Pero ¿Existe esta igualdad en las condiciones? La realidad es que existen grandes diferencias entre una tarjeta y préstamo, con sus ventajas e inconvenientes que hacen que su uso sea más adecuado según las necesidades.
Tarjetas de crédito, más caras pero más flexibles
La tarjeta de crédito es generalmente más cara que un préstamo, pero entre el enorme abanico de tarjetas en el mercado existen grandes diferencias desde intereses de más del 25% hasta menos del 12%. Utilizar un comparador de tarjetas como el de iAhorro.com es básico antes de elegir; hay tarjetas de crédito que se pueden contratar sin tener que abrir cuenta en otro banco, por ejemplo. Por ello es siempre conveniente que tengamos en nuestro bolsillo aquella tarjeta que nos cueste menos, tanto financiando como por el coste anual por renovación, que en muchos casos puede ser gratuita.
• Se financien pequeños importes
• Los plazos sean cortos de 6 a 12 meses
• Se pueda amortizar sus gastos o pagar las cuotas anticipadamente si es posible.
Esta flexibilidad, o renovar esta disponibilidad una vez pagada la deuda es la que hace que la financiación sea más cara.
Préstamos, mejor para mayores importes y plazos
Si el importe que necesitamos es mayor, y por tanto su plazo de amortización, el mejor instrumento es el préstamo, fundamentalmente por su menor coste. Y es que en el corto plazo podemos pagar mucho más y esto es fundamentalmente por las comisiones de apertura y/o estudio. Pagar un 3% por 1.000 euros a un año, a añadir al interés del préstamo, supone un gran coste que si se distribuye mejor si este 3% es por 10.000 euros a 5 años, por ejemplo.
Igualmente está la concesión, más larga y difícil en los préstamos personales lo que nos lleva a que sólo lo solicitemos cuando el proyecto es de envergadura.
Préstamos o tarjetas, dos productos de financiación complementarios, para usar cuando más nos beneficie.
Antonio Gallardo, iAhorro.com, Comparador de Bancos