La semana pasada saltó la chispa por el continuo desplome la lira turca, generada en parte por las desavenencias entre Estados Unidos y Turquía por el secuestro de un pastor estadounidense en la región y la imposición de aranceles por parte del país... y esta semana se han conocido las consecuencias. Desde comienzos de año, la lira se deja un 40%, parte de la cual se ha acusado esta semana. Y eso que el regulador turco ha limitado  las posiciones cortas sobre la lira, lo que se ha interpretado como una medida intervencionista y ha desatado toda clase de dudas sobre la salud económica de la región.

 

 

Una depreciación que, para muchos,  no es más que la consecuencia de cómo está su economía. Desde Aberdeen Standard Investment tienen clara la solución a corto plazo: subir los tipos de interés de manera agresiva y controlar el crédito para enfriar la economía y poner la inflación bajo control. Mandar a los inversores un mensaje claro de que el problema ha sido entendido y será abordado con decisión. Sin embargo, es la falta de independencia del banco central de Turquía el principal causante de la desconfianza de los inversores.

Sin embargo, la penalización no se quedó ahí pues el temor a que la caída de la divisa pudiera desencadenar una oleada de ventas que produjera un crash en la región emergente similar al de los años ´90, no tardó en llegar. Ahora la pregunta que se hacen los inversores es que la crisis turca es un hecho aislado o puede contagiar a otras economías emergentes y provocar una crisis similar a la de finales de los años 90.   Los expertos de Fisher Investment lo tienen claro: “Turquía tiene problemas reales pero dichos problemas se encuentran limitados al propio país, sin demasiado potencial para su transmisión al resto del mundo”. De hecho, la deuda turca representa una proporción minúscula de los activos de los bancos europeos y, de hecho, gran parte de la deuda está cubierta.

 

 

Esto no evitó que entidades como BNP Paribas, BBVA y Unicredit experimentaran fuertes caídas. De hecho, el primero en mostrar preocupación fue el Organismo  de Supervisión del BCE lo que desató la primera oleada de pánico sobre las entidades europeas al advertir del riesgo que podrían tener por su exposición a la región. Un día después Moody´s reconocía que BBVA tenía un riesgo limitado y suponía un riesgo manejable incluso en el peor de los escenarios posibles. De hecho, según los datos del Banco de Pagos Internacional (BIS por su sigla en inglés), la banca española cuenta con la mayor exposición a Turquía, con 80.898 millones de dólares (70.848 millones de euros), cifra que representa el 36,2% de la exposición de la banca internacional al país otomano. (Siga las noticias al minuto en La Bolsa hoy)

 

 

Con esta caída que tuvo la banca nacional, y el bajo volumen de negociación propio del mes de agosto, hicieron que las plazas europeas se desplomaran y el Ibex, durante la sesión del 15 de agosto, registrara la segunda mayor caída del año al perder 3,8%, hasta los 9.386 puntos. Los expertos reconocen que todo lo que suponga estar por debajo de los 9.460 puntos es peligroso para un selectivo que no termina de arrancar en lo que va de año, con riesgo incluso de ir a buscar los 9.250 enteros.

 

 

Aunque no es el único. En los tres últimos días ha sido notable el descenso que ha experimentado tanto la bolsa italiana como el precio de los bonos del país transalpino. El derrumbamiento de un viaducto en Génova el pasado martes, y que mató al menos a 38 personas, ha provocado una vorágine en la política italiana.  De hecho, el propio viceprimer ministro italiano, Luigi Di Maio, reconocía recientemente que el Estados Italiano podría verse obligado a asumir la gestión de las autopistas del país si las empresas que tienen concesiones no son capaces de hacer bien su trabajo.  Al tiempo que dijo con la concesionaria debería haber invertido más en seguridad en vez de preocuparse por los dividendos.

Unas declaraciones que cayeron como un jarro de agua fría a Atlantia, concesionaria del viaducto, que ayer perdió más de 5.000 millones de capitalización en su peor sesión bursátil de la historia.  Una penalización que tuvo consecuencias sobre la española ACS,  socia de la italiana en Abertis, que llegó a caer más del 4% en algún momento de la sesión.  Otras concesionarias italianas también notan el contagio de Atlantia y el temor a que el Estado retire más adjudicaciones. SIAS se deja más de un 6% en la Bolsa de Milán y ASTM un 6,5%.

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