La principal señal de este cambio es la reducción de la exposición al capital privado, una categoría que había ganado protagonismo en los últimos años.

Según el sexto estudio global de UBS sobre family offices, realizado entre 317 entidades de 30 países, este tipo de inversores prevé recortar su asignación en private equity hasta el 18% en 2025. Esta cifra representa una clara caída frente al 21% del año anterior y un retroceso aún mayor desde el 22% registrado en 2023, su punto máximo desde que se realiza la encuesta.

Menor entusiasmo por el private equity

Uno de los principales factores detrás de esta decisión es la dificultad creciente para materializar desinversiones. Muchas de las estrategias de private equity requieren reciclar capital a través de salidas exitosas. 

Sin embargo, la falta de liquidez y el enfriamiento del mercado secundario están obstaculizando esa dinámica. Al no poder liberar capital de inversiones anteriores, los family offices se enfrentan a restricciones para responder a nuevas llamadas de capital.

A este problema se suma el aumento del coste de financiación, que afecta tanto a las operaciones directas como a las realizadas mediante fondos especializados. En un entorno de tipos de interés elevados, apalancar inversiones en private equity es más caro, lo que merma su rentabilidad ajustada al riesgo.

Cambios en la asignación estratégica

El informe de UBS revela que la asignación al capital privado se reparte entre un 8% en inversiones directas y un 10% a través de fondos o fondos de fondos. Esta estructura refleja un enfoque más selectivo y prudente, donde el capital se dirige a oportunidades más seguras y menos apalancadas. 

En contraste, la deuda privada gana protagonismo: tras duplicar su presencia el año pasado, ahora pasa del 4% al 5% de la cartera total.

Este reajuste no implica un abandono del mundo alternativo, sino una reconfiguración interna dentro de esta categoría de activos. En conjunto, las inversiones alternativas todavía representan el 44% del total de la asignación estratégica global de los family offices, según el gráfico publicado en el estudio. No obstante, se observa una clara redistribución hacia activos con retornos más predecibles o con menor necesidad de liquidez inmediata.

Norteamérica apuesta más por los activos alternativos

Las diferencias entre regiones también son significativas. En Estados Unidos, los family offices mantienen una apuesta firme por los activos alternativos, que suponen el 54% de sus carteras. Dentro de esta categoría, el private equity aún acapara un 27%, complementado con un 18% en inmobiliario y un 3% en deuda privada. Este enfoque refleja una mayor tolerancia al riesgo y una estructura más consolidada en la gestión del capital privado.

Europa mantiene su foco en los activos tradicionales

En cambio, en Europa predomina una visión más conservadora. Las acciones cotizadas representan el 34% de la asignación, mientras que la renta fija suma un 13%, dando como resultado un peso mayoritario de los activos tradicionales (47%). Dentro de la asignación alternativa, el private equity solo representa el 16%, mientras que el inmobiliario tiene una presencia destacada con un 12%.

Estas diferencias responden no solo a factores culturales y regulatorios, sino también a la disponibilidad de vehículos de inversión y a la estructura de los mercados financieros en cada región. Además, en Europa el desarrollo de plataformas institucionales para la inversión alternativa aún es menos profundo que en Estados Unidos.

Reasignación táctica en tiempos de incertidumbre

El reajuste en la exposición al capital privado refleja una mayor prudencia en tiempos de incertidumbre financiera y geopolítica. A pesar de la proliferación de nuevas oportunidades en fondos de capital riesgo y vehículos de inversión alternativos, los grandes patrimonios están priorizando la estabilidad, la liquidez y la posibilidad de realizar ajustes tácticos con mayor flexibilidad.

La rotación hacia activos más líquidos o menos volátiles, como la deuda privada o los activos inmobiliarios consolidados, sugiere que los family offices buscan reforzar la resiliencia de sus carteras ante posibles turbulencias económicas. Al mismo tiempo, continúan observando el mercado en busca de oportunidades selectivas que justifiquen un nuevo repunte del capital privado en el futuro.