Cuando comenzó el año, pocos podían pensar que 2025 fuese tan positivo para la Bolsa; especialmente para la española, con un IBEX 35 disparado hasta unos máximos históricos que durante años parecieron inalcanzables. La agresiva política comercial de EEUU desde el desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca, las tensiones y conflictos bélicos internacionales o la incertidumbre en torno a la política monetaria solo han sido baches que el selectivo ha ido superando con holgura. Pero, ¿a qué se ha debido este buen comportamiento? y, sobre todo, ¿puede tener continuidad?
En el momento de escribir este artículo, el Ibex 35 acumula una revalorización en 2025 de un 48%, superando las revalorizaciones que se anotó en 1996 (41,97%) y 1997 (40,75%), que suponen hasta el momento el segundo y el tercer mejor ejercicio de su historia. Por delante, solo la subida de un 54,2% de 1993, la mayor nunca registrada. Pero, además, ha logrado batir una marca que desde la crisis financiera parecía imbatible: los 15.945,70 puntos registrados el 8 de noviembre de 2007. Durante 18 años fueron su punto más alto, pero en lo que va de ejercicio el índice ha conquistado en una docena de ocasiones esta marca, hasta situarse en los 17.169,80 puntos al cierre del pasado 19 de diciembre.
“En la marcha reciente del Ibex.35, concretamente durante los dos últimos años, ha tenido mucho que ver la recuperación de los bancos, sector que tiene un muy elevado peso en el índice”, explica Juan José Fernández-Figares, director del departamento de Análisis de Link Securities. Así, “los mayores tipos de interés y la mejoría de la economía, que han permitido a las entidades mejorar sus márgenes y, sobre todo, su rentabilidad sobre fondos propios, han propiciado el fuerte repunte de las cotizaciones de los valores bancarios”.
El Ibex 35 Bancos acumula una revalorización del 90%, tras haber llegado a superar el 100% durante algunas fases. Las dos mayores entidades financieras, Banco Santander y BBVA, han más que duplicado su cotización y superan ya los 100.000 millones de euros en capitalización bursátil.
Si a esto se une un “aceptable comportamiento en este periodo de otros pesos pesados como Iberdrola o Endesa”, se explica que el Ibex 35 haya podido superar sus máximos históricos, alcanzados justo después del estallido de la crisis suprime, explica Fernández-Figares.
De cara al futuro, “es muy importante para el Ibex 35 que el sector bancario mantenga un buen comportamiento”, añade el experto, que matiza que “no espero que se acerque ni de lejos al que ha tenido estos dos últimos años”. También “el conjunto de los valores del sector de las utilities, ambos muy dependientes de los tipos de interés y con un elevado peso relativo en el Selectivo”. En ese sentido, el analista de Link Securities cree que, “si las tasas oficiales se mantienen a estos niveles y el crecimiento de la economía española no se ralentiza demasiado, el Ibex 35 puede seguir subiendo, siempre y cuando el resto de las bolsas europeas y estadounidenses también lo hagan”.
Wall Street camina al paso marcado por la IA
Y si hablamos de Wall Street, el S&P 500, que históricamente se ha considerado el índice más representativo del mercado, ha conquistado nuevos máximos históricos de cierre durante nada menos que 37 jornadas, si bien la ganancia anual, de un 17%, palidece con la registrada por el Ibex 35. Pero es que hay que tener en cuenta que en 2024 había marcado nuevos picos en 54 sesiones.
En el parqué neoyorquino, los grandes protagonistas siguen siendo los valores tecnológicos ligados a la Inteligencia Artificial, que han estado dando impulso al mercado desde que hace ya tres años se lanzase ChatGPT. El nombre propio por excelencia es NVIDIA, que este año se convirtió en la primera empresa de la historia en alcanzar una capitalización bursátil de 5 billones de dólares. Si bien ha perdido fuelle desde entonces, su valor de mercado es más elevado que todos y cada uno de los mercados bursátiles mundiales, con las únicas excepciones de Japón y, por supuesto, la propia EEUU.
Sin embargo, en las últimas semanas están surgiendo preocupaciones sobre las altas valoraciones de estas compañías tecnológicas y los elevados gastos de capital de las empresas para mantener la maquinaria en funcionamiento. ¿Puede haberse formado una burbuja que está a punto de estallar? Goldman Sachs cree que no: “Hasta ahora, la apreciación del sector tecnológico se ha debido al crecimiento fundamental, no a la especulación irracional sobre el crecimiento futuro”, escribe Peter Oppenheimer, estratega jefe de renta variable global de Goldman Sachs Research. Aunque las valoraciones del sector tecnológico se están elevando, “aún no alcanzan los niveles propios de las burbujas históricas”, como pueden ser la de las puntocom o la de Japón de finales de la década de los 1980.
“En general, las valoraciones parecen cada vez más elevadas, pero aún no alcanzan los niveles típicos de otros periodos de burbuja antes de su estallido”, añade Oppenheimer. “El mayor riesgo reside en que las ganancias sean decepcionantes y los inversores comiencen a cuestionar la sostenibilidad de sus tasas de rentabilidad actuales”. Los inversores se enfrentan a un mayor riesgo, pero la diversificación y un seguimiento disciplinado son las mejores defensas contra la incertidumbre futura.
Pero no todos los analistas las tienen todas consigo. La magnitud de las inversiones anunciadas y en curso “es asombrosa”, advierte Giordano Lombardo, fundador, CEO y co-CIO de Plenisfer Investments (Generali Investments): se espera que las empresas estadounidenses destinen entre 400.000 y 500.000 millones de dólares a la construcción de centros de datos para apoyar el desarrollo de la IA en 2025. A su vez, estas inversiones masivas generan una demanda de energía igualmente masiva. Citigroup estima que la potencia informática de la IA requerirá 50 GW adicionales de capacidad global para 2030 (un poco menos que toda la capacidad instalada actual del Reino Unido), lo que supone un gasto global incremental de 2,8 billones de dólares.
Lombardo avisa de que “la inversión excesiva en cualquier área, por muy transformadora que sea, acaba provocando una mala asignación y el colapso de las expectativas de rentabilidad infladas”. “Para que quede claro: no negamos el extraordinario potencial de la IA. La forma en que está transformando nuestro flujo de trabajo diario es asombrosa. Estamos seguros de que la IA es el futuro y, hasta ahora, solo hemos visto una pequeña parte de sus capacidades”, explica el experto. “Lo que nos preocupa son las consecuencias de esta inmensa ola de inversión para los inversores. Los ciclos de amortización de los centros de datos y los chips necesarios para su construcción son cortos: normalmente, de 3 a 5 años. Los ingresos necesarios para cubrir estas amortizaciones, después de contabilizar otros costes, son enormes, alrededor de diez veces los ingresos actuales generados por la IA”.
“No podemos evitar preguntarnos: si los flujos de caja de las empresas implicadas, por muy cuantiosos que sean, se ven cada vez más erosionados por estos gastos, ¿qué pasará con la valoración de sus acciones?”, señala el experto de Generali.
“La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse y será clave para el desarrollo económico global en los próximos años”, abunda Fernández-Figares. “Es por ello que tantas compañías están apostando por este negocio, anunciando ingentes inversiones en el desarrollo del mismo”. Pero “como siempre ocurre, habrá ganadores y vencidos, y muchas compañías que ahora son punteras pueden terminar relegadas, como ya ocurrió a principios de siglo con la crisis puntocom”.
El analista de Link Securities avisa de que “estos valores están descontando en sus cotizaciones elevados crecimiento que no siempre terminarán alcanzando, algo que se irá comprobando con el paso del tiempo”. “Desde un estricto criterio fundamental, es del todo aceptable decir que algunas de las actuales valoraciones son excesivas, pero, como he señalado, todo va a depender de la rentabilidad que estas empresas sean capaces de obtener de estas inversiones. Eso será lo que determinará finalmente sus valoraciones a futuro”.
El oro, el activo de la década
Pero si salimos de las bolsas, el activo estrella de este año ha sido el Oro, con una revalorización de más de un 50%, habiendo llegado hasta un pico histórico de 4.381,21 dólares el 20 del pasado mes de octubre. El metal amarillo se ha visto impulsado por las tensiones geopolíticas, las preocupaciones económicas, la relajación de la política monetaria de la Reserva Federal, la desdolarización y las fuertes entradas de fondos cotizados, entre otros factores.
De hecho, “el oro ha sido el activo con mejor rendimiento en lo que va de década”, señala Greg Sharenow, gestor de carteras de PIMCO. “Si bien está ciertamente alto en términos reales en comparación con los últimos 50 años, la trifecta de una fuerte demanda de activos reales por parte de los inversores globales tras la reciente presión inflacionaria, así como el fuerte interés en los bancos centrales por diversificar los activos y cubrir la incertidumbre geopolítica, y el regreso de la demanda física de seguridad financiera después de las incautaciones de activos de 2022, sugiere que el futuro de los precios del oro sigue siendo brillante”.
En opinión de Sharenow, “un posible aumento del precio del oro de más del 10% en los próximos 12 meses es bastante factible”. De cara al futuro, “los inversores deberían considerar el papel del oro dentro de una asignación diversificada sensible a la inflación”, considera el experto. “Si bien es posible que se produzcan retrocesos a corto plazo, los impulsores estructurales de la demanda permanecen intactos. Un enfoque equilibrado, que combine el oro con exposiciones más amplias a las materias primas, puede ayudar a mitigar el riesgo de inflación y mejorar la resiliencia de la cartera”.