La decisión de reducir las compras se había anunciado antes de la reunión, ya que la Reserva Federal se unió a los otros grandes bancos centrales de los mercados desarrollados, incluidos el Banco de Inglaterra y el Banco de Canadá, para sentar las bases de la retirada de la política acomodaticia desplegada en respuesta a la pandemia.

El hecho de no comprometerse con un calendario específico de retirada ha dado a la Reserva Federal cierta flexibilidad para ajustar el ritmo de las compras en 2022, permitiendo una reducción acelerada si la inflación resulta ser más dura de lo esperado, aunque el ajuste puede producirse en cualquier dirección.

Dado que el anuncio de la política monetaria se ajusta a las expectativas, la atención se centra ahora en la cuestión de lo que significa para los tipos de interés oficiales. En la cumbre de Jackson Hole de agosto el presidente de la Fed, Jerome Powell, reconoció explícitamente dos tests diferentes para el tapering por un lado y las subidas de tipos por otro, rompiendo el vínculo entre ambos. Pero como la inflación ha sorprendido continuamente al alza desde entonces, el pensamiento de la Fed debe haber cambiado hacia una mayor probabilidad de un despegue más temprano, que podría comenzar tan pronto como termine la relajación cuantitativa.

Powell -como era de esperar- no se comprometió con ningún calendario de subida de tipos en la conferencia de prensa, haciendo hincapié en la dependencia de los datos, el enfoque de la Fed en la gestión del riesgo y la necesidad de la opcionalidad para abordar una serie de posibles resultados.

Una vez superados los umbrales de inflación y del mercado laboral para el tapering, a la hora de subir los tipos de interés la tolerancia al progreso en ambas áreas en el marco del FAIT (objetivo de inflación media flexible, por sus siglas en inglés) sigue siendo incierta. Esto deja mucho espacio para la interpretación, permitiendo potencialmente a los mercados hacer sus propias narrativas hasta que surja una mayor aclaración de la función de reacción de la Fed.

Perspectivas

Aunque en Fidelity creen que será más complicado de lo previsto librarse de la inflación a lo largo de 2022, también vemos que el crecimiento mundial se ralentizará más bruscamente a medida que nos adentremos en los meses de invierno debido a la desaceleración de China y las continuas dislocaciones extremas de los mercados energéticos.

Es poco probable que la economía estadounidense escape a estos vientos en contra, ya que el crecimiento también se verá afectado por la fuerte desaceleración del estímulo fiscal estadounidense, que debería pesar sobre los consumidores en los próximos meses -aunque el progreso del mercado laboral debería compensar en cierta medida este lastre-. A medida que la economía se desacelere, la Reserva Federal se enfrentará a un compromiso aún más difícil.

En última instancia, creen que la trayectoria de subidas será probablemente menos profunda de lo que el mercado está valorando actualmente, ya que los retos de crecimiento y la elevada carga de la deuda son importantes limitaciones.

Visión de asignación de activos

Seguimos estando largos en el dólar frente al euro. Aunque Powell trató de desvincular el final del tapering con el inicio de las subidas de tipos, no fue tan lejos como la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, al rebatir explícitamente el descuento por parte de los mercados de subidas en 2022. Dada nuestra preocupación por los vientos en contra del crecimiento, por ahora nos mantenemos neutrales en cuanto a la renta variable y la duración, planeando volver a participar en el riesgo direccional si la volatilidad presenta la oportunidad. 

En Fidelity opinan que es probable que los tipos reales se mantengan en territorio negativo en un futuro previsible -el objetivo implícito de los responsables politicos- y deberían seguir proporcionando apoyo a los activos de riesgo a medio plazo.