Durante las últimas semanas hemos tenido como protagonista a Grecia y sus negociaciones con el Eurogrupo, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, conocidos como La Troika. La semana pasada parecía factible un acuerdo a poco de finalizar el actual plan de rescate y vencer casi 1.600 millones de € de créditos del FMI. Este organismo fue el primero que se levantó de la mesa de negociaciones, ante el casi nulo progreso desde la entrada del nuevo gobierno de Syriza a principios de 2015. La presidenta, Christine Lagarde llegó a decir que “La mayor urgencia es restaurar el diálogo con adultos”, lo que da una idea del comportamiento de los interlocutores griegos.

El viernes 26 de junio un acuerdo parecía cuestión de horas, pero el primer ministro griego Alexis Tsipras pareció acordarse de que su programa político no incluía un acuerdo de austeridad con los acreedores y suspendió las negociaciones para convocar un referéndum. Ese día no se sabía muy bien cuál sería la pregunta en el referéndum, pero provocó dos consecuencias inmediatas. El Banco Central Europeo no siguió dando fondos a los bancos con la garantía de los títulos de bonos griegos que tenían en cartera, dado que la convocatoria del referéndum para el día 5 de julio hacía imposible firmar ningún acuerdo que salvase el vencimiento de deuda del día 30 de junio. Poco después, el gobierno griego decreta el corralito bancario: bancos cerrados hasta el día 6 (como mínimo) y límite de 60€ diarios en los cajeros automáticos, además de prohibir las transferencias al extranjero.

El sábado, el primer ministro griego se dirige por carta al presidente de Luxemburgo, pensando que ya es el presidente de turno de la Unión Europea, aunque la presidencia Luxemburguesa de la UE se iniciaba el miércoles 1 de julio, y le pide extender la asistencia financiera durante un mes para poder celebrar el referéndum con tranquilidad.
El lunes, Tsipras solicita formalmente por carta al presidente del Eurogrupo una prorroga de dos años del acuerdo de financiación y que el BCE reanude la asistencia de emergencia a la liquidez de los bancos griegos, para poder levantar el corralito. La solicitud llega a menos de nueve horas para que tenga lugar el vencimiento de 1.550 millones de € de crédito con el FMI. Antes de que termine el día, se dirige de nuevo por carta al Presidente de la Comisión Europea, Claude Juncker, al Presidente del BCE, Mario Draghi, y a la Directora del FMI, Christine Lagarde indicándoles que acepta, con modificaciones, la propuesta que había sobre la mesa el viernes y que la Comisión Europea hizo pública el sábado tras la convocatoria del referéndum. Ninguna de las solicitudes griegas es atendida.

El martes 30 de junio, Grecia no hace frente a este pago y entra oficialmente en mora con el FMI.
 
Consecuencias
Lo peor se lo lleva Grecia

Durante la Guerra Fría se comparó ésta a la confrontación de dos personas sumergidas en una piscina de gasolina y armadas con sendos mecheros. Se odian a muerte, pero ninguna lo enciende porque se quemarían ambas. El gobierno griego parece haber pensado que la situación era análoga, pero únicamente su país es quien está dentro hasta el cuello de gasolina, la Eurozona tiene como mucho un pie dentro. Sin esa idea equivocada en la cabeza no se comprende como se levantan de la mesa de negociaciones y convocan una consulta popular después del primer vencimiento de deuda y de la finalización del actual plan de rescate, ambos previstos para el 30 de junio. Es de suponer que apostaban porque un impago de préstamo repercutiría con igual (o incluso más fuerza) en la Eurozona que en la propia Grecia y la Troika cedería a las propuestas griegas. Evidentemente el plan ha salido mal y la primera consecuencia ha sido el bloqueo de la liquidez en los bancos. El gobierno griego lo ha interpretado como un nuevo chantaje a su país y a sus ciudadanos y lo es, evidentemente. Pero quienes están realizando el chantaje son los propios ciudadanos griegos: si no llevasen meses sacando dinero de sus cuentas (una tendencia que se ha acelerado en las últimas semanas), los bancos griegos no dependerían de los mecanismos de emergencia del BCE y su gobierno no habría decretado un corralito cuando estos mecanismos se han detenido.

Las consecuencias del cierre de bancos y la limitación de acceso al efectivo, así como la prohibición de transferencias al exterior tienen unas consecuencias mucho más graves de las que se ven a primera vista:

 
1.- El frenazo a la economía no va a tener precedentes. ¿Recuerdan la caída del PIB en EE. UU. en el primer trimestre, que fue consecuencia de un invierno especialmente duro, por lo que la gente dejó de salir y gastar? Pues ahora pongan la imaginación a trabajar y piensen quién en Grecia va a gastar en algo más que en comida. Si yo no tengo efectivo para gastar, no gasto. Si tengo, me lo guardo, porque cualquier día restringen a una cantidad inferior a 60€ lo que puedo sacar cada día o incluso no encuentro cajeros con euros disponibles, puesto que la población va a tender a acapararlos. No estamos hablando de cambiar de coche, los muebles o irnos de vacaciones, estamos hablando que los consumidores se lo van a pensar mucho incluso para comprar ropa nueva o salir a cenar.

Además, la prohibición de pagos al extranjero va a limitar las importaciones y, por lo tanto, también la oferta de bienes disponibles para comprar en Grecia. Una fuerte disminución de oferta y demanda tienen una única consecuencia posible: una tremenda recesión.

2.- Las limitaciones en el efectivo van a encarecer los billetes. Lo cual va a provocar un aumento de la inflación más allá de lo que puedan temer los ciudadanos y el gobierno griego. Adicionalmente va a tener, como efectos secundarios indeseados, un aumento de la corrupción, mayor fraude fiscal y, por añadidura, desincentivará todavía más la creación de empresas y negocios.
 
Voy a explicar más a fondo este segundo punto, porque no es trivial y no he visto que apareciese en ningún análisis de los muchos que se han publicado.

Siempre que se interviene en un mercado con limitación de precios, se produce una disminución de la cantidad disponible del bien negociado y se genera un mercado negro: Si el gobierno decide que el precio del aceite debe ser de 1€ el litro y en el mercado el precio era de 3€ el litro, los productores van a tratar de limitar el aceite disponible en el mercado legal a 1€ y van a tratar de vender su producción en un mercado alternativo al precio de 3€ o más caro. Así, lejos de facilitar el acceso al aceite a los consumidores, se limita la cantidad a la venta y quien necesite más va a tener que dirigirse al mercado ilegal y pagarlo mucho más caro. Alternativamente, una intervención estatal en un mercado a través de las cantidades ofrecidas produce, de nuevo, un mercado negro con precios más elevados. El ejemplo más conocido es el de las divisas. En países donde sus ciudadanos no tienen acceso a divisas si no es con autorización oficial (importadores o funcionarios, por ejemplo), el tipo de cambio oficial del dólar o del euro puede ser de paridad con la divisa local, pero en el mercado negro, para quien no tiene acceso a las limitadas cantidades de divisas que ofrece el gobierno, el precio de los dólares se multiplica.

Una vez explicadas las consecuencias de la intervención estatal en los mercados, vamos con el caso de Grecia. Aquí tenemos una intervención en el mercado de billetes de € a través de cantidades, puesto que se limita a 60€ lo que cada ciudadano puede disponer y se impide el pago fuera de Grecia. Esta prohibición no es total, puesto que se puede solicitar que se suspenda en el caso de empresarios que importen mercancías. Ya tenemos un foco de corrupción: un empresario autorizado a pagar fuera de Grecia puede facilitar la evasión de capitales simulando pagos. Un exportador griego va a tratar de cobrar en efectivo y ocultar sus pagos para disponer de billetes en el país. ¿Por qué quiere billetes y no saldo en cuenta? Pues porque los euros van a pasar a funcionar como una divisa en Grecia: ¿Vas a pagar una reparación en el coche? Son 200€ en efectivo. ¿Quieres pagar con tarjeta o transferencia?, pues mal, porque eso permite pagar al dueño del taller a sus proveedores y sus facturas a través del banco, pero no puede sacar el dinero y quién sabe si pronto no van a limitar las operaciones electrónicas todavía más. En ese caso la factura subirá a 300€. Listo, ya tenemos una subida del precio del 50% y la inflación disparada. Claro está, el pago en efectivo no va a ser declarado, con lo cual el fraude fiscal, lejos de reducirse, aumentará. Si tengo problemas para comprar mis materias primas o los bienes que quiero distribuir en el país, si tengo que sacarme una autorización para pagar en el extranjero, si la gente no gasta por miedo a lo que pasará mañana, lo más probable es que cierre muchos negocios asfixiados y nadie vaya a crear nuevas empresas. Aquí una salvedad, sí que se va a crear un nuevo negocio, el que siempre se crea en estas circunstancias: el de traficante. En este caso, traficante de billetes de euro. Si tener billetes es atractivo en circunstancias normales, ahora acabamos de ver que lo es mucho más: puedo comprar siempre que quiera (con tarjeta o transferencia no van a admitirme el pago en muchas ocasiones) y además con descuento, porque quien admita pagos electrónicos me cobrará más. De este modo, un exportador de aceite griego y un importador de carne húngara a van a abrir un nuevo negocio muchísimo más rentable: vendedores de sus billetes de euro. El importador de carne puede hacer pagos electrónicos al extranjero, así que compra 1.000€ de saldo electrónico en euros con un descuento digamos del 20%. A cambio entrega 800€ en efectivo al “cliente” que ha realizado una transferencia electrónica a la cuenta del banco del importador. El “cliente” acaba de saltarse el límite de 60€ de rescate de efectivo, aunque le ha salido un poco caro. Por otro lado, tenemos al exportador de aceite, con billetes guardaditos en el colchón, pero por poco tiempo, porque el importador de carne le hace una transferencia de 1.000€ de saldo electrónico a cambio de 900€ en billetes. Así ambos ganan un 10% en cada operación de “venta” de billetes a particulares deseosos de rescatar en efectivo sus saldos bancarios.

Tanto el descuento por pagar en efectivo, como el precio al que se cambiarán los depósitos por billetes irá a más contra más tiempo se mantengan los controles bancarios, de modo que es urgente retirarlos más temprano que tarde. Es decir, los billetes de euro van a funcionar dentro de Grecia como una divisa mientras se mantengan los controles bancarios actuales.
De aquí en adelante
El país se queda solo

El impago de la deuda al FMI ha dejado ahora mismo a Grecia en manos de laUnión Europea. Las agencias de calificación han situado al país con una calificación crediticia C, es decir, a un paso de la D de default. Así nadie va a prestarle el dinero que necesita, solo puede recurrir a los mecanismos de solidaridad de la Eurozona, pero su gobierno pegó un portazo en el despacho del Eurogrupo al convocar el referéndum. Que el país se quede solo y que la UE no salga en su ayuda no significa ni abandonarla, ni abandonar la moneda única. En Grecia continuarían circulando los euros, aunque ya se ha explicado que su valor no sería igual para el efectivo que para los depósitos. Como ya se ha comentado en numerosos artículos, no existe ningún procedimiento para salir o expulsar a un país del euro y, aunque lo hubiese, Grecia podría segur usando el euro de facto, como ocurre en Andorra o Mónaco. Si vamos a países mayores, Panamá lleva muchísimo tiempo manejando su economía con dólares. Por lo tanto no es nada descabellado pensar que Grecia puede usar el euro sin someterse a ninguna de las reglas del BCE o de la Comisión Europea.

El problema será conseguir que el país funcione sin crédito y sin socios comerciales. Algunos pueden pensar en Cuba o Venezuela como ejemplos de economías que van por libre y que funcionan, haciendo una definición muy amplia de funcionar, claro está. Pero esas dos comparaciones son engañosas. En primer lugar Cuba lleva más de 50 años de bloqueo y ahí sigue. Pero aguantó ese bloqueo, en primer lugar, porque es una dictadura sin derechos para oponerse al gobierno y gozó durante buena parte de esos 50 años del apoyo total de la Unión Soviética, a quien le interesaba mantener a un aliado en el patio trasero de EE. UU. Tras la caída de la URSS, el pueblo cubano sólo ha tenido que apretarse un poquito más el cinturón, algo a lo que ya estaban habituados. Ciertamente, no es el caso de Grecia, que está acostumbrada a un nivel de vida y a tener acceso a unos bienes y servicios que no son disfrutados más que por las élites cubanas más selectas.

El caso venezolano tampoco es bueno para compararlo con Grecia, pues dispone de las mayores reservas de petróleo, según la mayoría de estimaciones. A cambio o con la garantía de ese petróleo ha conseguido financiación sin problemas, pero hasta así tiene problemas graves al haberse reducido el precio del crudo.

¿Tiene Grecia recursos naturales atractivos? No. ¿Es estratégica geopolíticamente? Tampoco. A esta última pregunta muchos tienden a contestar de forma afirmativa, porque tras la II Guerra Mundial se procuró que no cayese en la órbita soviética y entró a formar parte de la OTAN en 1952, apenas 4 años después de su creación. Quienes reivindican la importancia de Grecia parecen olvidar que el Telón de Acero ha desaparecido, que ex-paises comunistas ya están integrados en la Unión Europea y que antiguos miembros del Pacto de Varsovia hoy son miembros de la OTAN, de modo que Grecia ha perdido su peso como frontera oriental del bloque de países occidentales. El acercamiento de Grecia a Rusia no preocupa en Europa, quienes deberían preocuparse son los griegos, porque los acuerdos con Rusia no son, ni de lejos, comparables en condiciones a los que les han sido ofrecidos por la Troika y han sido rechazados. Eso lo sabe el gobierno griego, de lo contrario hace tiempo que estarían sentados negociando y firmando un acuerdo de financiación con Moscú.
Mi opinión
Existe un único desenlace

Hasta aquí he expuesto lo ocurrido y las consecuencias que implican los sucesos de los últimos días. A partir de ahora, entro en el terreno de las opiniones y las posibilidades. En primer lugar, mi opinión sobre el comportamiento del gobierno griego es que entra dentro de la definición de psicópata. Sin duda es un calificativo bastante fuerte, pero creo que es el que mejor encaja para definirlo. Si bien el alcance de la psicopatía no está perfilado al 100% en el mundo académico, si que hay características de esta dolencia que son aceptadas por la mayoría: los psicópatas mienten patológicamente, son ambiciosos, son egocéntricos, tienen gran capacidad y atractivo verbal y, sobre todo tienen insensibilidad y falta de empatía por el sufrimiento, no se hacen responsables de sus actos y no sienten remordimiento, a la vez que buscan recompensas a corto plazo para obtener estímulos que refuercen un ego que se cree superior.
En mi opinión, personas completamente sanas no negocian durante meses y deciden de repente que su idea inicial era no negociar porque habían sido encomendados a otra misión por su pueblo. Se dan cuenta que los referéndums se convocan con tiempo y no para decidir sobre algo cuyo plazo finalizó días antes. No se presentan como paladines de la democracia y de salvar a su pueblo de la opresión e instauran unos controles financieros como la peor de las dictaduras. No invocan a los valores europeos para rechazar un acuerdo y al día siguiente piden una prorroga del acuerdo actual para tener tiempo de votar con tranquilidad. Tampoco propugnan en voz alta el NO al acuerdo (que por cierto, fue publicado por la Comisión Europea, no el gobierno griego) y de inmediato presentan una versión del mismo con ligeros retoques para poder aprobarla a última hora. No es normal lanzar un farol con la ruptura de negociaciones y el referéndum y luego ir solicitando ayudas para evitar la quiebra, aceptando en cada petición de ayuda más condiciones conforme se aproxima el vencimiento del pago al FMI. No es normal que apelen al NO en la votación y a respetar la voluntad popular, pero sin confirman su dimisión si sale el SÍ, ni qué medidas tomarán si vence el NO. En definitiva, mentiras, insensibilidad, irresponsabilidad, búsqueda de emociones y de decisiones impulsivas y una total falta de empatía por lo que va a sufrir la población con este comportamiento.

Hasta aquí han llevado a Grecia sus representantes políticos, ¿pueden llevarla a peor?, sin duda. Por el momento, dos cosas parecen claras: el referéndum se llevará a cabo, aunque los organismos internacionales dudan de su validez, por las circunstancias excepcionales en las que se llevará a cabo y tampoco parece ajustarse a la constitución griega. Lo segundo que ha quedado claro es que el Eurogrupo no va a aceptar ninguna propuesta griega nueva. Las tres últimas parece ni haberlas escuchado y se reunirá el lunes, una vez conocido el resultado del referéndum. El lunes, tenemos dos posibles escenarios.

GANA EL SÍ. Según el poco claro texto de la consulta, ello implica que la mayoría apoya la propuesta que estaba sobre la mesa el viernes. El gobierno no lo ha asegurado, pero de sus últimos mensajes se deduce que dimitiría y el acuerdo lo firmaría otro gobierno salido de elecciones anticipadas. Hasta entonces, es de esperar que la Unión Europea y el BCE desbloqueen los fondos para que Grecia recupere la normalidad. Por cierto, las instituciones europeas ya han advertido que la propuesta que se vota no está ahora mismo sobre la mesa, que cualquier nueva propuestas será con condiciones más duras.

GANA EL NO. Tristemente es lo más probable, todavía no se han notado demasiado los efectos del default y los controles financieros y el gobierno y sus medios afines hacen campaña por el NO. La oposición no tiene tiempo para organizar una campaña fuerte por el SÍ. Europa no va a mejorar las condiciones para un acuerdo y Grecia no aceptará el acuerdo original. En no demasiado tiempo la situación del país se va a deteriorar hasta hacerlo ingobernable, porque ni las pensiones, ni los sueldos de funcionarios se van a pagar si no hay dinero. La revuelta contra el gobierno llegará muy pronto y Syriza será reemplazada.

Conclusión: la UE no va a cerrar ningún acuerdo con Tsipras. El método rápido e indoloro es que pierda al referéndum el domingo y dimita (habría que verlo). La alternativa lenta y dolorosa será que sus votantes vean la realidad cuando pasen los meses y se muestre en toda su crudeza a donde los ha abocado el comportamiento del gobierno actual, y se decidan a echarlo vía protestas y revueltas.

Desde el viernes los organismos europeos se han puesto en marcha para evitar el contagio de la crisis griega. El lunes las bolsas abrieron con fuertes descensos, unos descensos que no profundizaron más allá de los niveles de dos semanas atrás cuando el desplante del FMI a las negociaciones llevó a las bolsas a descontar el default de Grecia. Desde ahí las cotizaciones han ido remontando y la volatilidad reduciéndose, en una indicación de que el farol de Grecia de morir o matar no es tal. Tampoco la prima de riesgo de los países periféricos (Italia, España, Irlanda y Portugal) a aumentado de forma destacable, eliminándose también el riesgo de aumento del coste de financiación de estas economías en pleno proceso de recuperación económica.

Si no hay riesgo de contagio, Europa no va a ceder con Grecia, sobre todo porque estos mismos países periféricos no han recibido tratos de favor en sus planes de rescate y de inmediato exigirían las mismas concesiones que Grecia y eso sería imposible. No puede sentarse un precedente que ponga de manifiesto que echarle un pulso a Europa sale bien, más que nada porque esa sería a partir de ahora la política de todos los estados miembros a la hora de negociar los acuerdos: buscar el beneficio particular frente al del conjunto de la eurozona, invalidando cualquier política de cohesión futura, siendo estas políticas las que han logrado consolidar el desarrollo actual de la Unión Europea.

En cuanto a la visión de futuro de la economía griega, indudablemente son necesarias reformas, realizar los ajustes que se han implementado en España, Italia, Portugal e Irlanda. La solución tiene que ser política y económica. Por imagen y prestigio, no creo que Europa permita un retorno al Dracma, de modo que la Unión Europea tiene que forzar el ajuste estructural interno de Grecia lo más posible. Según muchas opiniones, entre las que me incluyo, ni así se podría devolver la deuda y deberá asumirse una quita parcial, pero nunca antes de haber cambiado la estructura de estado y productiva de Grecia para asegurarse que, tras una quita, no vuelve a crecer la deuda y regresamos al punto de partida. De hecho, la deuda griega ya está integrada en la deuda de los países de la zona euro, pues los principales tenedores actuales de deuda griega son países miembros, no hay un porcentaje reseñable en manos privadas y los afectados por un default somos el resto de europeos que no estamos citados a un referéndum para decidir si aceptamos o no el comportamiento de los griegos.