Con más de 3 millones de barriles diarios exportados principalmente desde Basora, la dependencia de los puertos del Golfo y del Estrecho de Ormuz ha encendido las alarmas en Bagdad, sobre todo después de los últimos episodios de inestabilidad en la región.
En este escenario, Irak en conversaciones con Omán para construir un oleoducto para una nueva ruta de exportación a Asia refleja un movimiento estratégico que podría cambiar el equilibrio energético en el Golfo Pérsico.
La iniciativa, liderada por la empresa estatal iraquí SOMO en conjunto con OQ Trading, representa una alternativa menos expuesta a riesgos climáticos y geopolíticos.
Una cooperación con objetivos compartidos
El acuerdo preliminar se centra en el diseño de un oleoducto que conecte las instalaciones de Basora con un punto en Omán aún no especificado.
Según SOMO, exportar a través de las aguas abiertas de Omán garantiza envíos más estables y menos interrupciones relacionadas con el clima en comparación con los puertos de Basora.
El planteamiento apunta a aprovechar la terminal de Ras Markaz, ubicada cerca de la zona económica especial de Duqm, que ofrece capacidad de almacenamiento y conexión directa con rutas marítimas hacia Asia.
La estrategia beneficia también a Omán, que con una producción modesta de crudo ve en esta cooperación una oportunidad de fortalecer su posición logística en el Golfo.
Estar cerca del Estrecho de Ormuz permite al sultanato ofrecer acceso privilegiado a mercados de rápido crecimiento como India, China, Corea del Sur y Japón, todos ellos clientes tradicionales del petróleo iraquí.
Contexto geopolítico y necesidad de alternativas
La relevancia del proyecto se entiende mejor al observar el peso estratégico del Estrecho de Ormuz. Por este paso circula alrededor del 20% del comercio global de energía, lo que lo convierte en un cuello de botella crítico.
En los últimos meses, las amenazas de Irán de bloquearlo como respuesta a su enfrentamiento con Israel subrayaron la vulnerabilidad de depender casi exclusivamente de esa ruta.
El cierre del oleoducto del norte de Irak en 2023, que conectaba con Turquía, redujo aún más las opciones de Bagdad, obligando a concentrar la totalidad de sus exportaciones en el sur.
Por ello, Irak en conversaciones con Omán para construir un oleoducto para una nueva ruta de exportación a Asia surge como respuesta a una doble presión: diversificación logística y reducción del riesgo político.
Acuerdos bilaterales y cooperación energética
La visita del primer ministro iraquí Mohammed al-Sudani a Mascate derivó en la firma de varios memorandos de entendimiento. Estos incluyen la posibilidad de que Irak utilice las instalaciones omaníes de almacenamiento, así como el compromiso de ambas partes de colaborar en la comercialización del crudo iraquí.
El fortalecimiento de la relación bilateral consolida un eje energético que puede resultar decisivo en los próximos años.
Aunque aún no se han revelado detalles sobre la inversión necesaria o el calendario de construcción, expertos señalan que un proyecto de esta magnitud supondrá un importante esfuerzo financiero y técnico.
El coste estimado de un oleoducto de largo recorrido puede alcanzar varios miles de millones de dólares, una cifra que requerirá cooperación internacional y posiblemente la participación de consorcios privados.
Implicaciones para los mercados asiáticos
Asia es el destino natural del petróleo iraquí, dado su creciente apetito energético y la proximidad geográfica. China e India, en particular, han aumentado sus importaciones de crudo de Oriente Medio durante la última década, y valoran especialmente la seguridad en el suministro.
Con Irak en conversaciones con Omán para construir un oleoducto para una nueva ruta de exportación a Asia, se envía una señal clara a los compradores: Bagdad busca convertirse en un proveedor más confiable, capaz de ofrecer rutas alternativas en caso de crisis en el Estrecho de Ormuz.
Para los importadores asiáticos, esta iniciativa representa una garantía adicional frente a la volatilidad política de la región.
El proyecto también podría tener un impacto indirecto en otros países productores. Siria y Turquía han estado en conversaciones con Irak para reactivar antiguos oleoductos, pero los conflictos en esas regiones dificultan avanzar con rapidez.