Jesus_Gonzalez_Nieto-Marquez_Director_del_MAB

El MAB se consolida como una vía de financiación alternativa para las empresas, que ganan en visibilidad y acceso a fondos para financiar sus planes de expansión, pero también como un nuevo espacio de oportunidades para los inversores, que pueden acceder a compañías con alto potencial de crecimiento para diversificar sus carteras y mejorar su rentabilidad.

La variedad de sectores y negocios representados en el MAB es, sin duda, uno de sus mayores alicientes para gestores e inversores finales. El sector inmobiliario es el que tiene más peso en este mercado alternativo, por el auge de las Socimis, que tan importantes han sido para revitalizar el sector en unos años complicados.

El pasado ejercicio se incorporaron a este mercado de BME 20 nuevas Socimis, y este año esperamos también un buen ritmo de incorporación. Sin duda, la actividad sigue siendo especialmente intensa en el ámbito de este segmento del MAB, con 67 socimis negociadas, un 37% más que hace un año. En un entorno de bajos tipos de interés, estas sociedades ofrecieron una rentabilidad media por dividendo cercana al 4% en 2018. Naturalmente, como toda inversión, implican un riesgo, pero ofrecen un retorno nada desdeñable en un momento como el actual.

Pero el MAB es mucho más que el sector inmobiliario. En este mercado se negocian empresas de todo tipo. Tienen un peso importante el sector de tecnologías de la información (que supone una cuarta parte del mercado), el sector farmacéutico y biotecnológico (un 20%) y las empresas de ingeniería y renovables (un 15% cada uno). Por lo general, los inversores buscan compañías intensivas en innovación y más de un 70% de las empresas en expansión del MAB lo son.

A la variedad de compañías negociadas y la oportunidad de invertir en empresas con gran capacidad de crecimiento, este mercado suma en 2019 otro importante atractivo para inversores: en lo que va de año, el índice Ibex MAB 15 registra una revalorización superior al 10%. Dentro de este mercado hay valores poco conocidos por el gran público que pueden aportar atractivas oportunidades de inversión, algo diferencial en un contexto como el actual, en el que crece la gestión pasiva, dedicada a replicar índices, y en el que los gestores de fondos tienen más difícil marcar la diferencia con la competencia en la selección de valores. En el MAB hay compañías que pueden ofrecer ese diferencial, además de aportar diversificación a sus carteras.

Desde el lado de las compañías, el MAB no solo ofrece visibilidad y financiación recurrente complementaria a la bancaria, sino que también facilita un valor diario público y reconocible de la compañía, un factor muy valioso para compañías de menor tamaño y especialmente útil en casos de sucesión generacional o en situaciones que requieran operaciones corporativas.

Pero los logros de esta financiación para PYMEs a través del mercado siguen siendo insuficientes. En un país en el que estas empresas tienen tanto peso en la economía como España, sería necesario que se aprobara alguna clase de estímulo fiscal a la inversión en compañías del MAB. Ya existe alguna experiencia muy positiva en Comunidades Autónomas como Madrid o Galicia, pero sería imprescindible que se aprobara a nivel nacional algo similar a lo que ocurre en Italia, Reino Unido o Francia, donde se ha demostrado que funciona aprobar una desgravación fiscal por la inversión en este tipo de compañías. No sólo sería bueno para financiar mejor el crecimiento de las propias PYMEs, sino que también se reforzaría el comportamiento del empleo y la generación de impuestos de este tejido empresarial tan importante. Un incentivo fiscal aumentaría la financiación disponible para estas PYMEs, lo que redundaría en el corto plazo en un aumento en las ventas y beneficios que, paradójicamente, se traducirán en ingresos impositivos mucho mayores que los propios incentivos.