Apenas ha habido cambios en la ceremonia anual, en la que se han vuelto a leer los nombres de los fallecidos en los ataques. Lo que sí ha cambiado es el entorno, ya que el Museo Nacional 11 de septiembre ha abierto al público para el aniversario. Además, se han quitado las vallas las vallas que rodean la plaza, abriendo el lugar de los atentados al público y a los turistas.
También el skyline de la zona financiera de Nueva York se ve distinto: el One World Trade Center, de 541 metros de altura, está casi terminado y dentro de un año sus oficinas estarán llenas de empleados.
"El monumento y el museo son extremadamente importantes para los afectados por el 11-S", comenta una mujer que perdió a su hijo en los ataques. "Y en torno a ese monumento, el bajo Manhattan se ha revitalizado".