala que ya en un 17 % de los casos se cuenta con agendas regulatorias que recogen la implementación de open finance en el corto plazo. Sin embargo, en un 13 % de los casos aún no existe un marco normativo expreso que lo habilite.
Esto muestra que aunque el camino está trazado, su desarrollo completo dependerá de decisiones regulatorias, tecnológicas y de negocio que se materialicen en los próximos años.
Conclusión
El hecho de que el 48% de los expertos considere que las finanzas abiertas serán un modelo estandarizado antes de 2030 refleja un cambio estructural en el sistema financiero. La digitalización, el análisis de datos y la entrada de nuevos participantes están generando una nueva ola en la que la experiencia del cliente, la personalización de servicios y la interoperabilidad se vuelven clave.
Para España supone una ventana de oportunidad significativa. Y en ese marco, los criptoactivos pueden desempeñar un rol complementario relevante, gracias a la mayor apertura de servicios digitales y al desarrollo de infraestructuras de custodia regulada. Si bien existen desafíos por superar como la privacidad de los datos, la regulación y la adopción, el modelo de finanzas abiertas abre la puerta a un sistema más dinámico, competitivo y accesible para el ciudadano.
Con todo, el camino hacia 2030 aparece definido: un ecosistema en el que los clientes tienen mayor control sobre sus datos, las entidades ofrecen servicios integrados, y el valor se crea en torno a la experiencia, la tecnología y la confianza.
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