Löw supo aprovechar los recursos de los que disponía para contrarrestar a un rival que no puso las cosas fáciles, pero que con el tiempo se acabó desmoronando. El buen hacer germano tuvo un peso determinante en el tiempo añadido, en el que Argentina se agarraba a la esperanza de que uno de los componentes del equipo, especialmente Lionel Messi, decidiese con un recurso que tenía que nacer de una acción individual al quedar cada vez más erosionado el juego colectivo.
En cambio, Alemania mantuvo el bloque en todo momento y siguió remando hacia adelante en un claro ejemplo de cómo se hacen las cosas en equipo. Además, los jugadores germanos, que estuvieron lejos del fútbol que han mostrado en otros partidos del torneo, suplieron el cansancio con una estrategia de juego de toque que les permitió ahorrar energía frente a un contrincante que se iba asfixiando con el paso del tiempo.
El combinado argentino no supo aprovechar a su principal activo, Lionel Messi, y lo acabó pagando con la derrota que fija en 2-1 el duelo particular entre Alemania y Argentina. El equipo sudamericano, que en 1986 consiguió su segundo título al derrotar a los alemanes en la final, cayó derrotada frente al mismo rival en 1990.
De esta forma, Argentina ve como se le vuelve a escapar el título ante el mismo rival contra el que perdió la última final que jugó. Rival que, además, les eliminó en los campeonatos de 2006 y 2010.
Por otra parte, el torneo ha servido como puesta en escena de combinados que piden hacerse un hueco en la élite mundial , como Bélgica o Costa Rica, o como escaparate para las estrellas que deslumbrarán en el mundo del fútbol en los próximos años, en donde destaca el máximo goleador del torneo: James Rodríguez.
G.D.