“Han creado expectativas pero también el riesgo a que esas expectativas queden defraudadas”, comentaba esta mañana en los micrófonos de Capital Radio Jesús Sánchez Quiñones, director general de Renta 4 Banco. “Cada vez que habla un miembro del BCE, sobre todo Draghi, se le da mucha importancia al análisis de sus palabras, y esta semana el mismo presidente ha vuelto a hacer hincapié en tomar medidas no convencionales”, recuerda, pero analiza las opciones de que dispone el BCE: bajar tipos al 0,10%, “que tendrá poco efecto”; poner en negativo la tasa sobre depósitos, “que tampoco será efectivo”; una QE de deuda pública, “que no se lo van a permitir por que el BCE sólo tomará medidas dentro de su mandato” y no puede financiar Estados; o una QE de deuda privada y titulizaciones, “para la que hace falta un mayor mercado”. Aunque para Quiñones la tónica es positiva, también “es más posible que el BCE defraude a que tome medidas efectivas a corto plazo, aunque de hecho es más posible que lo que haga sea despertar nuevas expectativas, en lo que Draghi es ya un experto”.
Desde el bróker de Bank of America Merrill Lynch advierten de que lo mejor es “tener cuidado con lo que deseas”: “Nuestro punto de vista es que cuando más tiempo se mantenga el BCE en modo acción para reactivar la economía, el dinero continuará viéndose forzado a entrar en activos de mayor riesgo para generar mayores rentabilidades. Nuestros economistas esperan que el BCE actúe en junio con un recorte de tipos de interés o con medidas para apoyar el crédito. No obstante, las últimas semanas han demostrado que el mercado podría verse tensionado por los estímulos del banco central. Una inflación más débil en la Zona Euro y los datos de crecimiento podrían activar una QE del BCE en algún momento, pero ambas son preocupaciones que avivan el riesgo de la sostenibilidad de la deuda”. Por eso titulan “cuando las malas noticias no son necesariamente buenas noticias”, en alusión a aquel “bad news, good news” que se instauró en Estados Unidos para explicar por qué las bolsas subían con los datos macroecónomicos negativos: propiciaban que la Fed mantuviera más tiempo sus estímulos: “El mercado parece estar anticipando algo (deflación) que será fundamentalmente malo para la periferia europea, con la esperanza de que la autoridad bancaria central promueva la liquidez”.