La masa monetaria mide el dinero disponible en el sistema y es uno de los principales indicadores de inflación a corto plazo utilizados por el BCE al adoptar decisiones sobre política monetaria.
La institución suele prestar más atención a su progresión trimestral, que entre junio y agosto retrocedió cuatro décimas, hasta el 3%, en relación al dato registrado entre mayo-julio (3,4%).