El problema de España no es de ingresos y deuda, sino de gasto excesivo.
Si nos ceñímos a la realidad de los números la realidad es que, a pesar de existir una enorme crisis financiera a nivel mundial en los últimos 3 años, el PIB no se ha contraído de forma drástica en términos absolutos y se mantiene en el orden del billón de euros. No en vano, España comenzó la crisis con superávit presupuestario y con el sistema bancario sin divisiones inmobiliarias (habían sido vendidas por la banca previamente) y con provisiones anticíclicas.


Es en la partida de otras transferencias corrientes, donde se da dinero a fondo perdido, donde se ha disparado el gasto desde 2006, ascendiendo la deuda total de las Comunidades Autónomas a 115.000 millones de euros, concentrada en unas pocas comunidades especialmente indisciplinadas: Cataluña (31.886 millones y un 16.2% de déficit/PIB en el 4T2010), Comunidad Valenciana (17.600 millones y un 17.2% de déficit/pib), Castilla la Mancha (5.819 millones y 16.5% de déficit/pib) y Baleares (4064 millones y 15.3% déficit/pib), presentan los desequilibrios más importantes y donde la reducción del gasto es vital si España quiere reconducir el gasto.


Respecto de la deuda de las empresas públicas autonómicas, que asciende a 17.000 millones de euros, también está especialmente concentrada en determinadas CCAA. 7.811 millones corresponden a empresas públicas de Cataluña.

Con estas cifras, en el peor de los escenarios, un hipotético caso de quiebra de todas las Comunidades Autónomas e Instituciones Públicas, el agujero total es de 132.000 millones (Portugal ha sido rescatado con 80.000 millones, 100.000 millones cada uno de los rescates griegos). Si sumamos las necesidades de capital del sistema financiero, que se cifra en 15.500 millones según Banco de España y 40.000 según algunos análisis de banca inglesa, el total necesario sería de 172.000 millones de euros.

Pues bien, incluso en dicho supuesto, esta última cifra representa un 17% adicional de deuda/pib, cantidad que llevaría el déficit público a niveles del 75/80% del PIB, por debajo del nivel de los peores países del la UEM y en línea con los socios más grandes, que tienen cifras próximas al 100%, nivel que también alcanza Estados Unidos.


¿Y si tomamos en cuenta la economía sumergida?
Adicionalmente, un dato que no se toma en cuenta en los análisis del riesgo país español es la economía sumergida, que representa entre el 17% y el 20%, afectando a 4 millones de empleos. Esta cifra representa 170.000 millones de euros y unos 1.7 millones de subempleos. Una cantidad equivalente a la deuda agregada de todas las Comunidades Autónomas, empresas públicas autonómicas y necesidades para recapitalizar las cajas de ahorro.

Medir la productividad de una economía que tiene un 20% sumergido y compararlo con otras economías con niveles muy inferiores no es representativo de la situación real de la economía. En los últimos 20 años el volumen de la economía oficial española medida por el PIB se ha más que duplicado, pero la economía sumergida en el mismo período se ha multiplicado por cuatro. Una situación que guarda una estrecha relación con la influencia de la política demográfica y la evolución del desempleo.

Desde el año 1997 hasta el año 2007 han venido el 70% de los 4.526.522 millones de extranjeros censados en el país con datos de 2007, unas 3.170.000 personas, según el estudio nacional de inmigración. Los datos del INE de 2009 muestran cómo la cifra es todavía mayor, 5.648.671 millones de personas extranjeras censadas en España.

La llegada de mano de obra con poca cualificación ha permitido hacer una devaluación vía salarios encubierta, ya que la gran mayoría de los inmigrantes han ido a trabajos poco cualificados, desplazando a la población española con baja cualificación, acrecentando el problema de paro a los estratos más difíciles de recolocar por baja cualificación.

En datos de 2010, las personas extranjeras cotizando en la seguridad social es de 1.725.000 personas, un 30% de los inmigrantes censados en España, lo que deja entrever que la economía sumergida en sus contratos es muy elevada. Y es que el desempleo en España encubre un problema de economía sumergida y poblacional , mucho más importante que el de productividad que siempre argumentamos. Simplemente hemos absorbido más mano de obra de la que podíamos en los últimos diez años, lo que nos ha permitido crecer por encima del potencial muchos años, pero hoy por hoy no hay trabajo para todos.

Solución: recorte drástico del gasto autonómico y dinamizar el mercado de trabajo.

Solamente un recorte drástico del gasto autonómico superfluo no productivo (y que no reduce o afecta sustancialmente al PIB, ya que no representa inversión) y un mayor dinamismo en el mercado de trabajo, aceptando el reto de la movilidad, también internacional, devolverán a la economía española el dinamismo de años pasados.