Esta encuesta recoge la visión elaborada por 146 analistas de renta variable y renta fija a partir de 17.000 reuniones con directivos empresariales, en el cual se revela que las condiciones empresariales son favorables en todas las regiones y sectores. El Indicador de Sentimiento Global de Fidelity, basado en cinco componentes representativos de la salud de las empresas,
se ha situado firmemente en territorio de mejora en comparación con al año anterior, cuando se llegó a la conclusión de que las rentabilidades sobre el capital, la confianza de los equipos directivos y la inversión empresarial estaban descendiendo, dando así lugar a un panorama mucho más incierto. 



Los modelos de negocio están cambiando en todas partes y los fundamentales empresariales están mejorando de forma generalizada en todas las regiones y sectores. El gasto en TI está creciendo en todos los sectores. Se están produciendo grandes transformaciones sectoriales que afectan principalmente a áreas como TI, consumo discrecional, telecomunicaciones y servicios públicos.  Los analistas señalan que los consejeros delegados ven el crecimiento impulsado por la demanda como el principal catalizador del aumento de los beneficios en sus empresas. Un hecho que contrasta con el año 2016 en el cual se atribuían principalmente al poder de fijación de precios y la eficiencia en los costes. El crecimiento impulsado por la demanda es el motor principal para el crecimiento de beneficios, un aumento que el año pasado se debió más a los ahorros de costes.
 
En un contexto de aumento de la demanda y las rentabilidades sobre el capital, la mayoría de los analistas  de los mercados desarrollados esperan nuevos crecimientos de dividendos, mientras que los analistas de los mercados emergentes se inclinan por la estabilidad de los dividendos. El crecimiento de la demanda, la recuperación de las rentabilidades y la confianza en los dividendos, sumados a unos bajos costes de financiación, son varios elementos que elevan las probabilidades de que los programas de recompra de acciones sigan siendo abundantes, sobre todo en Estados Unidos. 



Los analistas consideran que todas las regiones obtienen mejores puntuaciones, ya que las condiciones empresariales están reforzándose. La mayor mejora se observó en la región de Europa oriental, Oriente Medio, África y Latinoamérica (EEMEA/LatAm), donde la puntuación pasó de 2,7 a 6,4. En China, el indicador se recuperó hasta niveles no vistos desde 2014.

Hay mucha menos preocupación en torno a los mercados emergentes, ya que la revalorización del petróleo y las materias primas alivia las presiones sobre estas economías, a pesar de que la revalorización del dólar puede endurecer las condiciones financieras en estos mercados. Por lo que se espera que aumente la confianza de los equipos directivos, la inversión empresarial y los pagos de dividendos que ya no disminuyen y, en muchos casos, están aumentando. Las perspectivas en torno a las rentabilidades sobre el capital han mejorado, los salarios están subiendo, la inversión en TI está compensando lo que  no se gastó el año pasado, el apalancamiento está descendiendo y los balances no están forzados.

Se observa una mayor fortaleza empresarial en las economías desarrolladas, ya que estos mercados se han situado a la cabeza de la economía mundial durante los últimos años. Tanto en Estados Unidos como en Europa ha aumentado con respecto al año pasado el número de analistas optimistas en lo que respecta a la confianza de los equipos directivos, la inversión empresarial y las rentabilidades sobre el capital. La disrupción sigue impulsando la confianza en el sector tecnológico, si bien los sectores de la vieja economía también salen reforzados en la presente encuesta, sobre todo la energía y los materiales.

Todas las visiones sobre los mercados de inversión conllevan riesgos, por lo que el estudio de Fidelity percibe como principales motivos, la posibilidad de que los precios del petróleo vuelvan a caer o que el crecimiento de la demanda decepcione. También apuntan a la amenaza que supondría una rápida subida de la inflación (principalmente en EE.UU. y Reino Unido), el recelo que despierta el proteccionismo y a las ya palpables consecuencias del Brexit.