A mi entender, la erosión de las relaciones entre Grecia y Europa, por un lado, y el lamentable enroque de posiciones por ambas partes, nos dice mucho: la situación generada es un «todos perdedores», en la que cualquiera de los escenarios a futuro es más negativo que positivo. No se puede crecer económicamente (para hacer sostenible un volumen de deuda ingente) apostando por medidas de extrema austeridad (subida de impuestos, venta de sectores clave, reducción de poder adquisitivo). Dicho esto, ¿qué nos dice la situación actual? La población griega no puede asumir más austeridad. Los acreedores europeos no pueden ofrecer una flexibilidad significativa a las economías periféricas. ¿Hay unión fiscal? NO. ¿Hay unión política? NO. Como consecuencia, la visión desde fuera de Europa es cada vez más negativa.


Como comentaba en la publicación anterior, el crudo era un elemento clave a seguir de cerca. Desde entonces, hemos observado una corrección del 15%, pero fundamentalmente el entorno no ha variado:
exceso de oferta frente a la demanda, exceso de producción, y progresivamente los costes de extracción siguen bajando a medida que mejoran las técnicas de extracción. 

Cautela, puesto que el universo de las commodities adicionalmente sigue, en general, en modo deflacionista.