Tradicionalmente reservados para inversores institucionales o de alto patrimonio, los activos privados —como el crédito privado o la deuda corporativa no cotizada— comienzan a ganar espacio en productos accesibles al público general.

Según varios ejecutivos, este cambio podría transformar profundamente la forma en que se construyen las carteras de inversión en los próximos años.

El crédito privado llega a nuevos públicos

Durante uno de los paneles más destacados del evento, Marc Rowan, cofundador y CEO de Apollo Global Management, aseguró que la gestión activa del futuro no consistirá en comprar y vender acciones, sino en incorporar activos privados. Esta afirmación marcó un punto de inflexión en el debate sobre el papel de los productos financieros alternativos, como los fondos que incluyen crédito privado, en las carteras tradicionales.

Apollo ya ha comenzado a dar pasos en esa dirección. En febrero, la firma lanzó junto a State Street Global Advisors el fondo cotizado en bolsa SPDR SSGA (PRIV.P), que combina crédito público y privado.

Aunque el fondo todavía gestiona solo 54,7 millones de dólares en activos, su existencia abre la puerta a una evolución que los expertos consideran inevitable: acercar los activos privados al inversor común.

Obstáculos regulatorios y técnicos

Sin embargo, esta apertura no está exenta de dificultades. Bryan Armour, analista de ETF en Morningstar, advirtió que construir un vehículo que cumpla con las regulaciones de la SEC y que además ofrezca una exposición significativa al crédito privado es complicado. La falta de liquidez de estos activos es uno de los principales retos, ya que su naturaleza ilíquida dificulta su integración en productos con liquidez diaria, como los ETF tradicionales.

Jenny Johnson, directora ejecutiva de Franklin Templeton, lo expresó de forma tajante: “Lo ilíquido es ilíquido”. La frase, repetida por otros expertos durante el evento, resume el desafío de trasladar la exposición a estos activos al público general sin caer en contradicciones estructurales. La idea de un “producto de inversión en crédito privado líquido” fue calificada directamente como una contradicción por Michael Venuto, de Tidal Financial Group.

La estrategia de los grandes gestores de activos

Pese a las limitaciones, el interés en este tipo de productos no cesa. La semana pasada, Capital Group y KKR recibieron la aprobación de la SEC para lanzar dos nuevos fondos cerrados conocidos como “fondos de intervalo”. Estos productos ofrecen una liquidez limitada a los titulares, lo que los hace más aptos para incluir deuda privada, sin comprometer la estructura legal del fondo.

A su vez, la gestora Vanguard anunció en abril su asociación con Blackstone para desarrollar productos similares. Aunque la firma prefirió no ofrecer comentarios adicionales, esta colaboración sugiere un cambio estratégico en el enfoque de Vanguard, tradicionalmente centrado en fondos pasivos con alta liquidez.

La directora ejecutiva de Citigroup, Jane Fraser, también intervino en el evento del Instituto Milken y subrayó que espera una oleada de iniciativas similares en los próximos doce meses. Según Fraser, los administradores de activos tradicionales se están acercando rápidamente a los gestores especializados en crédito privado para explorar nuevos vehículos conjuntos de inversión.

A medida que más firmas buscan crear productos híbridos que combinen activos públicos y privados, surgen interrogantes sobre cómo comunicar adecuadamente sus riesgos a los inversores minoristas. La falta de liquidez, las tarifas más elevadas y la complejidad de los activos subyacentes son factores que podrían dificultar su adopción masiva.

Además, la transparencia y la valoración de estos activos suponen un reto adicional. A diferencia de las acciones o bonos que cotizan en bolsa, los activos privados no siempre cuentan con precios de mercado claros, lo que obliga a confiar en modelos de valoración internos. Esto puede generar discrepancias y complicaciones en la gestión de estos fondos.

Aun así, el atractivo de diversificar más allá del mercado público y acceder a nuevas fuentes de rendimiento sigue pesando más que las posibles desventajas.