Tampoco parece que tenga mucho sentido la agenda tan apretada que ha llevado Don Juan Carlos en estos últimos meses si ya había tomado la decisión de poner fin a su reinado de 39 años, por más que el objetivo fuera fortalecer la imagen de la Corona.
Vozpópuli califica la nueva ley de abdicación “del tamaño de un tuit”, y es cierto que no deja de ser llamativa la corta extensión de dicha ley, que además sólo va a servir para esta abdicación, sin dejar preparado el terreno para el futuro del nuevo monarca o de sus sucesores. Se pasa por alto también el futuro inmediato de Don Juan Carlos (qué tratamiento va a recibir, dónde va a residir) y no se alude a su inviolabilidad jurídica.
No menos extraño resulta que este lunes pasado, día en que se hizo pública la abdicación del Rey, tanto el propio monarca, como Rajoy y Rubalcaba tuvieran actos programados en sus agendas como si de una jornada normal se tratara, cuando teóricamente el jueves previo ya se había decidido que el 2 de junio se daría a conocer la decisión del Rey. Además, ese día estaba toda la familia real fuera de España. El Príncipe regresó apresuradamente de El Salvador, doña Sofía viajaba por la tarde a Nueva York y tampoco las infantas se encontraban en terreno nacional.
Vózpopuli apunta, por último, a la mala calidad del vídeo del mensaje grabado del Rey, cuya emisión se pospuso hasta dos veces.
Sea como fuere, son muchos los que opinan que la decisión del monarca fue precipitada, y que tal vez el resultado de las europeas hizo temer que, en un futuro no muy lejano, tras las próximas elecciones generales, la izquierda republicana pudiera tener más voces en el Parlamento que hicieran tambalear una sucesión que ahora se prevé sencilla y sin sobresaltos.
M.M.