Si echamos un vistazo a la historia observamos que bajo los zares se extendió la Rusia Imperial; “con los bolcheviques, Rusia construyó la Unión Soviética y una esfera de influencia que abarcaba la mayor parte de Europa central y oriental. Y ahora, bajo el régimen autocrático de Putin, Rusia planea crear, con el tiempo, una vasta Unión Euroasiática (EAU)”.
Tajante, Roubini afirma que el “objetivo de Rusia (…) es crear otra Unión Europea, con el Kremlin sosteniendo todas las palancas de poder. El plan ha sido claro: comenzar con una unión aduanera (inicialmente Rusia, Bielorrusia y Kazjstán), y añadir a la mayor parte de las otras ex repúblicas soviéticas. De hecho, ahora Armenia y Kirguistán están en juego”.
Como ha demostrado la experiencia de la Zona Euro, alcanzar este estadio requiere de una unión bancaria, fiscal y económica plena; incluso una unión política parcial. Pero el primer paso para todos estos planes es la creación de “una unión aduanera que tiene que incluir a Ucrania, el mayor vecino de Rusia al oeste. Por ello, Putin presionó tanto al ex presidente Viktor Yanukovich para que abandonará el acuerdo de asociación con la UE. También es la razón por la que reaccionó al derrocamiento del mandatario ucraniano haciéndose cargo de Crimea y desestabilizando el este”.
Toda esta Unión Euroasiática (EAU) puede ser una quimera, pero “las potencias revisionistas como Rusia, China o Irán parecen estar listas para hacer frente al orden económico y político mundial que los Estados Unidos y Occidente construyeron tras el colapso de la Unión Soviética”.
De hecho, Moscú está “avanzando agresivamente” y, por desgracia, “las sanciones que Estados Unidos y Europa están imponiendo a Rusia, aunque necesarias, sólo pueden reforzar la convicción de Putin y sus consejero nacionalistas de que el futuro del país no se encuentra en el oeste, sino en un proyecto de integración en Oriente. El presidente Barack Obama dice que esto no es el comienzo de una nueva guerra fría... pero las tendencias actuales pueden pronto sugerir lo contrario”, concluye Roubini.