Y es que ¡no hay tiempo que perder! La falta de convicción de las autoridades políticas ha defenestrado la economía europea. Hablar de leyes, de debates políticos, de austeridad, de recortes de déficit se nos hace ambiguo, pero podemos ver claridad más allá de la semántica si observamos con mucha fruición los mercados.
La realidad nos indica que las economías de los famosos PIIGS está, ya no en recesión sino en una gran depresión, entendida por varios años de recesión.
La bolsa española en negativo 4 de los últimos 5 años, el coste de financiación de los países del sur de Europa por encima del 6% y las tasas de paro, confianza del consumidor y del empresario por los suelos. La actividad crediticia va de capa caída y abundante liquidez privada internacional evita entrar en el sur de Europa por el mismo miedo local sobre su futuro. En España se han retirado 74.000 millones de euros en forma de depósitos bancarios. Los riesgos de que el dinero siga saliendo de España, es como hacerse el harakiri financiero, los hechos harán realidad los temores.

El enorme déficit financiero provocado por la quiebra del sector inmobiliario ha dejado quebrado el sistema de cajas de ahorro y en una situación muy delicada a los bancos. Las malas noticias se ven atrapadas por la magnitud de la hipocresía política. Aquellos que atacan a los especuladores sacan provecho de ellos, como por ejemplo Merkel, la líder política de Alemania que va retrasando una decisión de rescate y frenando la ambición de un espléndido Mario Draghi. No podemos negar que nuestro cinismo hace que pensemos en hipocresía, y ¿como no pensarlo? Alemania está refinanciando su deuda gratis e incluso con beneficios -bono Alemán a dos años negativo en algunas subastas-. No pretendo criticar la actitud de Merkel, más bien entra dentro de mi lógica especuladora. Merkel va a pagar caro el derroche de sus socios europeos, pero antes sacará provecho de la crisis reduciendo sus costes financieros, es lógico.

Como economistas sabemos que la reducción de déficit, más familias apalancadas, confianza del consumidor y empresarios deteriorada y sistema financiero agonizando –fuga de capitales y liquidez cara-, trae a la recesión. Pero también sabemos que el riesgo es una oportunidad y que la oportunidad que tiene Europa en general y España en particular, es sentar las bases de un futuro para las próximas generaciones. Este es el auténtico reto del ejecutivo español, debatir que quiere ser España los próximos 20 años y trazar un doble plan consistente que trate de reducir el déficit recortando gastos innecesarios y potenciando lo que dará crecimiento económico a partir del próximo ciclo expansivo de la economía, en este ya vamos tarde.


Sin embargo, a pesar de la ardua crítica de este escrito, me atrevería a decir que el BCE de la mano de Draghi y la FED de la mano de Bernanke embriagan nuestras esperanzas alcistas. El ataque a los mercados de crédito por parte del BCE es la solución y únicamente deberíamos esperar a que Alemania vea que el equilibrio producido entre financiarse gratis o entrar en recesión, provoque que el interés de Alemania tienda más a recuperar el 40% de su mercado, es decir Europa, que reducir sus costes financieros. Este equilibrio determinará o determina que el BCE tenga el camino libre para actuar. Reducir el coste financiero de España e Italia se antoja clave para retornar a los mercados de capitales, evitar la fuga masiva de depósitos y recapitalizar el sistema financiero. Calmar los ánimos y levantar la confianza de los agentes económicos se antoja como condición sine qua non.

Los bancos centrales son muy criticados por algunos economistas, por sus devastadores efectos inflacionarios que pueden tener medidas de expansión monetaria, pero nosotros creemos que el desapalancamiento global, sumado a la desaceleración de China, obligan a pensar en deflación y la deflación sería devastadora. Por lo tanto, si la solución pasa por reducir el coste de financiación de la deuda española e italiana, para recuperar la confianza de los mercados internacionales en su deuda y en el mercado financiero, creemos que es asequible asumir riesgos inflacionarios, más sabiendo que un poco de inflación, al fin y al cabo, tampoco iría mal para reducir los nominales de la deuda de una economía excesivamente endeudada.

La clave entonces, para recuperar la confianza de los consumidores y empresarios, para que gasten, inviertan y no retiren sus ahorros de España, pasa por mejorar el efecto riqueza y el mercado laboral. Tenemos presente que el mercado laboral no se recuperará con unos tipos en el mercado de crédito al 7%, necesitamos financiación a bajo coste y agilidad crediticia, para que los empresarios asuman riesgos y contraten empleados. Necesitamos mejorar el efecto riqueza, para que los consumidores se endeuden al consumir y gasten más. El ahorro ahora mismo es excesivo. Si el BCE interviene bajando el coste de financiación de España, mejorará las condiciones crediticias para los empresarios y el efecto riqueza. ¿Cómo mejorará el efecto riqueza? Aquí entramos en la tradicional prima de riesgo, la prima que mide la rentabilidad del bono con la rentabilidad de la bolsa. Si un inversor (aquel que busca tasa de rentabilidad), obtiene un 7% en deuda pública, va a exigir un mínimo de un 9% a la rentabilidad por dividendo, para justificar el riesgo que implica la renta variable privada. Por lo tanto, a medida que se encarece la deuda española, la bolsa baja, básicamente porque los inversores institucionales exigirán más rentabilidad por dividendo y eso se logra de dos formas, ganando más dinero en las empresas o bajando la bolsa. Lo único que pueden hacer los inversores es bajar la bolsa, vendiendo acciones y comprando bonos. A la inversa si Mario Draghi compra bonos españoles, reduce el coste de financiación, por lo tanto los inversores ya no obtendrán un 7%, por ejemplo un 5% y ya no exigirán un 9% a la bolsa sino un 7%, lo que implica subida de la bolsa.

Aquí tenemos entonces las claves para que la bolsa suba, a pesar de las desfavorables condiciones macroeconómicas, es decir que pese más a Alemania el riesgo de recesión que el ahorro en costes financieros y que el BCE ayude a reducir el coste de financiación de la deuda española.