El estallido de la burbuja inmobiliaria y el descenso de la obra pública han forzado este recorte, que sitúa el consumo de cemento en niveles de la posguerra. Esta circunstancia ha hecho que la capacidad instalada del sector sea mucho mayor de lo que puede absorber el mercado nacional.
Según datos de la patronal, en 2007 las 37 plantas que hay en España producían 55 millones de toneladas de cemento. Entre 2007 y 2013, la producción se ha reducido un 69%, hasta los 16,7 millones de toneladas, una cantidad mayor de la que necesita el sector nacional y que sólo en parte queda compensada por las exportaciones.